Alabanzas al discurso ante el reclamo a la Comunidad Internacional para que asuma su rol respecto a Haití, en el claro entendido de que República Dominicana ya no puede seguir cargando con un fardo tan pesado.
En cada gestión de gobierno los mandatarios de turno de nuestro país externan palabras muy parecidas ente el magno salón de la Organización de las Naciones Unidas (ONU). Anoche le correspondió al actual inquilino del Palacio.
Resulta que pedimos al “jefe de la denominada Comunidad Internacional” que vayan en ayuda de Haití, mientras ellos los “echan hasta con látigos de su territorio”.
Y lo peor es que nos creemos luego que hemos “acabado”, que el mensaje fue “histórico, valiente y necesario”, retornando con la frente erguida, los puños en alto y el rostro desbordante de alegría.
Despertando de la utopía quimérica, en el patio tenemos lo mismo: ilegales por doquiera con la mafia en la frontera, en las construcciones, plantaciones agrícolas, hoteles y en los comercios, repletos de los “vecinos” que pernoctan de forma ilegal en Dominicana.
Es la hipocresía en un discurso, amparado en la demagogia con un tema que nadie ha podido controlar.