Los plazos fatales
Orlando Gil/Tomado de Listin Diario
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UNO: CONDUCTAS DIFERENTES.- La Ley de Partidos se llevó el tiempo que se llevó y no fue culpa de la Junta Central Electoral que sometió el proyecto originario. Aprobada y promulgada, dejó a discreción de los partidos decidir la forma en que serían escogido sus candidatos, y el organismo de elecciones dio setenta y cinco días --que va corriendo implacable como todo plazo fatal- para que les informen al respecto.
Igual el pleno de la Junta Central Electoral acaba de aprobar un reglamento que deberá discutir con las agrupaciones políticas el 23 de octubre. Esto es, dentro de unos cincuenta días. La Junta, por lo visto y dicho, lleva adelante su parte del trabajo y concede a los partidos holgura de tiempo, de manera que no se sientan presionados y cumplan a las buenas de Dios. Conviene, sin embargo, pasar raya y observar las conductas entrambos. Mientras una se afana y afana, con resultados evidentes, la otra se permite perezas, y largas, como si para el 2020 faltaran diez años. Lo preocupante y grave del caso es que no ocurre de modo casual, sino hecho a propósito. Un propósito que no se explica, pero que la gente adivina. La Ley es una espada que pende sobre sus cabezas, y tarde o temprano caerá, pues se sostiene con una hebra de cabello
DOS: SOLO A UNO IMPORTA.- Como parte de las distracciones se dijo desde el primer momento que una ley no sería efectiva sin la otra. Que era conveniente conocer ambas, e incluso llegó a plantearse que fueran aprobadas juntas. Lo que tampoco hubiera sido nada del otro mundo, pues una podía ir al Senado y otra a la Cámara de Diputados, y sancionadas, simplemente intercambiarse. La Ley Electoral, sin embargo, nunca despertó el justo interés, y esa renuencia por igual la salvó de conflictos y polémicas. Ahora mismo está en manos de la comisión bilateral y se mueve a paso de tortuga grande, a la que le pesa la masa y el caparazón y hace de la arena de la playa el más amplio de los mundos. La Junta Central Electoral tampoco urge, y da la impresión de que podría salir a camino sin su auxilio u otorgando al reglamento de Ley de Partidos una autoridad superior. Esto es, convertirla en un arma de dos cañones. El único que hasta ahora insiste en la Ley Electoral es el partido Reformista, sin que se conozcan sus avances o determinaciones para cumplir con la Junta. ¿Cuál de las cúpulas decidirá, la que encabeza Quique Antún o la que dirige José Hazim? La primera se resiente cuando se acredita a la segunda, y la culpa no es de los periodistas ni de los medios, sino del Tribunal Superior Electoral, al que acuden ambos bandos indistintamente...
TRES: AMPLIACI”N EN PIE.- El delegado político del PLD adelanta que ese partido solicitará a la Junta Central Electoral una ampliación del plazo de 75 días. Mucho antes el delegado de elecciones había criticado que el organismo tomara ese tipo de decisión sin consultar o discutirlo con los partidos. Lo interesante es que Monchy Fadul, el político, y José Manuel Hernández Peguero, el de elecciones, pertenecen a grupos diferentes en el PLD. De manera que la posición sería institucional, de todo el partido. Desde fuera se entiende que el plazo es holgado, que dos meses y medio es mucho tiempo. Igual se piensa que debiera solicitar prórroga cuando se acerque la fecha y las adecuaciones no estén completas. El plazo se cumpliría el 6 de noviembre, por lo que faltarían justamente dos meses. Lo que intriga del caso es que el PLD está pensando en un cambio de fecha y no en hacer el trabajo. Un partido que no se reúne y cuyos organismos no funcionan por la pereza de sus miembros, no puede darse al capricho y afectar el cronograma de una entidad pública como la Junta Central Electoral, la cual tiene un cometido y se esfuerza por llenarlo. ¿Qué puede significar que después de haber planteado octubre para el reglamento y noviembre para la elección interna, ahora debe borrar y abrir una cuenta nueva?...
CUATRO: COMO SI FUERA EL MARBETE.- Como en el PLD gustan de los asuntos de tránsito, si luz verde o roja, o de llevarse o no el semáforo, lo que planteará a la Junta Central Electoral es parecido al conductor que pide prórroga de la placa antes de Impuestos Internos empezar la venta de los marbetes. Pero ese el caso de que hablaba al inicio. El organismo va haciendo camino al andar, cumpliendo sus metas, y queriendo que los partidos hagan de manera que todos juntos promuevan el curso. El PLD se agarra o piensa agarrarse de la situación del PRSC, cuya propiedad se discute en el Tribunal Superior Electoral, o del PRD, que tuvo la soga al cuello y que todavía no se sabe si terminará ahorcado. La verdad, sin embargo, es otra, y las dificultades reales todas suyas. ¿Que hay que readecuar los estatutos? Claro. Pero eso se sabía desde hace mucho y sin que la Junta Central Electoral, ahora con el reglamento de la Ley de Partidos, lo señale. La ya olvidada última reunión del comité Central dejó sobre la mesas algunas resoluciones del pasado congreso, a la espera de que se aprobara la nueva legislación y no hubiera que trabajar dos veces. Ahora, por tanto, es el momento. No es posible que solo se considere el gobernar sin darse cuenta de que el instrumento y la vía son elementos importantes, decisivos...