10/02/2025 00:00 | Actualizado a 10/02/2025 00:00
Se habló de tierras raras. Se abordó lo relativo a la lucha contra el narcotráfico y la corrupción. Se hizo referencia a la industria de los semiconductores y la Cumbre de las Américas. Se trató, en forma positiva a los intereses nacionales, lo relacionado con Haití.
Aunque es posible que fuese servido en el almuerzo sostenido en Palacio con el secretario de Estado norteamericano, Marco Rubio, lo cierto es que entre los temas abordados por el gobierno dominicano, hubo un ingrediente vital que brilló por su ausencia: el arroz.
Apreciado por la generalidad de los dominicanos, constituye un producto clave en la “bandera dominicana”, plato insigne de nuestra dieta nacional y un factor de gran importancia económica para segmentos fundamentales de nuestro país.
Como se sabe, la República Dominicana se adhirió al tratado de libre comercio entre Estados Unidos y Centroamérica en 2004, que pasó a llamarse DR-CAFTA.
Conforme a los términos de ese acuerdo, se produciría una eliminación gradual de los aranceles desde 2016 hasta el 2025, a partir de lo cual Estados Unidos y los demás países del acuerdo quedarían exentos del pago de impuestos por la importación de arroz a la República Dominicana.
Fue a partir del año 2006, durante nuestra gestión de gobierno, que nuestro país alcanzó la autosuficiencia en la producción del cereal y la generación de excedentes de exportación.
Esto así, debido a la aplicación del Programa Nacional de Pignoración, una medida que permitió a los productores de arroz disponer de un precio de sustentación que les garantizaba beneficios por sus operaciones y un precio asequible al consumidor.
Actualmente, el arroz representa el cultivo de mayor trascendencia económica y social del país. Se cosechan cerca de tres millones de tareas y se producen anualmente alrededor de 14 millones de quintales.
Su producción, procesamiento y comercialización, constituye una actividad económica de importancia para 21 provincias y 35 municipios del país. Cuenta con 30 mil productores. Genera unos 200 mil empleos directos y 300 mil indirectos; y contribuye con 42 mil millones de pesos, o lo que es igual, 700 millones de dólares a la economía nacional.
Preocupación por importaciones
La importación de arroz representa la principal preocupación para los productores nacionales. Tienen motivos para ello. Al estar la producción y exportación del cereal estadounidense considerablemente subsidiada por el gobierno, no hay forma de competir en términos equitativos, con países como el nuestro que no disfruta de esas facilidades.
Hubo un momento en que la mayor amenaza a la importación de arroz al mercado nacional estaba sustentada en una debilidad nuestra: la falta de productividad y competitividad.
Sin embargo, durante las últimas dos décadas, la producción nacional de arroz ha alcanzado avances significativos. Se han cultivado nuevas y mejores variedades. Se ha logrado un mayor tamaño del grano; y un mejor comportamiento en el molino y la cocción.
La evolución ha sido tan notable que en estos momentos, para poder venderse arroz importado, habría que mezclarlo con el criollo en una proporción no mayor de 10 a 15%, a fin de preservar la calidad de las marcas comerciales nacionales.
No obstante, con los costos de producción es poco lo que se ha progresado; y esto así, debido a la baja economía de escala, lo cual, a su vez, se deriva del tamaño de las fincas de la mayoría de los productores del país.
Todo eso impide la aplicación de tecnologías adecuadas, ya que prácticamente todos los insumos de producción, como maquinarias y equipos, combustibles, lubricantes, fertilizantes, herbicidas, insecticidas y fungicidas, son importados.
Pero la preocupación actual proviene por la desgravación de las importaciones derivadas del tratado DR-CAFTA que, como hemos dicho, en el caso del arroz, a partir de este año, 2025, sería de tasa cero.
En busca de solución
Las consecuencias de semejante situación serían catastróficas para nuestro país. En términos económicos, de generación de empleos y de paz social, el panorama nacional se tornaría sombrío.
Por tal razón, se comprende que a lo largo de los años distintos gobiernos hayan intentado establecer mecanismos de negociación con las autoridades de los Estados Unidos, con la finalidad de prorrogar o eliminar la tasa cero para la importación del importante producto del agro nacional.
Tomando en consideración la preocupación y el temor de los productores de arroz, la embajada dominicana en Washington, en agosto de 2022, solicitó modificar la eliminación gradual de aranceles.
La respuesta, empero, del gobierno estadounidense fue negativa. El argumento fue que “cualquier modificación a la eliminación gradual de los contingentes arancelarios implicaría un cambio en el acuerdo y requeriría la aprobación de todas las partes del DR-CAFTA”.
A eso se añadió: “como se señaló en ocasiones anteriores, Estados Unidos no apoya la reapertura o renegociación de los compromisos de acceso al mercado bajo el DR-CAFTA”.
Urgido, por consiguiente, de la necesidad de encontrar una solución al problema que tanto agobia a la industria arrocera nacional, el presidente de la República creó, en febrero de 2023, una comisión interministerial de industria, relaciones exteriores y agricultura, para ejecutar “las medidas necesarias que sirvieran para salvaguardar y proteger a los productores de arroz”.
De los trabajos de esa comisión resultó el decreto 693-24, del mes de diciembre del año pasado. En él se hace referencia al trato arancelario de República Dominicana ante la Organización Mundial del Comercio (OMC); al establecimiento de una cuota preferencial de 23 mil 300 toneladas métricas; y fuera de esa cuota, la aplicación del arancel Nación Más Favorecida (NMF) de 99%.
Todo eso ha creado regocijo y optimismo entre productores, molineros y comerciantes del arroz. Pero, se trata tan solo de una medida del gobierno dominicano con respecto a un tratado internacional que involucra varias partes, especialmente Estados Unidos.
Por esa razón, habría sido importante que el tema fuera parte, no solo del plato del día, sino de la agenda dominicana frente al nuevo gobierno del presidente Donald Trump.
Pero, lamentablemente, el arroz no estuvo en la mesa de negociaciones con el secretario de Estado Marco Rubio. Fue el gran olvidado.