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Cuando se dieron a conocer los nombres de los congresistas del Partido Revolucionario Moderno (PRM) que votaron a favor de Radhamés Camacho, para que siga al frente de la presidencia de la Cámara de Diputados, se pudo observar que los connotados dirigentes legisladores de esa organización política no se expresaron en esa dirección, lo que implica tácitamente que no hubo ninguna estrategia formulada.
Simplemente el PRM tenía tres opciones: o votaba por el candidato del leonelismo, o lo hacía por el del danilismo, o se abstenían de votar. Los que se expresaron a favor de Camacho lo hicieron por un sentimiento de entendimiento con el presidente Medina, que como siempre, sabe mover las fichas en el momento oportuno.
A sabiendas del ambiente imperante en la Cámara Baja con la elección de los bufetes directivos, ante el rompimiento de todo tipo de consenso con el ex presidente Leonel Fernández y su corriente leonelista, el danilismo planificó su estrategia en el entendido de que no podía fallar.
Sabían perfectamente que los leonelistas no votarían por Camacho, pero además conocían de las relaciones indirectas con los legisladores perremeístas, que nuevamente se irían en contra del ex mandatario de la nación. De ahí que la suerte estaba echada, con la garantía del éxito que resultó.
Lo de la Cámara de Diputados no fue nada producto de las circunstancias y el azar. Fue la obra del genio estratégico de la República Dominicana, que siempre obra con audacia en inteligencia política, y sabe el momento preciso para dar el golpe.