Foto: 'El suicidio de Séneca' de Manuel Domínguez Sánchez. (1871)
'El suicidio de Séneca' de Manuel Domínguez Sánchez. (1871)
Héctor G. Barnés
Tomado de http://www.elconfidencial.com
La consolación era un popular género en el que el autor intentaba confortar a su destinatario a través de una breve reflexión. Séneca fue uno de sus maestros
El cordobés Lucio Anneo Séneca fue uno de los pensadores, escritores y oradores más reputados de la Roma del siglo I d.C. A pesar de su origen provinciano, su moralismo y estoicismo le convirtieron en un faro de luz en mitad de la deprimida época imperial en la que los valores tradicionales de la etapa republicana, Calígula y Nerón mediante, se encontraban en peligro de extinción. Era un seguidor del estoicismo de Zenón de Citio, Diógenes de Babilonia o Cicerón y una potencial amenaza para el emperador Claudio, que llegó al poder en el 41 d.C.
Aunque los historiadores no han sido capaces de ponerse de acuerdo, se sospecha que ese miedo es la razón por la cual el filósofo fue desterrado a Córcega poco después de la llegada al poder del emperador. No era la única de las desgracias a las que debía enfrentarse el filósofo andaluz, cuya salud siempre fue endeble (en alguna ocasión manifestó que no se quitaba la propia vida por el daño que podía causar en sus seres queridos; lo terminaría haciendo en el 65 d.C.). Apenas 21 días antes de su salida de Roma, su hijo había muerto.
La asiduidad del infortunio tiene algo bueno, y es que, atormentando sin descanso, concluye por endurecer
De ahí que decidiese escribirle a su madre, Helvia, una “consolación”. Se trata de un subgénero literario cuyos textos intentan aliviar el dolor de un ser querido a través de una digresión de mediana longitud, y que Séneca practicó con relativa frecuencia. Su madre tampoco lo tuvo nada fácil. Como él mismo expone en la carta, Helvia perdió a su propia progenitora durante su nacimiento, sobrevivió a su marido y tres nietos y en el momento de redacción de la carta, era muy probable que no volviese a ver a su hijo, que terminaría pasando ocho años en la isla.
La 'Consolación a Helvia' es considerado un clásico en un género que terminaría llegando hasta nuestros días, esta vez en forma de contenido viral. No solo por su particular concepción de cómo enfrentarnos al dolor, sino también porque supone un perfecto resumen del pensamiento estoico. Recientemente, Maria Popova ha rescatado esta consolación en 'Brain Pickings'. Nosotros recogemos aquí algunos de los puntos clave de la misiva, aunque el texto completo puede leerse en la Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes.
«Muchas veces, oh madre excelente, he sentido impulsos para consolarte, y muchas veces también me he contenido. Sabía que no se deben combatir de frente los dolores en la violencia de su primer arrebato, porque el consuelo solo hubiese conseguido irritarlo y aumentarlo; así como en todas las enfermedades nada hay tan pernicioso como un remedio prematuro. Esperaba, pues, que tu dolor agotase sus fuerzas por sí mismo, y que, preparado por la dilación para soportar el medicamento, permitiese tocar y cuidar la herida.»
Primera lección: Séneca opta por dejar pasar el tiempo antes de escribir a su madre para no apresurarse en su consuelo. Nadie lo hace, realmente. Resulta mucho más fácil (y cómodo) acudir al entierro, dar el pésame y volver a casa, dejando solos a los supervivientes de una tragedia. Las palabras del filósofo nos recuerdan que el dolor profundo surge con el paso del tiempo, cuando todo el mundo se ha marchado.
La estatua de Séneca en la Puerta de Almodóvar de Córdoba. (iStock)
«Así, pues, lejos de trabar combate bruscamente con él, quiero ante todo defenderle y alimentarle: despertaré todas sus causas y abriré de nuevo todas las heridas. Se dirá: 'Extraña manera de consolar, la de recordar las penas olvidadas; colocar el corazón en presencia de todas sus amarguras, cuando apenas puede soportar una sola'. Pero reflexiónese qué males bastante peligrosos para aumentar a pesar de los remedios se curan con los medicamentos contrarios. Voy, pues, a rodear tu dolor de todos sus lutos, de todo su lúgubre aparato; esto no será aplicar calmantes, sino el hierro y el fuego.
La asiduidad del infortunio tiene algo bueno, y es que, atormentando sin descanso, concluye por endurecer. La fortuna no te dio ni un solo día sobre el que no hiciese pesar la desgracia, ni siquiera exceptuó el de tu nacimiento.»
El camino más transitado para aliviar el dolor de los que nos rodean es intentar suavizarlo, cuando no directamente infravalorarlo o relativizarlo. ¿Quién no ha apelado a alguna gran tragedia para, comparativamente, intentar que el afligido se sienta mejor? La estrategia de Séneca es como la inmersión psicológica para superar una fobia: debemos enfrentarnos cara a cara con el dolor y dejarnos de paños calientes. Como él mismo escribió: “No hay nadie menos afortunado que el hombre a quien la adversidad olvida, pues no tiene oportunidad de ponerse a prueba”.
Una vez que la virtud ha endurecido el ánimo, le hace invulnerable por todos lados
«Todos hemos nacido para la felicidad, si no salimos de nuestra condición. La naturaleza ha querido que para vivir felices no se necesite grande aparato: cada cual puede labrarse su dicha. Las cosas adventicias tienen poco peso, y no pueden obrar con fuerza en ningún sentido: la prosperidad no eleva al sabio, ni la adversidad puede abatirle, porque ha trabajado sin cesar en aglomerar cuanto ha podido dentro de sí mismo y en buscar en su interior toda su alegría.»
Se suele atribuir a Séneca el siguiente aforismo: “No es pobre el que tiene poco, sino el que mucho desea”. También, “el colmo de la infelicidad es temer algo cuando ya nada se espera”. Este breve fragmento dentro de la larga carta de consolación a su madre le recuerda que no debemos buscar nuestra felicidad en lo externo a nosotros, puesto que no podemos controlarlo, sino en lo más íntimo de nuestro ser, esa fortaleza inexpugnable a salvo de los embates del día a día.
«Podrán contestarme: procedimiento artificioso es el de separar desgracias que en singular pueden soportarse, y no pueden serlo reunidas. El cambio de lugar es tolerable, si efectivamente solo se cambia de lugar: la pobreza es tolerable si no lleva consigo la ignominia, que es la que puede abatir el ánimo. Si se pretende asustarme con la multitud de males, contestaré con estas palabras: Si tienes bastante fuerza en ti mismo para rechazar un ataque de la fortuna, debes tenerla también para rechazarlos todos: una vez que la virtud ha endurecido el ánimo, le hace invulnerable por todos lados.»
El procedimiento de Séneca a lo largo de misiva es mostrar y detallar una por una todas las fuentes del dolor de su madre. Se entiende que es la unión de todas ellas lo que tanta consternación le causa. Acostumbrarse al dolor es como un entrenamiento. Tan solo exponiéndonos a él en grado máximo podremos hacerle frente siempre, en todos los casos, y estar preparados para el infortunio que acecha detrás de la esquina.
'La muerte de Séneca' de Rubens. (1615)
«Así pues, madre querida, como en lo que a mí toca, nada hay que deba hacerte derramar eternas lágrimas, resulta que solamente tus propios sentimientos te hacen llorar. Estos pueden reducirse a dos: porque te afliges, bien porque crees haber perdido un apoyo, o porque no puedes soportar el dolor de su ausencia.»
Séneca expone a su madre las razones por las que el destierro no es tan grave, con el objetivo de convencerla de que no es por él por quien debe sufrir. En ese caso, tan solo queda la posibilidad de que el sufrimiento sea interno. El filósofo le explica por qué tampoco ello debe ocasionarle pena alguna y concluye de la siguiente manera.
Para siempre
«Ningún sentimiento se deja dominar, y especialmente el que nace del dolor; porque este es enérgico y rebelde a todo remedio. Algunas veces queremos contener y ahogar nuestros suspiros, pero por nuestro rostro compuesto y fingido se ve correr el llanto. Algunas veces ocupamos nuestro ánimo en los juegos y combates del circo, pero en medio de estos mismos espectáculos que deberían distraerle, se siente abatido por oculta tristeza. Mejor es, pues, vencer el dolor que engañarle; porque distraído por los placeres, rechazado por las ocupaciones, despierta muy pronto después de acumular en el reposo fuerzas para desencadenarse; pero el que obedece a la razón se asegura perpetua tranquilidad. No te indicaré los medios que han usado muchos, tales como buscar el alejamiento en la duración de un viaje, o distracción en sus atractivos; emplear mucho tiempo en el examen de cuentas y administración de tu patrimonio; en fin, que te ocupes sin cesar en asuntos nuevos: todas estas cosas solamente sirven por breves momentos, no siendo remedios, sino aplazamientos al dolor: por mi parte, prefiero poner término a la aflicción, que engañarla».
La evasión es uno de los remedios más socorridos para hacer frente a la pena. Séneca lo rechaza, puesto que tan solo es un remedio temporal que no soluciona el problema, tan solo lo mquilla. Es una dura enseñanza moral: solo aquel que se enfrenta al dolor, admite las cosas tal como son y busca únicamente en su interior la fuente de la felicidad será capaz de sortear la adversidad.