domingo, 22 de mayo de 2016

ADIOS, QUERIDA MADRE! Alejandro Santana: Hoy sepultamos a una gran señora



POR: ALEJANDRO SANTANA

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Hoy sábado 21 de mayo, asistimos a uno de esos actos que nos hacen recordar que nuestras vidas en la tierra es un simple transito a lo desconocido.

En la muerte no sabemos que hay, pero todos iremos hacia ella como designio divino,! naces ¡, mueres!, la única condición para irse con la muerte es haber nacido.

Pero no todo el que muere es despedido con dolor y solidaridad, habría que vivir acorde a los designios de Dios, amar el prójimo, amar al otro como se ama uno mismo.

Por las manifestaciones de solidaridad en el entierro de la señora, Teresa Laurens doña Dalia, podríamos decir que vivió con gran humidad, y amor hacia los demás, todos sus vecinos, quienes la conocieron coinciden en identificarla como una mujer apegada a su familia.

Dedicada a sus quehaceres hogareños, una dama que aparte de, dedicada a sus hijos, esposo, el tiempo que le sobraba era para cultivar el amor hacia los demás.

A su entierro en el antiguo cementerio Municipal, en la tumba donde también está enterrado su esposo el señor Manuel de Jesús acudieron vecinos, amigos de la familia, personalidades diversas que quisieron estar presentes para dar el último adiós a tan distinguida dama.

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El panegírico, dicho por un amigo de la familia, por un hijo para ella, no debió ser más expresivo, Bienvenido Matos Pérez con maestría y conocimiento destacó las virtudes de la dama fallecida.

Destacó sus virtudes, su disposición de orar por su familia, por amigos vecinos y hasta por quienes pasaban por los alrededores de su vivienda.

En el campo santo, al lado de la tumba donde seria enterrada y en momento en que destaparon su ataúd, pude ver su rostro, tranquilo, con característica de satisfacción como alguien que con placer acude a una cita.

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Murió tranquila, con la tranquilidad con que mueren las personas que han transitado una vida en Cristo, su rostro lo demostraba, aunque dudando debido a la inclemencia del calor, pero con expresiones de satisfacción, de tranquilidad, de resignación y convencimiento de que en su nueva morada se encontrará con los suyos y que tendrá una cita con el todo poderoso, fue lo que pude apreciar en su rostro.

Sus hijos, pese a la pena que se sufre al ver partir a una madre, estaban tranquilos conscientes que su madre irá a mejor lugar, donde no se sufre, donde todo es paz y donde solo van los que su vida la dedicaron a servir con amor y humildad .

Despedimos a una noble mujer, madre de grandes amigos, la despedimos consciente de que en su nueva morada podrá seguir intercediendo por los suyos y por todos los que pueda, desde esa morado donde van las almas nobles, allí estará doña Dalia.

Descanso eterno para ella consuelo a sus hijos, mis amigos con quien estoy unido en esa despedida y rogando a Dios que nos permita vivir una vida como ella la vivió para también nosotros un día llegar donde ella está, donde van las almas nobles.