jueves, 14 de enero de 2016

FELIX BETANCES! El temor al debate público vestido de estatus.

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Por FELIX BETANCES.
En nuestro país no existe el establecimiento por Ley, del debate público entre precandidatos o candidatos de los partidos políticos que tercien en una contienda electoral.


¿Qué es un debate en tal sentido?. No es más que un encuentro organizado y presentado por un medio de comunicación u otra entidad que se dedique a tal fin y en un escenario debidamente preparado, con el objeto de enfrentar a dichos actores frente al escrutinio público, mediante el cual, le expliquen al pueblo en forma clara, convincente y seria, el contenido de sus propuestas electorales, en interés de aplicarlas en beneficio de la población, en caso de resultar gananciosos en el Certamen electoral a celebrarse dentro del tiempo pautado. Es también una forma de mostrar diafanidad y transparencia en su manejo público.

Se recuerda que siempre se han hecho propuestas o solicitudes en tal sentido, las que nunca han sido aceptadas, con argumentos que en realidad no convencen, sino a los engreídos políticos que por encontrarse en el poder o con su amparo, han menospreciado a sus contendores, en forma huidiza y muy carente de seriedad y de responsabilidad.

Lo rechazó Joaquín Balaguer en su momento y de igual forma lo han hecho todos los demás.

Todos de una u otra forma, han argumentado que el que está arriba, entiéndase en el poder, no necesita debatir con el que está abajo ya que de hacerlo, lo que conseguiría seria elevar al contrario. Eso es inteligente, pero solo a su manera.

Esto ha sido visto por ciertos sectores de la sociedad, como una forma de menosprecio, pero también ha sido definido como una forma de esconder el temor de enfrentarse a situaciones en las que podrían quedar muy mal parados y temiendo correr ese gran riesgo, usan sus argumentos poco simpáticos.

Quien mejor parado podría salir de un debate político frente a un opositor, debería ser el que esté en el poder o en su sombra ya que sería quien gozaría de una obra de gobierno realizada o en realización en la que existirían elementos que no podría presentar el que esté en el lado contrario.

Un debate con altura y respeto, con reglas claras, podría significar un crecimiento de la apertura democrática y una muestra de confianza frente a los electores ya que pondría en evidencia y a la luz de la verdad, las intenciones y planes con que contaría el pueblo en caso de que gane uno u otro contendientes.

¿Cuál es el temor entonces?.
Podría ser que el que esté arriba tenga el temor, de que salgan a relucir cosas que a veces ocurren tras bastidores y que no conviene ventilar en tales escenarios.

Aspiramos a que alguna vez la democracia política dominicana pueda consolidarse y permitir el debate que permita a su vez, transparentar el quehacer y manejo de la cosa pública en bien de todos.

Es cierto que el que está arriba no está obligado a ir a ningún debate, es decir que va si quiere, pero si no es que haya algo que esconder o temor de que algo pueda descubrirse, por qué negarse a ir, argumentando razones que no siempre convencen a nadie.
¡Que se establezca un precedente favorable para el bien del futuro democrático de país y que se hagan cuantos debates sean necesarios!.

Nunca se ha visto a nadie que tenga las de ganar, rechazar las propuestas.

¡Vayan al debate y el que tenga miedo, como dice el viejito de la esquina: “que compre un perro prieto”.