martes, 18 de agosto de 2020

ARTURO CUYÁS ARMENGOL: "Hace falta un muchacho", un excelente libro para los adolescentes, jóvenes y adultos

Miguel Rosales Ortega
Jueves 26 de diciembre de 2013
“Hace falta un muchacho”
Hace 26 años, un lunes 30 de noviembre de 1987, a las 10:40 minutos de la mañana, a mis 19 años de edad me encontraba con mi padre en San José, Costa Rica, en la Librería Universal. Habían transcurrido tres años de mi permanencia académica en el vecino país y estaba a pocas horas de despedirme de mi padre; él debía retornar al trajín de sus quehaceres en la Chinandega ardiente de la Nicaragua convulsiva e incierta de los años ochenta.


Mientras curioseaba estanterías interminables de conocimiento impreso en una variedad de libros novedosos y fascinantes, don Jesús Rosales terminó de escribir una dedicatoria en la anteportada de un libro que complacido me obsequió: Hace falta un muchacho , del escritor y periodista español, Arturo Cuyás Armengol.


Halagado por ese gesto de afecto abrí el libro en una de las doscientas y tantas páginas y enfoqué mi lectura en un párrafo escogido al azar, que señalaba lo siguiente: “No pueden haber consejos más cordiales ni más desinteresados que los que a un hijo querido da un buen padre. Y cuando el padre que los da es un hombre de corazón, de experiencia y de cultura, los consejos paternales que deja escritos tienen un valor excepcional…” Inmediatamente descubrí la esencia de aquel presente, hice una pausa en la lectura, contemplé a mi viejito, mi invencible héroe de infancia, empapados sus ojos, humedecidos los míos… lo abracé tiernamente.

En la literatura, Hace falta un muchacho , es una obra de orientación para la vida, valiosa en su contenido, digna de leerse y estudiarse; colmada de advertencias, lecciones de historia y sanos consejos para la juventud; contiene referencias, citas, siluetas de ilustres, obras y frases célebres de hombres igualmente célebres, entre algunos de ellos: Homero, Plutarco, Lincoln, Aristóteles, Franklin, Arquímedes, Platón, Galileo, Shakespeare, Cervantes, Newton, Dante; sin faltar la mención de la carta escrita por el maestro del género narrativo, Charles Dickens a su hijo menor o la colección de cartas que el diplomático inglés Lord Chesterfield dirigió a su hijo, en una de las cuales le decía: “No pierdas tiempo, hijo mío, en formar tu gusto, tus modales, tu mente y todo lo que has de tener; pues lo que, hasta cierto punto, seas a los 20 años, eso, con poca diferencia, serás todo el resto de tu vida”.

En Nicaragua, Hace falta un muchacho , es una irrefutable necesidad, pues efectivamente hace falta un muchacho en cada joven nicaragüense, un muchacho preparado a no ser indiferente con el presente y el futuro de Nicaragua, en el anhelo de verla próspera, grande y fuerte; con el convencimiento que esto solo se consigue preparándose y formándose —como parte de las generaciones que avanzan— en temas de educación, civismo, honradez, ideales, trabajo, carácter, voluntad, entre otros tópicos no menos importantes.

Como padre de familia, me pregunto: ¿qué estamos haciendo o a quién estamos encargando la responsabilidad para formar el corazón, educar la inteligencia, despertar la voluntad y modelar el carácter de los jóvenes nicaragüenses; inculcarles el amor al trabajo; estimular su atención y aplicación al estudio; infundir en su alma los tres amores: Dios, familia y patria; inspirarles sentimientos de caridad y de altruismo; fomentar su aspiración a elevados y nobles ideales; encarecerles la necesidad y las ventajas de la perseverancia; en una palabra, preparar su ánimo para combatir con inteligencia y con valor en la lucha por la vida, y hacer de ellos hombres de provecho, leales amigos, honrados vecinos y buenos ciudadanos.


Como hijo, extrañando a su padre, atesoro los consejos y las lecciones de rectitud que él siempre me inculcó con el ejemplo, en mi propósito perenne de agradecerle y demostrarle que sembró en tierra fértil y no en el desierto; y después de veintiséis años conservo casi incólume aquel releído libro que tiene la siguiente dedicatoria: “Para mi ´prenda adorada´, el Bachiller Miguel Rosales Ortega, estudiante de Ciencias Políticas en la UCR, con el inmenso cariño de su padre, este libro Hace falta un muchach o, con la seguridad que encontrará en esta obra todos los sanos consejos que un padre puede darle a un hijo tan lleno de ideales, optimismo y ansias de superación. Que en este libro encuentre el espaldarazo paternal que le ayudará a subir a la cumbre del éxito que valientemente persigue. Su padre, Jesús Rosales Morales”.

El autor es Politólogo, Abogado y Notario Público.

Ver en la versión impresa las páginas: 10 A


Publicado enPublicado en
Opinión
EtiquetasEtiquetas
estudiar leer