Por FELIX BETANCES.
En
nuestro país no existe el establecimiento por Ley, del debate público
entre precandidatos o candidatos de los partidos políticos que tercien
en una contienda electoral.
¿Qué
es un debate en tal sentido?. No es más que un encuentro organizado y
presentado por un medio de comunicación u otra entidad que se dedique a
tal fin y en un escenario debidamente preparado, con el objeto de
enfrentar a dichos actores frente al escrutinio público, mediante el
cual, le expliquen al pueblo en forma clara, convincente y seria, el
contenido de sus propuestas electorales, en interés de aplicarlas en
beneficio de la población, en caso de resultar gananciosos en el
Certamen electoral a celebrarse dentro del tiempo pautado. Es también
una forma de mostrar diafanidad y transparencia en su manejo público.
Se
recuerda que siempre se han hecho propuestas o solicitudes en tal
sentido, las que nunca han sido aceptadas, con argumentos que en
realidad no convencen, sino a los engreídos políticos que por
encontrarse en el poder o con su amparo, han menospreciado a sus
contendores, en forma huidiza y muy carente de seriedad y de
responsabilidad.
Lo rechazó Joaquín Balaguer en su momento y de igual forma lo han hecho todos los demás.
Todos
de una u otra forma, han argumentado que el que está arriba, entiéndase
en el poder, no necesita debatir con el que está abajo ya que de
hacerlo, lo que conseguiría seria elevar al contrario. Eso es
inteligente, pero solo a su manera.
Esto
ha sido visto por ciertos sectores de la sociedad, como una forma de
menosprecio, pero también ha sido definido como una forma de esconder el
temor de enfrentarse a situaciones en las que podrían quedar muy mal
parados y temiendo correr ese gran riesgo, usan sus argumentos poco
simpáticos.
Quien
mejor parado podría salir de un debate político frente a un opositor,
debería ser el que esté en el poder o en su sombra ya que sería quien
gozaría de una obra de gobierno realizada o en realización en la que
existirían elementos que no podría presentar el que esté en el lado
contrario.
Un debate con altura y respeto, con reglas claras, podría significar un crecimiento de la apertura democrática y una muestra de confianza frente a los electores ya que pondría en evidencia y a la luz de la verdad, las intenciones y planes con que contaría el pueblo en caso de que gane uno u otro contendientes.
¿Cuál es el temor entonces?.
Podría
ser que el que esté arriba tenga el temor, de que salgan a relucir
cosas que a veces ocurren tras bastidores y que no conviene ventilar en
tales escenarios.
Aspiramos
a que alguna vez la democracia política dominicana pueda consolidarse y
permitir el debate que permita a su vez, transparentar el quehacer y
manejo de la cosa pública en bien de todos.
Es
cierto que el que está arriba no está obligado a ir a ningún debate, es
decir que va si quiere, pero si no es que haya algo que esconder o
temor de que algo pueda descubrirse, por qué negarse a ir, argumentando
razones que no siempre convencen a nadie.
¡Que
se establezca un precedente favorable para el bien del futuro
democrático de país y que se hagan cuantos debates sean necesarios!.
Nunca se ha visto a nadie que tenga las de ganar, rechazar las propuestas.
¡Vayan al debate y el que tenga miedo, como dice el viejito de la esquina: “que compre un perro prieto”.