lobarnechea1@hotmail.com/Tomado de Listin Diario
La
reelección se vende como causante y colmo de males. Está tan
estigmatizada que los presidentes dominicanos, al ser cuestionados al
respecto, suelen grabar sus palabras de honor negando cualquier
aspiración en esa dirección aunque finalmente hacen todo lo contrario.
Danilo Medina, hiperbólico y aparentemente opuesto a continuar, llegó a
renegar de ella.
Salvo
Donald Trump, quien lo anunció antes de tomar posesión, pocas veces un
mandatario en funciones toma la iniciativa de hablar de reelección.
Siempre lo hace la prensa patrocinada por el oficialismo y la opositora,
aunque con objetivos opuestos. Una para que se lance y la otra para que
se joda.
Desde
la última investidura, los medios y la oposición han estado comentando
que Danilo intentará reelegirse para un tercer cuatrienio pese a que la
Constitución, modificada para permitirlo por segunda vez, dice que solo
puede ejercer dos periodos presidenciales y nunca más. Si con esa
limitante ya se está apostando a otra repostulación es porque no hay un
capítulo que impida otro intento de reforma de la Ley Sustantiva para
facilitarla.
El
resquicio es el eterno concepto de la no retroactividad de la ley. O
sea, que en el caso de Danilo aplica a partir del actual período... ¿El
transitorio? Eso es ilegal por derecho propio porque no se puede
legislar en detrimento de una persona.
El candadito de maleta
Lo más parecido a un candado continuista, más allá de un período
adicional, era la moción del ex diputado reformista Ramón Rogelio Genao
que proponía congelar cualquier cambio constitucional en lo relativo a
la reelección presidencial hasta el año 2065. La propuesta fue rechazada
por la arrolladora mayoría parlamentaria reeleccionista aunque Leonel
Fernández, al renunciar a sus aspiraciones, solo pidió un candadito de
maleta de los que se abren hasta con una mueca.
Al
no haber mucho que hacer por el lado de la Carta Magna, los aspirantes a
sacar a Danilo del Palacio Nacional estarían pensando en una cadena de
oraciones para que cometa errores que den al traste con su enorme
popularidad. Así quedaría impedido de utilizarla como pretexto para
presentarse a otras elecciones.
Con
el caso Odebrecht, la oposición se sintió escuchada por Dios, pero
solamente con el oído izquierdo porque cuando los cariocas pasaron
lista, Danilo Medina no fue llamado para que la Marcha Verde dijera
presente alzando su voz y sus manos.
Hay
un refrán que dice: Para el amigo, todo; para el enemigo, la ley. Esa
constructora ha sido tratada como una amiga en el país y como una
enemiga en Brasil. Si intenta implicar al núcleo duro del PLD en los
sobornos, le aplicarán la ley con consecuencias riesgosas para su propia
supervivencia porque perdería su mayor plaza de adjudicación de obras.
Modificación constitucional
Si es por la Constitución, en última instancia las puertas de la
modificación están abiertas. Si es por aceptación, Danilo está mejor, y
si es por la Odebrecht parece que el trance no pasará de ser una
pesadilla que pasa al despertarse.
Si
la voluntad divina no complace a sus adversarios porque no funcionen
los rezos, lo único que podría impedirle a Danilo gobernar por tercera
vez es una rectificación de su juramento de fidelidad ante el principio
antireeleccionista de Juan Bosch. Pero eso parece poesía más que
realidad.
Al
poder no se renuncia cuando existe posibilidad de seguir. Es tarea
aprendida en el curso de nuestra traumática historia política. Menos
todavía, cuando se goza de la enorme popularidad de Danilo, un hombre
que vive entre los pobres resolviéndoles sus problemas; o entre los
guardias, dándoles casas y aumentos de sueldos; o entre los
agricultores, dándoles financiamientos...
Más aún, sin oposición que le dispute el cargo.