EDITORIAL DE EL NACIONAL DE FECHA 21-02-2015: Lodo cloacal
Ofende a la inteligencia
colectiva mercadear la especie de que un convicto por narcotráfico usa
por sí solo a medios de comunicación y redes sociales para embadurnar de
infamia a un expresidente de la República, en cuyo gobierno fue
apresado, extraditado y desmantelado su cártel criminal.
Las vías jurídicas están
abiertas a cualquier ciudadano que desee tramitar expediente acusatorio,
de denuncia o informar al Ministerio Público sobre la comisión de algún
ilícito, pero no hay derecho a que un delincuente por sí mismo o con el
concurso pretenda convertir a la prensa en propia cloaca.
El doctor Leonel Fernández ha
sido jefe de Estado en tres ocasiones por la voluntad de los electores, y
sus gestiones han estado asociadas a la promoción de las libertades
públicas y del Estado de derecho, mientras su detractor tiene en su
haber la exportación de más de 33 toneladas de cocaína.
Una voz que se dice es la de un
convicto que inundó de drogas al territorio dominicano y llegó a
convertirse en uno de los principales suplidores de cocaína a Estados
Unidos, se erige ahora como juez que desde un retrete lapida la
consideración personal de un exmandatario, en cuyo gobierno fue
apresado, despojado de sus bienes ilícitos y entregado a la justicia
estadounidense.
Son muchas las familias que hoy
sufren la desgracia de lidiar con sus hijos afectados por la adicción a
las drogas, o con el luto de sus vástagos por sicarios del narco o que
guardan prisión involucrados con ese crimen de lesa humanidad.
No hay forma ni manera de poder
justificar el protagonismo que desde la prensa se concede a ese convicto
por narcotráfico para que cumpla con su obvio afán de convertir al
medio social dominicano en un gran retrete, donde seguramente se siente a
gusto.
Los medios de comunicación no
deberían desempeñar roles de tribunales ni fiscalía, menos aun si se
sirve a propósitos espurios patrocinados por narcotraficantes que han
pactado disminución de pena en Estados Unidos, sin purgar aquí merecido
apremio corporal por sus crímenes.
No hay derecho a que un
interactivo de esa catadura criminal convierta la radio, televisión,
medios escritos o redes sociales en patíbulos de la honra de ningún
ciudadano, menos de un exjefe de Estado, cuyo gobierno desmanteló al
poderoso cártel del narcotráfico, cuyo verdugo de hoy era jefe supremo.