Por GUIDO GÓMEZ MAZARA/ww.hoy.com.do
En
la tradición electoral dominicana los egos se imponen a la razón. Por
desgracia, cada proceso sirve para tropezar con la misma piedra y los
actores políticos no cesan en reiterarse en su banal afán por creerse
que sólo ellos tienen la iluminación divina que, en la mayoría de los
casos, se desvanece por los insignificantes porcentajes acumulados en
cada torneo comicial.
Siento
que en la fauna partidaria existen exponentes que prefieren colocar en
su hoja de vida la condición de aspirante presidencial y desdeñan la
factibilidad de un rol secundario donde su contribución se traduzca en
cuotas de importancia capital para contribuir al triunfo.
Abordando
el panorama electoral se puede llegar a la conclusión de que las
matemáticas indispensables de una victoria opositora están en la
articulación de un gran frente donde Luis Abinader, Guillermo Moreno y
Minou Tavárez puedan sumar sus fuerzas y competir contra la candidatura
del PLD. Eso sería lo racional y políticamente correcto. Aunque en el
orden práctico, lamentablemente, se torna inviable.
El que ausculta el discurso y las propuestas de los candidatos presidenciales de Alianza País y la APD llega a la conclusión de dos visiones de una altísima carga ética, con vocación de ruptura con las viejas formas de la partidocracia y un purismo electoral asociado a lo “ideal” y profundamente distante de lo “posible”.
Además,
el carácter inelástico de la personalidad de esos dos aspirantes alejan
un acercamiento al polo de mayor potencialidad en el marco de las
elecciones pautadas para el 15 de mayo: el PRM.
Sumar en la búsqueda de una victoria electoral implica ceder espacios, ampliar posturas políticas y ensanchar los niveles de tolerancia porque el énfasis ideológico no parece una materia esencial del PRM que, en rostro de históricos dirigentes del MIUCA, PCT, Movimiento Rebelde y la Convergencia, tratan de compensar el déficit de un evidente compromiso con sectores populares validados por José Francisco Peña Gómez y olvidado por el liderazgo llamado a relevarlo. En lo inmediato, los perremeístas son los mismos perredeístas, con la gravedad de que esa organización ha sido construida a toda velocidad, dándole el control institucional a gente buena, de esencia conservadora y desconectada del discurso, ideas y carácter verdaderamente opositor.
El
grave problema para articular un puente de entendimiento entre toda la
franja opositora radica en que en los hechos, el PRM están creando la
materia prima para imposibilitar un pacto con los liberales. La simple
aproximación al PRSC introduce la carga argumental deseada: llamándose
modernos, representan más de lo mismo. Y en ese mismo orden, procurar el
voto reformista no es garantía para preservar esas fuerzas después de
las elecciones que, sumadas a la inconformidad de candidatos
sacrificados como resultado de la alianza, crean tensión adentro y
proyectan conflictos futuros si no derrotan al oficialismo.
En
lo personal, tengo la impresión de que las propuestas emergentes están
cometiendo el error de confundir su valoración en el orden personal,
académico e intelectual con los parámetros necesarios a la hora de armar
una candidatura presidencial ganable. Además, las simpatías electorales
no se construyen desde la suficiencia académica debido a que el pueblo
llano tiene sus peculiaridades, y vota a favor del que le llega al
corazón, aunque ese procedimiento se consiga con prácticas
clientelistas.
Guillermo
Moreno y Minou Tavárez saben los niveles de simpatías que tienen. Ambos
están obligados a edificar el modelo de liderazgo que entiendan en un
marco de desconfianza generalizada respecto del sistema de partidos
políticos. No obstante, Luis Abinader no puede creerse que por el hecho
de estar mejor posicionado que ellos, automáticamente deben endosarlo. Y
eso último sí afecta las posibilidades de un entendimiento.
Si los tres no se entienden, estaríamos asistiendo a otro episodio donde los egos derrotan la razón. ¡ Qué pena!