miércoles, 25 de diciembre de 2024

BIENVENIDO MATOS PÉREZ: “Añoranzas de Navidad”

Por Bienvenido Matos Pérez…
Cambian los tiempos, cambian las cosas, cambia todo. Como una expresión genuina de la vida en su tránsito incesante hacia lo desconocido, pero las tradiciones cuando están tan intrincadas, cuando son de tan adentro, se mantienen, van y vienen con los tiempos. Aunque justo es decirlo, siempre sufren modificaciones.

He pensado muchas veces que quizás la mejor manera de evaluar la situación de un país, su economía, sus niveles de satisfacción, sus niveles de pobreza. Puede ser siempre la mirada objetiva, tranquila, de como celebran sus fiestas navideñas. Porque estas van perdiendo cada año su sentido integracionista, para convertirse en unas fiestas estrictamente comerciales, en las que se incentiva a la gente a la mezquindad, al gasto excesivo, al dispendio. 

Es todo un sistema publicitario, montado para incentivar al gasto, al derroche sin límites. En las navidades, no funciona el ahorro, se convierte en una palabra escondida, de la que nadie sabe en que rincón, en que lugar, en que sitio fue a sepultarse la palabra ahorro. 

Lo cierto es que al final de la jornada, los pobres empleados púbicos terminan en las prisiones de los prestamistas y son condenados a pagar un módico 20% y hasta un 40% si la necesidad es muy apremiante.

¿Pero se ha preguntado usted alguna vez que es la navidad? ¿Qué es lo que celebramos en estas fiestas? En mi humilde opinión respondo yo: La navidad es la celebración del nacimiento de Jesús, el hijo prometido de Dios para salvar a la humanidad. Jesús es un tierno regalo, el regalo más caro que alguien haya pensado dar y lo diera. Lo dio el altísimo para salvar a la humanidad. Dios quiso que, al nacer, Jesús naciera en el corazón de cada ser humano y que ese nacimiento implicara un cambio de actitud para todos, una esperanza. Dios que cumple siempre sus promesas, quiso que el hombre supiera que en Jesús comenzaba su plan de salvación, su proyecto de restaurar la raza humana, pero el hombre todo lo corrompe, todo lo daña, y es así como los valores intrínsecos que estas festividades llevan en su interior, hoy han desaparecido de forma abrumadora, de forma acelerada si se quiere, de forma desconsiderada, hasta convertir unas festividades que debieran servirnos como norte al puro y verdadero amor y no en un verdadero ocaso de los mejores sentimientos.

De todas formas, las navidades las fiestas nacionales más llamativas y más cultivadas por nuestra nación dominicana, y de todo el mundo, y de ellas uno recuerda aquellos momentos estelares que vivimos y que disfrutamos cuando el pueblo era pequeño, yo recuerdo de esas fiestas, que las esperábamos con el corazón henchidos de emoción, los famosos aguinaldos por las calles de la ciudad, cuando muchachos y muchachas, el pueblo, todos, peinaban las calles de nuestro pueblo cantando las canciones navideñas: a las arandelas. 

Nunca olvidare como los aires se llenaban de versos sencillos, pero llenos de emotividad y se escuchaban canciones como: “cascabel”, “lindo cascabel”, “con sus noches de alegría va llegando él”, “mi burrito sabanero”, “ven a mi casa esta navidad”, del famoso autor chileno Luis Aguilé, que se hizo un himno nacional por su hondo contenido espiritual y humano, de los que deben ser en las fiestas de navidad. Y otras tantas hermosas tonadillas que emocionaban al pueblo y nos llenaban de tiernas esperanzas.

Yo no olvido los intercambios de regalos en todas las instituciones, en los barrios, porque estos encuentros se constituyeron en espacios amables, cultores de la amistad, en estos espacios se estrujaban los afectos y hacían crecer la amistad sana y sincera, y la empatía, hacia niveles superiores de la convivencia. De esas fiestas navideñas, yo recuerdo muy bien, como la gente humilde pintaban a sus casas, algunos con calsomino, con cal simple, pero la gente se preocupaba por la higiene, la limpieza, y era la época de la navidad, la época de la más hermosa higiene, porque la gente se preparaba para hacer su cena y compartirla con sus vecinos, y circulaban cientos de platos, porque cada persona compartía la comida con sus semejantes más cercanos. 

Recuerdo también, como el Ayuntamiento Municipal de Barahona instituía “las alboradas musicales” por todas las calles de la ciudad y ¡Eran hermosas las navidades! 

Es imposible olvidar a un personaje popular de nuestro pueblo, a Victor Kundan, un obrero el ingenio de Barahona, que exhibía sus mejores atuendos, un año de negro, otro año, de blanco, para pasear las calles de la ciudad con un litro de Brugal en la mano, felicitando a sus hermanos, con la llegada del nuevo año, ese espectáculo terminaba en la tarde, cuando en brazos de amigos era conducido a su casa, muerto de un jumo.

Cuando la sirena del reloj público hacía sonar que eran las 12 de la medianoche, el pueblo se tiraba a las calles a darse el abrazo de fin de año y alborotados, todos sentían el amor del abrazo barahonero, sincero y puro, y las felicitaciones eran continuas y todos participábamos en esa algarabía, era notorio el bullicio, los fuegos artificiales, la ciudad vestía sus más hermosos trajes de la amistad, ¡Oh Dios, que hermosos eran estos días de la vieja navidad! Y todas estas efervescencias nos duraba hasta el día de los santos reyes, ocasión en que al que no le dejaban nada, debía esperar a la vieja Belén.

A todos nos hicieron creer y nos metieron en la cabeza que había que pedirles a los reyes magos lo que queríamos, y que había que ponerle hierba, regalos, mentas, para que los reyes que andaban en camellos, los alimentaran, y lo grande que los niños de entonces lo creíamos.

Pero las fiestas iniciaban en paz y en la paz de Dios terminaban. En esa época llenas de recuerdos, llenas de luz, están perdidas muchas añoranzas, que yo espero que alguna vez podamos recuperarlas y volvamos a ponerlas en práctica, como la tarjeta física de felicitación navideña, que se enviaban por correos, que mandaban a nuestras casas personalmente, y aspiro que podamos recuperar esas anécdotas y volvamos a ponerlas en práctica, porque son experiencias muy sensibles y de grata recordación, son expresiones culturales de cuando el pueblo era feliz y a la vez, inocente.