Tomado de abc.es
Artistas
de todo el espectro musical, Cameron y hasta el obispo de Canterbury
alaban la creatividad del genio, que al hilo de su cumpleaños había
publicado disco el viernes
El músico David Bowie - REUTERS
LUIS
VENTOSO - abc_culturaCorresponsal En Londres - 11/01/2016 a las
10:16:00h. - Act. a las 12:32:48h.Guardado en: Cultura ,Musica - Temas:
David Bowie , Música
«He
dejado correr salvajemente mi imaginación». Así resumió David Bowie su
fascinante carrera en la música, la escena y hasta la estética, antes
del enmudecer para las entrevistas tras un infarto en Alemania en el año
2004, que lo llevó a una angioplastia de urgencia en Hamburgo.
En 2006
ofreció su último concierto, tres canciones en un bolo caritativo en
Nueva York. Desde entonces habitaba en el silencio y el enigma en
Manhattan, donde residía mayormente junto a su mujer, la modelo somalí
Imán.
Su matrimonio ha sido un éxito de 23 años, que viene a confirmar
que la bisexualidad glam fue otra de las máscaras del Camaleón: «Siempre
he sido un heterosexual cerrado», declaró en 1983 a «Rolling Stone».
David
Robert Jones, que así se llamaba al nacer el 8 de enero de 1947 en
Brixton, ha tenido una carrera tan sorprendente y provocativa que sus
agentes tuvieron que confirmar que su muerte «no es un truco» comercial
al hilo de su nuevo disco.
El pasado viernes, el día que cumplió 69
años, publicó «Blackstar», un disco de talante experimental junto a un
quinteto de jazz, saludado con excelentes críticas. Tras diez años de
silencio musical, había retornado en 2013 con «The Next Day», un gran
éxito de crítica que le proporcionó su primer número uno en 20 años en
el Reino Unido. Era una obra melancólica, en la que se palpaba el
lamento por la vida que se escurre y cierta nostalgia del vigor de
antaño.
Bowie
no ha muerto por sus problemas cardíacos, fruto sin duda de una
relación casi maníaca con el tabaco, sino por un cáncer, contra el que
dio «una corajuda batalla de 18 meses», según el comunicado que ha
aparecido hoy en sus páginas oficiales. Añade que falleció «rodeado de
su familia y en paz» y piden respecto a la privacidad durante el luto.
Su hijo, el cineasta Duncan Jones, autor de la excelente «Moon», al que
de niño por epatar sus padres llamaban Zowie, confirmó la noticia en su
cuenta de Twitter: «Muy apenado siento decir que es verdad».
Lamentos
Los
lamentos tuiteros se agolpan desde todos los ámbitos, empezando por
David Cameron, el primer ministro de su país: «Crecí escuchando y viendo
el pop del genio David Bowie, un maestro de la reinvención, que se
mantuvo en la línea correcta. Una inmensa pérdida». El poderoso rapero
Kanye West reconoce que fue «una de mis mayores inspiraciones».
Marc
Almond, cuyo cabaret gay tanto le debe, reconoció que había «llorado
lágrimas de verdad». El actor Russell Crowe lo define como «uno de los
grandes artistas que han vivido» y el arzobispo de Canterbury, Justin
Welby, se declara «muy triste», «me recuerdo escuchándolo y dándome
cuenta de lo extraordinario que era, lo que hizo y el impacto que tuvo,
era una persona excepcional».
No es un balance menor para un muchacho
flaco de suburbio al que su madre, camarera, quería emplear como
electricista cuando empezaba a zanganear con bandas de skiffe y rock.
Se reconocía un poco existencialista y muy admirador de Camus, «me siento cómodo con él»
Si
algo define y separa a Bowie de otros artistas del pop y el rock es su
condición de artista con mayúsculas, que se resume en las palabras
inquietud y creatividad. Nunca se acomodó y siempre quiso explorar y
avanzar, hasta el final. Camaleónico y también un astutísimo plagiador
de las ultimas tendencias.
De cara al exterior, lo que llamaba muchas
veces era el tobogán de su rutilante carcasa estética, a veces
provocadora, pero detrás había otras constantes: «Los pantalones pueden
cambiar –explicaba- pero las palabras y temáticas que siempre he elegido
para escribir son el aislamiento, el abandono, el miedo, la ansiedad y
los puntos culminantes de la vida de uno».
Lector voraz y dueño de una
extraordinaria biblioteca, llevaba muchos libros a cuestas en sus giras y
se reconocía un poco existencialista y muy admirador de Camus, «me
siento cómodo con él».
Bowie,
que salió de una de las fértiles escuelas de arte de la Inglaterra de
los primeros 60, no solo fue un cantante, un saxofonista y un
compositor, de manera reiterada intentó una carrera actoral, siempre un
pelín insatisfactoria. Asumió retos tan exigentes como «El Hombre
Elefante» en las tablas de Broadway durante tres meses y hasta actúa en
la última -y lamentable- película de Marlene Dietrich, «Just a gigolo».
Podía presumir de haber rodado con Scorsese («Pilatos en su Cristo») y
Nagisa Oshima, pero aceptaba roles tan inexplicables como el de árbitro
en un duelo de modelos en el astracán «Zooelander».