Por Welnel Darío Féliz/Tomado de Campesino Digital
En homenaje a mi amigo, el barahonerísimo Virgilio Gautreaux Piñeiro
En abril de 1919, la glorieta
del parque Central de Barahona comenzaba a tener una nueva vida, pues en
ella se presentaría la ansiada banda de música. Se esperaba que cada
domingo, la banda subiera a su centro y resonaran nuevamente los
instrumentos musicales, aquellos que estaban silenciados desde hacía
casi una década.
Las esperanzas de la vuelta a
las retretas no fue fortuita, sino el resultado de ingentes esfuerzos
realizados por Eliseo Damirón y un grupo de barahoneros que crearon la
Junta Pro-Música en 1917. Esta junta fue erigida con la finalidad de
instalar la escuela y la banda de música, la que estaba cerrada desde
hacía años. La junta recaudó fondos para tales fines y recibió, además,
el apoyo del ayuntamiento y otros sectores del pueblo.
Las diligencias de la junta
dieron sus frutos de inmediato, pues para abril de 1918 llegaron
instrumentos nuevos y se nombró profesor a Emilio Guerrero para que la
dirigiera (AB, Sesión del 5-3-18). A los pocos días llovieron las
solicitudes de los jóvenes del pueblo para ingresar a la escuela, la que
en su boleta dio preferencia a las personas miembros de la antigua
banda.
Sin embargo, el funcionamiento
de la escuela fue tortuoso. Las quejas sobre el profesor comenzaron a
llover casi de inmediato, al punto de generar disputas entre éste y el
síndico, pues el maestro era un beodo y tal parece que no generaba mayor
empatía y confianza en los estudiantes, provocando que muchos
abandonaran la escuela cuando aprendían mínimamente el manejo de algún
instrumento. El aprendizaje de los estudiantes que quedaron duró cerca
de un año.
Las retretas iniciaron en abril
de 1919, pero su alegría duró muy poco. Los problemas con el profesor de
la banda se agudizaron, pues a su ya criticada inclinación al alcohol
se unió que dejaba a los músicos solos en los desfiles y en los
conciertos del parque, lo que llevó al ya cansado ayuntamiento, a
destituirlo en agosto del mismo año. Aunque se trató de nombrar otro
profesor, la banda fue disuelta a los pocos meses y la escuela cerró.
Para 1920, hubo un intento por
abrir la escuela, cuando el inspector de instrucción pública propuso se
crease con cargo a los fondos escolares y al ayuntamiento. Este proyecto
fracasó a los pocos días, por lo que Barahona permaneció así sin su
anhelada escuela y banda.
Fue en este escenario que arribó
a Barahona Clodomiro Gautreaux. La tradición familiar de los Gautreaux
de Barahona refiere que Clodomiro y otros músicos, llegaron a la ciudad,
desde La Romana, a amenizar una fiesta. Es posible que dicha fiesta se
escenificase durante la celebración de las patronales o alguna realizada
en esos días, pues los contactos de Gautreaux se produjeron en
noviembre de ese año, poco tiempo después del término de las
festividades a la patrona.
De alguna manera se enteró
Clodomiro Gautreaux que en Barahona no había escuela ni banda de música y
de la intención del ayuntamiento de que se instalase y funcionara a
plenitud. Por ello, el 28 de noviembre de 1921, desde La Romana, dirigió
una comunicación al ayuntamiento en la cual ofrecía “venir a dirigir la
academia de música” (AB, S 2-12-21) de la ciudad. Raudo, el
ayuntamiento contestó por carta del 5 de diciembre de 1921 y le comunicó
que aceptó su propuesta y resolvió “ofrecer a usted la suma de cuarenta
pesos mensuales como retribución a sus servicios, y por un lapso de un
año a contar por la fecha en que comience ud sus trabajos” (AB, Copiador
de oficios, 1921). En adición, el ayuntamiento le informó que cubriría
los gastos de la institución.
Interesado como estaba, el día 8
contestó Clodomiro que aceptaba la propuesta, a lo que el ayuntamiento,
el día 10, le informó su disposición de que inmediatamente se hiciera
cargo de la escuela, en una fecha tan rápida como el 15 del mismo mes,
“con el fin de que pueda ir organizando del mejor medio posible la
instalación de la Academia” (AB, Copiador de oficios, 1921).
A los pocos días arribó
Gautreaux a Barahona y el día 15, como había propuesto el ayuntamiento,
se instaló la academia de música en casa de Eloísa Méndez, mudándose el
maestro allí, pagando la suma de 25 mensuales por el alquiler (AB, S
16-12-21). El mismo día se le entregaron los instrumentos y este
prometió que en seis meses “ya daría música al pueblo” (AB, S 12-6-22).
En lo inmediato la escuela
comenzó a rendir sus frutos. Para enero ya tenía 18 alumnos y para mayo
ya generaba sorpresa el adelanto de los alumnos, lo que impresionaba al
pueblo y provocaba alegría en la comunidad. Dado el avance de la
academia y las esperanzas puestas en ella, el ayuntamiento la impulsó,
la dotó de uniformes y apoyó al profesor en su desarrollo.
Para mediados de 1922 ya el
sonido de los instrumentos llenaban las festividades. Los domingos en el
parque no serían iguales, pues la gente nuevamente rodeaba la glorieta
para disfrutar de las bellas notas musicales. Asimismo, las fechas
patrias, el día de la raza, fiestas patronales, desfiles y otros fueron
momentos en que la banda hacía acto de presencia. La banda sobrevivió a
Clodomiro y continuó con su derrotero muchos años después, gracias al
empuje de este romanense que llegó y murió en Barahona y cuyo legado
esta allí, esperando su rescate.
Nota: AB: Ayuntamiento de Barahona
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