Tomado de El Nuevo Diario
Bogotá.- Más de 6.000 personas han acudido a la llamada de Spencer
Tunick la madrugada del domingo en Bogotá. El fotógrafo no solo ha
conseguido un desnudo masivo más para su colección, también ha sido
capaz de que los colombianos hayan salido de sus casas a las dos de la
mañana pese al frío que suele hacer esa hora en la capital colombiana,
más acostumbrada al otoño eterno que al calor tropical del resto del
país.
La
cita era en la plaza Bolívar, en el centro de Bogotá. A pocos metros de
la residencia presidencial, el ayuntamiento y la catedral de la ciudad,
este espacio se ha despertado con mayor seguridad de la que
habitualmente suele gozar durante las noches. El lugar elegido, según ha
explicado en más de una ocasión Tunick, responde a su manera de
entender su trabajo: reivindicar la belleza y naturalidad del cuerpo
humano frente a las principales instituciones del poder en Colombia.
Las
miles de personas que se habían inscrito a través de la web del Museo
de Arte Moderno de la ciudad (Mambo) -colaborador de Tunick en esta
empresa- y los que en el momento podían apuntarse al retrato no sabían
lo que iba a pasar. Habían recibido la confirmación de su participación,
pero sin pista alguna. Se esperaban 10.000 asistentes. Finalmente, la
cifra fue menor, como ya había anticipado el fotógrafo acostumbrado a
que la euforia inicial merme.
La
espera y el frío se han ido paliando con café y agua panela, una bebida
típica del país. Y con gritos y aplausos. Mientras los asistentes se
calentaban como podían, Spencer Tunick se movía de un lado a otro de la
escalinata de la Corte Suprema de Justicia controlando todo y dando
órdenes al equipo de trabajo. Sobre las cuatro de la madrugada, el
fotógrafo se dirigió a los congregados con un: "Hola Colombia", que fue
suficiente para que el griterío se adueñara de la Plaza de Bolívar. Fue
la señal para que los 6.000 retratados se despojaron de la ropa y se
dirigieran a centro de la plaza, donde el fotógrafo había dispuesto unas
piezas de madera a modo de tablas de surf encima de las que se debían
subir algunos de los asistentes.
Los
primeros disparos fueron para la multitud, que debía permanecer en
silencio, con los brazos pegados al cuerpo y mirando al frente. Un dron
se encargó de hacer el resto. Después, las mujeres fueron protagonistas
con una foto frente al Capitolio que continuó con otras en el cercano
Teatro Colón y el Centro Cultural Gabriel García Márquez a las que solo
unos pocos privilegiados tuvieron acceso. El resultado se podrá ver a
finales de año en una muestra en el Mambo de Bogotá.
EFE