martes, 3 de septiembre de 2013

PARA EL CLIMAX DEL DESARROLLO! El País requiere de tres grandes reformas que son inminentes, pero que nadie quiere asumir

PARA EL CLIMAX DEL DESARROLLO!
El País requiere de tres grandes reformas que son inminentes, pero que nadie quiere asumir 

Por Mayobanex De Jesús Laurens
De no abocarnos a su discusión y procurar llegar a un consenso con todas las fuerzas vivas de la nación, incluyendo sus entes productivos y laborales, estaríamos navegando en las aguas de un océano que más adelante podrían volverse muy turbulentas.

Tres grandes reformas son indispensables para lograr el verdadero desarrollo de la República Dominicana: Reforma fiscal integral, un pacto de competitividad industrial y una reforma laboral acorde con la competencia de inversiones en otras naciones.

Cuando se habla de reforma fiscal inmediatamente se interpreta como más impuestos lesivos para los dominicanos. Una reforma fiscal integral podría ser lo contrario. Es lograr un equilibrio en la base tributaria, que grave a los que más tienen y que reduzca los tributos a la clase media y baja. Es generar las condiciones fiscales para poder atraer las inversiones externas privadas y motivar los inversores internos.

Para lo anterior, se determinaría la propuesta de reforma fiscal por consenso, tomando como referente otras naciones que resultan atractivas para los inversionistas, midiendo la competencia entre ellas.

Exponer sobre el tema de la competitividad industrial en nuestro país se interpreta como una postura a favor del empresariado, pues nunca queremos verlos como aliados generadores de riquezas y de empleos, sino como enemigos de la patria.

La competitividad industrial es imprescindible para que el Estado dominicano pueda crear las bases desarrollistas en materia jurídica, tributaria y laboral, así como de productividad. Es generar un clima favorable a las inversiones, a la libre competencia industrial, con acceso a créditos, menos trabas burocráticas, más transparencia pública y privada, y alianza empleados y patronos en las fábricas.

De la reforma laboral nadie se atreve a decir nada, pues de inmediato se les vincula con intereses comerciales y empresariales, y como enemigos de los obreros. Si no se revisa la carga laboral de las empresas, midiéndolas contra otras naciones, viendo las distorsiones existentes, las dualidades implícitas y que hacen insostenibles mantener una estructura de empresa en nuestro país, jamás vamos a avanzar hacia el desarrollo.

Una reforma fiscal integral de largo plazo, un pacto de competitividad industrial y una reforma laboral acorde con las competencias de otras naciones son indispensables para que nos podamos convertir en una nación exportadora, generadora de divisas, reproductora de muchos empleos directos e indirectos, que atraiga a grandes inversionistas externos y locales y que produzca una verdadera revolución de capitales.