Estuvimos a punto de una tragedia
Vinicio A. Castillo Semán
viniciocastilloseman@gmail.com/Tomado de Listin Diario
viniciocastilloseman@gmail.com/Tomado de Listin Diario
En mi último artículo planteé
que más que celebraciones políticas por el resultado de las elecciones
del 20 de mayo, el país debía abocarse a realizaciones de misas de
acción de gracias para agradecer a Dios haber salvado al país del caos y
la destrucción que hubiera significado una vuelta al poder de Hipólito
Mejía y su fatídico PPH.
Hoy, 15 días después, tengo que
reafirmar con vehemencia mi petición de misas de acción de gracias, ya
no solo por lo anterior, sino porque la mano poderosa de Dios le evitó a
este pueblo una gran tragedia el pasado 20 de mayo que, al igual que en
1965, pudo haberle costado miles de muertos, la división de las Fuerzas
Armadas y la destrucción de su sistema democrático.
En los últimos días del recién
concluido proceso electoral nos tocó la responsabilidad de denunciar los
macabros planes que fuerzas oscuras del pepehachismo habían orquestado
contra las elecciones, la transmisión de las actas y la emisión de los
boletines contentivos de los cómputos electorales.
Hoy sabemos, por una valerosa y
responsable información servida por este periódico Listín Diario, y
confirmada posteriormente por la JCE, que se produjo una verdadera
conspiración para provocar el colapso del sistema de cómputos del
organismo comicial, tal y como nosotros lo habíamos denunciado antes de
las elecciones.
La información fidedigna daba
cuenta que los escáneres que transmiten las actas de votación de las
mesas electorales fueron saboteados desde adentro de la JCE y que si no
hubiera sido por lo que algunos llaman “acaso”, y yo llamo la mano
poderosa e invisible de Dios, al través de uno de sus hijos que labora
en la JCE, que descubriera la desprogramación o sabotaje de estos
escáneres, es muy posible que hoy todavía estuviéramos contando los
muertos de una guerra fratricida entre dominicanos, por razones absurdas
y politiqueras.
Pensemos por un segundo qué
hubiera pasado aquí si esa urdimbre diabólica no hubiera sido detectada y
conjurada con gran responsabilidad por Roberto Rosario Márquez, quien
tuvo que actuar con poderes especiales otorgados por el pleno de la JCE,
a espaldas de la Gerencia Informática de ese organismo, bajo sospecha
evidente de que alguno de sus miembros pudiera estar implicado en la
conspiración.
El PPH, ante un apagón
informático en la Junta Central Electoral que le hubiera impedido a ésta
emitir boletines oficiales sobre el resultado de las elecciones, se lo
hubiera atribuido a que el PLD y el gobierno habían perdido; se hubieran
declarado ganadores del proceso a las ocho de la noche, como lo
hicieron Enmanuel Esquea y César Cedeño; hubieran lanzado a las masas
perredeístas a las calles acompañando esta acción a un comunicado
público suscrito por altos oficiales activos de las FFAA y PN, que
habían sido comprometido, para reconocer un supuesto triunfo
pepehachista.
Si grave fue el sabotaje de los
escáneres, no menos delicado fue el confirmado ataque de hackers desde
México, donde operan los principales cárteles de la droga de la región, y
muy especialmente el de Sinaloa.
Hay que felicitar la previsión
tomada por el presidente de la Junta Central Electoral de contratar una
firma inglesa, líder en el combate a este tipo de ataques, con lo cual
se evitó igualmente los intentos que durante el día y la noche del 20 de
mayo se hicieron para tumbar la página web de la Junta Central
Electoral y su Centro de Cómputos.
La reflexión obligada ante lo
ocurrido es si las mentes diabólicas y malvadas que conspiraron contra
la paz de la República Dominicana y su proceso democrático van a quedar
impunes, o si por el contrario serán sometidos y perseguidos
judicialmente como se debe.
Hoy, gracias a Dios, podemos
decir que no pasó nada, que todo salió bien, quedando la
institucionalidad fortalecida. Pero, pudo haber sido todo lo contrario,
sumiéndonos en una de las peores crisis de nuestra historia. Para que
este tipo de tramas no puedan repetirse en el futuro, sus autores deben
ser ejemplarmente castigados.
De dejarlo así, por motivos
políticos coyunturales, es posible que las mismas se repitan en un
futuro no lejano y quizás la suerte o la mano poderosa del Señor no nos
acompañen, como lo ha hecho en esta oportunidad.
Lo cierto de todo es que estuvimos a punto de una tragedia.