Tomado de Listin Diario
La decisión del presidente Luis Abinader de retirar el proyecto de reforma fiscal porque no encontró respaldo ciudadano ni empresarial, lo consolida como un gobernante que escucha a su pueblo.
En lugar de usar su mayoría legislativa para imponer esa modificación de tributos, el jefe del Estado acogió el pedido colectivo de retirar la pieza porque provocaría daños graves a la economía y a la calidad de vida de gente.
Habrá quienes puedan considerar que el Presidente ha sido derrotado en su propósito esencial para aumentar las recaudaciones.
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No. Abinader se ha crecido como gobernante porque está mandando con obediencia a las aspiraciones ciudadanas.
Con su comportamiento en este caso, el líder político más connotado del país acaba de hacer un ejercicio de humildad digno de ser emulado por los demás, pero sobre todo, por sus funcionarios.
El retiro de la reforma fiscal no ata las manos al mandatario para mejorar las recaudaciones e impulsar obras de progreso en su última gestión.
Abinader puede y debe recurrir a técnicos calificados –dominicanos y extranjeros– para ejecutar programas rigurosos de reducción de la evasión del pago de impuestos y mejorar la calidad del gasto.
Ese tipo de personal, preferiblemente libre de compromisos políticos y empresariales, debe disponer de instrucciones claras para perseguir a los evasores y obligarlos a pagar.
A la vez, Abinader debe ampliar su política de austeridad en el gasto, obligando a sus funcionarios a centrarse en su trabajo, no en construirse una imagen en base a propaganda y aplausos comprados que suelen compensar sus carencias gerenciales.
Nada levanta más la imagen de un ministro o director que una eficiente labor pública, que reluce más que todos los maquillajes y las exposiciones ensayadas.
¡Adelante, presidente Abinader, que la mejor forma de mandar es obedeciendo!