OSVALDO SANTANA/Tomado de El Caribe
Sectores internos y externos del PLD han estado promoviendo la reforma constitucional para que Medina se reelija.
El presidente Danilo Medina va a
la reunión del Comité Político de mañana con todas las de ganar,
apuntalado por su popularidad en el seno de la población y el viraje
favorable en su organización, tanto, que los precandidatos declarados lo
apoyan ante un eventual intento por embarcarse en la tarea de modificar
la Constitución de la República para optar por la reelección
presidencial.
Pero ganar qué, se preguntarán,
porque no ha estado a la vista que el presidente Medina esté interesado
abiertamente en modificar la Constitución, aunque habría que deducirlo
del afán de sus seguidores por mantener el tema en agenda e incluso
presentarlo a la reunión del Comité Político, con el objeto de que el
Partido de la Liberación Dominicana (PLD) lidere la gestión para
reformar la Carta Magna.
En cualquier caso, la reunión
del Comité Político ofrecerá el escenario que permitiría al Presidente
expresar sus ideas sobre el momento actual y el futuro del PLD. Como
líder político, pese al entorno favorable, dentro y fuera de la
organización, carga, sin embargo, con la grave responsabilidad de
garantizar la integridad partidaria y la continuidad de su partido en el
poder.
Y quizás se encuentra en el
momento más adecuado, ahora, porque dejar que pase el tiempo sin definir
su posición, podría conducir a su partido a una situación diferente,
toda vez que la indefinición podría provocar un deterioro entre los
aspirantes presidenciales declarados y brutalmente en la imagen del
expresidente Leonel Fernández, sometido a toda clase de ataques desde
que dejó el poder, a veces sobreestimado por sus adversarios o
subestimado por sus propios compañeros.
Con el expresidente cada vez más
atacado, cercado, con sus propios compañeros que aspiran a la
Presidencia de la República jugando a las veleidades, el panorama podría
tornarse incierto, aunque pocos lo perciban, como si el país fuera a
estar permanentemente a sus pies, en un mundo donde se acentúa cada vez
más la tendencia al cambio. América Latina es un crudo ejemplo de eso,
ahora mismo. Los destapes en América del Sur y andina son más que
indicadores.
Si el presidente Medina
finalmente mañana da aquiescencia al movimiento de gestión de reforma de
la Constitución, abre un capítulo nuevo en la vida del PLD con sus
imponderables. Hasta ahora parece expedito su camino a la reelección,
pero habría que ver cómo se ejecutará la reforma, no por la resistencia
aparente de los legisladores que respaldan al expresidente Fernández,
sino particularmente por las matrículas del Partido Revolucionario
Dominicano (PRD) y Partido Revolucionario Moderno (PRM), tenidos a
menos, “propensos a compras” por migajas de pan de hostias.
Habría que considerar cómo
quedaría la imagen del Congreso, la del propio presidente Medina metido a
reeleccionista, con un equipo de cabilderos entre congresistas. El
costo ético de una reforma a contracorriente en el Congreso, en un país
altamente sensible frente a las denuncias contra la corrupción y una
campaña contra la impunidad que han motorizado hasta colegios privados y
un abanderado singular, el embajador de los Estados Unidos. Es decir,
el análisis debe considerar el alcance de los daños colaterales.
Hacia el interior del PLD
también habría que analizar el efecto de Leonel Fernández liquidado, con
sus fortalezas y debilidades a cuestas.
¿Y si el presidente Medina dijera que no a la campaña de reformar la Constitución?
Desde esa perspectiva sería su
gran victoria política y moral, toda vez que se elevaría como un hombre
desprendido, al cual le brindaron la oportunidad de quedarse en el
poder, en bandeja de plata, y la rehusó.
Al mismo tiempo, el presidente
Medina no cargaría con el costo político de una reforma a
contracorriente y pasaría a constituirse en paradigma de la
institucionalidad y la continuidad democrática, propiciando la
alternabilidad en el poder.
Ese lado bello que no comulga
con la lógica del poder constituye una oportunidad: la de mostrar el
desprendimiento de un hombre que con todas las de ganar prefirió
someterse al rigor de la Constitución con la que fue elegido.
Cumpliría su palabra de rechazo a la reelección y su declarada actitud de no obstaculizar a nadie.
A fin de cuentas, sólo quedaría
comprometido con su obligación de trabajar para mantener a su partido en
el poder y cumplir su misión como líder y estadista. Y finalmente,
dejaría muy claro que está libre de toda versión que le atribuye
responsabilidad en la erosión de la imagen del presidente del partido.