Por FERNANDO ÁLVAREZ B.
f.bogaert[@]hoy.com.co/Tomado de Hoy.com.do
En
el artículo anterior vimos que el Producto Interno Bruto se ha
convertido en un valor fundamental para la toma de decisiones mundiales.
En esta ocasión, nos enfocaremos en estudiar algunas de las limitantes
que impiden que pueda ser utilizado como la medida excepcional del
bienestar y desarrollo general de los pueblos.
El PIB se creó en un mundo fundamentalmente limitado y con una
tecnología baja y lenta. Hoy, la tecnología y la globalización
cambiaron, completamente, el modelo económico mundial. Tanto así que se
podría decir, metafóricamente, que, a día de hoy, el mundo es una sola
nación. Estamos ahora frente a predominio de medios como Facebook,
Google y Youtube, y todavía no tenemos una manera de incluir esto como
parte del desarrollo de nuestras vidas.
El costo marginal de acceder a las plataformas digitales es
prácticamente cero y no se está considerando el desarrollo y calidad de
vida que trajo la disponibilidad de información y el rompimiento de las
barreras de comunicación a nuestras vidas. Con el actual enfoque de
medida del PIB no se ha logrado tomar en cuenta las variables económicas
con costo marginal cero y otros factores intangibles tales como la
innovación y las creaciones científicas.
El PIB no alcanza a medir variables que están fuera de la economía de
mercado, pero que tienen gran impacto en la sociedad tales como trabajo
en casa, cuidado de los niños, actividades ilegales, buena parte de la
producción en la economía informal, y otros. Hoy, el trabajo informal
representa, prácticamente, la mitad del empleo dominicano.
Los servicios constituyen dos tercios del producto de muchas economías
desarrolladas. En el PIB se mide el gasto que se hace en los servicios,
pero su variación no determina, completamente, la calidad de los mismos.
Por ejemplo, Estados Unidos gasta cerca de 18% de su PIB en salud. Sin
embargo, esto no le da una ventaja en términos de esperanza de vida
frente a naciones que no gastan ni la mitad.
Un país que produce más pero que agota sus recursos naturales y daña su
medio ambiente, no es el país más rico. En algún momento, sus riquezas
naturales pueden agotarse y puede traer repercusiones importantes,
incluso sobre la salud de las personas. Se derrochan los recursos para
alimentar un consumismo que no nos hace felices ni sanos. El PIB no
logra tomar en consideración costos ecológicos o sociales ni su
sostenibilidad.
Un término muy conocido en economía es el costo de oportunidad, este se
refiere a la alternativa de mayor valor a la que renunciamos al hacer
algo. Todavía no tenemos manera de medir cómo hubiera impactado la
economía el hecho de haber tomado una decisión alternativa.
Finalmente, el PIB no es una medida que puede ser utilizada para
determinar la calidad de vida de las personas. No indica un cambio
automático en las condiciones de vida e ingresos de todas las personas
de un país. Por ejemplo, en un país donde se distribuye su riqueza
desigualmente, una proporción de la población no ve ningún cambio en su
bienestar general a partir de una mayor producción. De acuerdo con el
Periódico El País, El 0,7% de la población mundial, que en cifras son 34
millones de personas, posee el 45,2% de la riqueza del mundo entero.
En este orden de ideas, podemos concluir que el Producto Interno Bruto
es una herramienta válida para valorar el movimiento monetario y
productivo de un país. El problema surge cuando se toma este como una
medida del desarrollo social, ambiental y humano de las naciones. No se
puede utilizar el mismo valor para todas las evaluaciones, y mucho menos
en un mundo donde predominan los cambios tecnológicos, la revolución
digital y un proceso feroz de globalización. Conocer las limitaciones de
lo que nos mueve nos hace más fuertes pues de ahí dependen las
decisiones de los países y el destino del mundo.
Investigadora asociada: Julissa Lluberes.