La Laguna de Cabral o Rincón, el humedal de agua dulce más grande de la República Dominicana, se enfrenta a una crisis existencial. La progresiva y en ocasiones drástica disminución de su espejo de agua es el resultado de una compleja interacción de factores naturales y, en gran medida, antropogénicos que amenazan con borrar del mapa este vital ecosistema.
Ubicada en la provincia de Barahona, esta laguna ha sido históricamente un refugio de biodiversidad y el sustento de miles de familias. Sin embargo, en los últimos años, su agonía se ha hecho cada vez más evidente, transformando sus exuberantes paisajes en desoladores terrenos agrietados. Las causas de este desastre ambiental son multifactoriales y se entrelazan, creando un círculo vicioso de degradación.
El Desvío y la Mala Gestión del Agua: Una Sed Insaciable
Una de las causas más directas y señaladas por expertos y comunitarios es la gestión insostenible de los recursos hídricos que la alimentan. El principal afluente de la laguna, el río Yaque del Sur, ha sido objeto de la construcción de canales y desvíos para satisfacer la creciente demanda de agua para la agricultura intensiva en la región, especialmente para el cultivo de caña de azúcar, plátanos y otros rubros. Esta modificación del sistema hidrológico ha reducido drásticamente el caudal de agua que llega a la laguna, su fuente vital de renovación.
A esto se suma la construcción de presas en la cuenca del río, como el complejo de Monte Grande, que, si bien tienen como objetivo la generación de energía y el riego, también impactan el balance hídrico natural del que depende la laguna.
El Cambio Climático: Un Fantasma que Golpea con Fuerza
El escenario se ve agravado por los efectos del cambio climático. La República Dominicana, por su ubicación geográfica, es altamente vulnerable a sus impactos. En el caso de la Laguna de Cabral, esto se traduce en:
Aumento de las temperaturas: Que intensifica la evaporación del agua de la laguna, un cuerpo de agua de por sí poco profundo.
Disminución de las precipitaciones: Los patrones de lluvia han variado, con períodos de sequía más prolongados e intensos. Fenómenos como "El Niño" exacerban estas condiciones, reduciendo aún más el aporte de los ríos.
La Sedimentación: Un Enemigo Silencioso que Ahoga la Laguna
La deforestación en las cuencas altas de los ríos que alimentan la laguna ha provocado un aumento de la erosión. Las lluvias arrastran grandes cantidades de sedimentos que se depositan en el fondo de la laguna, un proceso conocido como colmatación. Esta acumulación de sedimentos reduce progresivamente la profundidad del humedal, disminuyendo su capacidad de almacenamiento de agua y haciéndolo más susceptible a la desecación durante las épocas de estiaje. En el pasado, se han anunciado planes de dragado para mitigar este problema, pero la solución a largo plazo reside en el manejo forestal de las cuencas.
Contaminación y Prácticas Insostenibles: La Presión Continúa
Además de la falta de agua, la calidad de la que llega a la laguna también es un problema. El vertido de agroquímicos y otros contaminantes provenientes de las actividades agrícolas circundantes deteriora la salud del ecosistema. A esto se suman prácticas de pesca y caza no sostenibles que han mermado la rica biodiversidad del lugar.
Una Gestión Deficiente y la Necesidad de Acciones Urgentes
Expertos y organizaciones ambientalistas también señalan la falta de un plan de manejo integral y sostenible para el Refugio de Vida Silvestre Laguna de Cabral o Rincón. La insuficiencia de recursos económicos y técnicos por parte de las autoridades municipales y nacionales ha limitado la capacidad de respuesta ante esta crisis multifacética.
La desecación de la Laguna de Cabral no es solo una catástrofe ecológica; es también una tragedia social y económica para las comunidades que dependen de ella para su subsistencia. La recuperación de este gigante de agua dulce requiere de un esfuerzo coordinado y decidido que aborde todas las causas subyacentes: desde una gestión del agua más justa y eficiente y la reforestación de las cuencas, hasta la adaptación a los inevitables impactos del cambio climático. El futuro de la laguna pende de un hilo, y el tiempo para actuar se agota.