La mejor vajilla
Por: Kilssy Méndez/Tomado de Cuatriboliao.net
República Dominicana es uno de
los pocos países en el mundo donde el turista12 se siente mejor que en
su propio hogar. Con el ir y venir de los años y los cambios forzados
que todas las sociedades van experimentando, este país sabe mantener la
misma calidez que da un buen café en las mañanas.
Es cierto que algunas veces nos
vemos abrumados por los altos costos de la vida, con las pocas
oportunidades que nos brinda la desigualdad social existente y el grito
enmudecido que produce la creciente delincuencia que poco a poco nos
arropa, pero con todo esto los dominicanos sabemos tener una gran
reserva de amabilidad natural y espontánea con la que logramos que el
turistas que nos visita disfrute de lo mejor que tenemos.
Sí, natural. Antes de que el
dominicano supiera lo que significaba la palabra turismo, ya sabía lo
que era brindar a su visita lo mejor dentro de lo poco que tenía, una
costumbre que a diferencia de otros países se mantiene de generación en
generación, ya que desde el momento en que pensamos en tener un hogar,
de forma inmediata pensamos en el rinconcito de las visitas, los
muebles, las vajillas, las sabanas, las toallas y hasta los cepillos de
dientes para las visitas.
Y como muchos dominicanos crecí
en un hogar en donde teníamos que sentarnos en las sillas viejas porque
las nuevas eran para esas distinguidas visitas y comer con los platos
casqueados porque esa hermosa vajilla volvía intacta a su caja una vez
que las visitas se marchaban, sin olvidarme de los vivos colores que
mantenían algunas cortinas y cobertores porque solo vestían las
habitaciones con ellas en esos días de visita para hacerlos sentir como
reyes y yo en mis adentros anhelaba ser una visita eterna para disfrutar
de esas comodidades siempre.
No es extraño que esta conducta
aprendida en nuestra primera escuela, que es nuestro hogar, sea la que
apliquemos en nuestra sociedad en general y tengamos como costumbre
reservar lo mejor para el que viene y no para el que vive los 365 días
del año trabajando para tener un país destacado.
No es honesto exhibir nuestro
patriotismo solo en fechas patrias con banderas nuevas, tapar los hoyos
solo cuando viene el presidente, tener una mayor seguridad policial solo
en fechas o eventos especiales, limpiar nuestras playas solo en semana
santa y acondicionar nuestra entrada solo cuando vienen visitas.
Dejar de hacer las cosas para
llenar las expectativas de los demás y hacerlas para llenar nuestras
propias expectativas, será el primer paso para tener una sociedad
diferente, porque si bien es cierto que nuestras visitas son importantes
no es menos cierto que nosotros somos igualmente importantes como esas
visitas, porque vivimos, trabajamos y velamos para tener un hogar digno
de recibir visitas y por ende tenemos derecho de disfrutar de aquellas
cosas que con esfuerzo adquirimos para brindarles a los demás.