sábado, 18 de agosto de 2018

ORLANDO DICE... “El que creó la ley inventó la trampa”

Orlando Gil
orlandogil@claro.net.do/Tomado de Listin Diario

UNO: QUIEN CON MUCHACHO SE ACUESTA…- La lucha por la Ley de Partidos fue larga y extenuante, pero que nadie se canse porque ahora es que falta afán. En un país donde se da un fenómeno que podría llamarse legiferación, por constante y continuado, abundan leyes que no se aplican. Esa picardía, incluso, dio lugar a una expresión muy conocida: “El que creó la ley, inventó la trampa”, y así transcurre todo como la mejor costumbre.
 

Basta fijarse solamente en lo que acontece ahora. Acaba de aprobarse la ley, y de promulgarse, y todavía sin reglamento, ya los cuestionamientos hacen olas y existe la posibilidad de que sea llevada al Tribunal Constitucional. El problema fue por años político, la salida por igual política, y ahora se intenta volver a cero por razones políticas. Lo he dicho otras veces y conviene repetirlo. Los políticos dominicanos son -un poco- como se dijo alguna vez de los peronistas: cuando tienen una solución, buscan un problema. Ahora se denuncia la lealtad que nunca tuvo sentido ni provecho ni oportunidad. El PRM votó como entendió que debía votar. Tal vez Moderno no aprenda la lección, pero de viejo se dice que “quien con muchacho se acuesta…”.

DOS: SIN CALIFICATIVO.- La lengua es abundante y generosa, pero tiene palabras de agravio, aunque justas y apropiadas en su significación, conviene no usar para calificar conductas. ¿Cómo puede llamarse a los sectores que se opusieron a las primarias abiertas porque serían un instrumento al servicio de la reelección del presidente Danilo Medina y que ahora reniegan de que el poder de elegir internamente fuera confiado a la cúpula? Una cosa se supone lleva a la otra. Si las bases no pueden decidir, tiene que decidir la cúpula. Ahora se vuelve al trance inicial, con modalidades menos perversas, ya que a nadie se le impone, pero tampoco se le prohíbe abierta o cerrada. La Junta Central Electoral dio plazo hasta octubre, y excesiva la fecha, pues se supone que cada partido tiene su fórmula a mano. El PRM, por ejemplo, no tiene que discutir, pues dijo que cerradas, simultáneas y organizadas por la Junta. El PLD tampoco tendría que discutir mucho, y en caso de hacerlo, tiene que recordar que el Comité Central apartó en su última reunión dos o tres resoluciones de su congreso a la espera de que se aprobara la Ley de Partidos. Ahora que se tiene la legislación, el CC debe cumplir su parte de sujetarse a la norma establecida.

TRES: EN LO QUE LLEGA ESE DÍA.- No tengo la menor duda de que la Ley de Partidos será modificada más adelante. O en poco tiempo o en mucho tiempo. Y no porque tenga los defectos que ahora se le atribuyen, sino porque esa es la costumbre en este país. Todo lo que se cambia es para cambiarlo de nuevo. Recopilen y verán. La Constitución es el mejor ejemplo, y si eso ocurre con la Carta Sustantiva qué no podrá hacerse con normas adjetivas. Sin embargo, en lo que llega ese día, conviene apropiar la nueva legislación y hacerlo a conciencia. ¿Por qué los partidos no celebran talleres para que la dirigencia alta, media y baja conozca los pormenores? ¿Por qué la sociedad civil no organiza seminarios en que se discutan sus aspectos más importantes, interesantes o conflictivos? Este trabajo se impone como tarea inmediata, pues a pesar de lo mucho que se habló del tema, el texto completo no se conoce a cabalidad. Los medios de prensa fueron dándolo a conocer por parte y posiblemente todavía no se haya publicado en la Gaceta Oficial. Sería por tanto oportuno y de mucho valor que se hiciera lo que hizo el Bloque Opositor con sus sugerencias: editar un folleto, y esa iniciativa podría asumirla el Congreso Nacional, o los partidos responsables de su aprobación, o alguna institución que se preocupe por la institucionalización del país.

CUATRO: NO HUBO CAMPAMENTO.- Se conocen los pataleos de los partidos pequeños o sin incidencia que quieren satanizar la Ley de Partidos solo porque no fueron tomados en cuenta o los dejaron con el moño hecho para un baile de maldad o se quedaron como Perico en la estacada. Unos resabios que no tienen razón de ser ya que la nueva legislación no los afecta más que a las principales organizaciones. La verdad que la ley ni les va ni les viene, y el proceso solo sirvió para que mostraran dientes, ni siquiera colmillos, y nunca molleros. Ahora, lo que no se conoce en detalles es el consenso que permitió superar el impasse de los caprichos. Se sabe que a Leonel Fernández y su grupo de diputados les dieron una vuelta, los marearon como a la perdiz y cuando vinieron a darse cuenta el ave estaba en la cazuela, o hirviendo en el fogón o servida a la mesa. Ahí el secreto, que no misterio, se produjo en el PRM, y que fue la clave de todo. Que dio en principio do-re-mi, y después, ya en tarima, mudó a fa-sol-la-si. Aunque intriga cuál voluntad fue más decisiva: si la de Luis Abinader o la de Hipólito Mejía. Entre las muchas cosas que se cogen y se dejan, se menciona una frase de Mejía que fue letal: “Los tales son mis enemigos”. A recoger, pues, que ya no habrá campamento.
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