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martes, 15 de diciembre de 2015

ORLANDO DICE... La tranquilidad de Danilo

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Por Orlando Gil/Tomado de Listin Diario
TRANQUILO, DANILO.- Nadie sabe cuál es el cálculo del candidato presidente Danilo Medina, o con qué fuerzas desconocidas y nuevas cuentas, o las intimidades de campaña que no comparte con los demás compañeros de partido o con la opinión pública en general. 


No obstante, inquieta, intriga, extraña su talante tranquilo, como si no le preocuparan los hechos recientes de un Bloque Progresista que cada día es menos bloque, o más pequeño. La impresión, que no la percepción, es que ninguno de sus antiguos aliados es importante. Todo el que hasta ahora recoge ropa, hace maleta y dice me voy, ni siquiera le dan el trago del estribo, y mucho menos el abrazo de despedida. Solo buena suerte y que el mejor de los vientos le guíe. Se fue la Fuerza Nacional Progresista, el partido de los Vincho, y la reacción fue de ni para allá voy a mirar, a pesar de que caminaban de la mano desde los tiempos de Juan Bosch. Después tomó las de villa diego el Partido de la Unidad Nacional, y sacudieron la alfombra por si quedaba algo del polvo de sus pies. El PUN no se fue, al PUN lo echaron, y de mala manera. Al Quisqueyano Demócrata Cristiano le abrieron la puerta, y lo encaminaron hasta la calle, antes de decir que se iba…

CON POCAS PALABRAS.- No debe sorprender, por tanto, la reacción ante la decisión del Partido Reformista Social Cristiano de hacer causa común con el Partido Revolucionario Moderno, después de una alianza de años y cuyos términos estuvieron discutiendo hasta el pasado domingo. El trato a los reformistas fue diferente a los otros aliados, y el Presidente se tomó la molestia de escuchar de manera directa sus demandas, de discutirlas, e incluso de someter por escrito su oferta. No se pudo, y el mandatario sabía desde hace mucho lo que iba a pasar, de que ese rompimiento era inevitable, y lo era, no porque él o el PLD lo quisiera, sino porque conoce a Quique Antún y en el claro del ojo le vio la intención de intentar otro albur. La comisión negociadora siguió haciendo coro a los reformistas, y el mandatario consintió en que se les diera ala y se les dejara cantar el quiquiriquí. Pero conocía de antemano el propósito, y de que como Pedro a Jesús, lo negarían tres veces. La respuesta fue lacónica, propia de un político de poco hablar: “…a nadie se le puede obligar a que esté donde no se siente bien”…

CON ACORDE DE SABINA.- Luis Abinader y la dirección del PRM andan jubilosos con la adquisición en la agencia libre del Partido Reformista, viendo lo que el presidente Medina ahora no quiere ver: que uno más uno da dos, o que tres es más que dos, o cuatro más que tres. Tomando a Joaquín Sabina de mampara se la cantó clarito. No siempre dos es igual a uno más uno. ¿De dónde la confianza del mandatario y candidato, pues hasta ahora no puede hablarse de arrogancia, que deja ir sin mucho afán, como la cosa más natural del mundo, a las fuerzas políticas que fueron claves para que el PLD con Leonel Fernández, y ahora con él, estableciera una era que dura 16 años? Los reformistas y perremeístas se midieron, y con los números en la mano y las demarcaciones marcadas a color, se dieron cuenta de que se complementaban. Los peledeístas a su vez hicieron lo mismo, y comprobaron que solos o con los aliados que se mantienen fieles, pueden conservar el poder. Las encuestas propias y ajenas presentan un panorama en que el PLD duplica a todos los demás juntos…

¿Y QUÉ DE LOS OTROS? .- La historia, sin embargo, no termina, y no se sabe si ese ánimo de dejar hacer, dejar pasar será igual con aliados que todavía no se definen. Si se averigua bien, el candidato Medina no ha sido proclamado por todos los partidos del Bloque Progresista, un hecho a todas luces sospechoso. A los que faltan, y faltan, no se les ve en las manos paracaídas ni en los ojos intenciones de tirarse del avión. Sin embargo, no se conoce su juego, y no es el mejor. Algo están pensando, y no están pensando bien, pues entre todos se perdió la categoría de los imprescindibles. Necesarios, si quieren, pero no imprescindibles.