25 julio, 2025/Tomado de El Caribe
La política está en una especie de desierto, un estado peligroso porque se presentan muchas pruebas y se necesita fino olfato para sortearlas con éxito. El frenazo del presidente Luis Abinader a los funcionarios que son precandidatos presidenciales, desde el punto de vista formal y discursivo es una buena apuesta, pero no en términos prácticos.
Como el dominicano disfruta tanto la política como la pelota, el activismo sirve de entretenimiento ante problemas de gran calado.
Para el gobierno del PRM, que tiene serios problemas en la ejecución de su propuesta electoral, y el desgaste propio de dos periodos consecutivos, el activismo de sus dirigentes servía de entretenimiento. Adicionalmente, el Gobierno tuvo que poner en pausa (por fatiga imagino) el tema haitiano, su mejor carta para mantener ocupada a la opinión pública.
Como no hay precandidatos, el presidente del PRM y ministro de la Presidencia, José Ignacio Paliza, está juramentado, según dice dirigentes que abandonan la FP.
En el lado opositor, el TSE frenó los intentos del PLD de adelantar la escogencia de la candidatura presidencial. Según los rumores fue una jugada maestra del líder morado porque necesita una excusa perfecta para no entregar tan a tiempo la candidatura presidencial porque eso lo dejaría en un segundo plano de cara al 2028.
Danilo Medina luce muy cómodo en el activismo político y no se limita solo a las asambleas provinciales, ahora participa en conversatorios en universidades y hasta en una peña política de dirigentes de su partido. Lo de la candidatura del PLD tiene efectos colaterales en la FP, porque ambos toman de la misma fuente.
La FP, está en la fase final de su Congreso, que llega a ese punto sin mayor interés porque todo se resolvió por consenso y están todos felices y contentos. Leonel retomó las juramentaciones y el tema que genera mayor ruido, las promociones de Omar Fernández, parece que también está en veda, al menos así se proyecta en la opinión pública.
A la oposición le conviene entender el mandato que tiene de las urnas si quiere llegar a la tierra prometida, pues la desobediencia mantuvo al pueblo hebreo por 40 años en el desierto.