domingo, 8 de enero de 2012

DAVID RAMIREZ! Carta a un amigo: Al que humillan y obedece… pierde dos veces

Por David Ramírez

Estimado amigo.

Desde hace muchos años vengo leyendo libros donde famosos gurú de la administración moderna han dejado establecido muy claro la diferencia entre ser un jefe y ser un líder.

Los conceptos de jefe y líder son términos diferentes que muchas veces se confunden: no todo jefe tiene liderazgo.

En una empresa no todo el mundo tiene el arte de influir sobre la gente para que trabaje con entusiasmo en la consecución de objetivos en pro del bien común.

No en toda empresa existe un líder que hace de la gente ordinaria, gente extraordinaria. Un líder que trate a los demás miembros de su personal como si fueran gente importante, que pueda inculcar el espíritu de equipo, de hacer del entorno un lugar positivo.

Es difícil para un empleado trabajar en un ambiente donde en vez de líder tengan un jefe que en todo momento deja entrever quien es el que manda, que sus ideas u opiniones deben imponerse por encima de todos. Lo peor de todo es cuando ese jefe no trata a sus empleados como personas, sino como medios para conseguir rating en un programa de radio, siendo de esa manera no vale la pena continuar en el mismo.

Tengo entendido que tienes un jefe que generalmente abusa de su autoridad, que quiere demostrar ante los demás que él es superior a todos, humillando y reprendiendo públicamente a sus empleados, pisoteando su dignidad como persona, en pocas palabras, un jefe que con sus acciones desenfrenadas y poco juiciosas, sólo busca destruir moralmente a la persona frente a su público.

Son jefes que se creen perfectos, pero son indeseables, jefes que suelen poblar la zoología en muchas empresas y organizaciones.

Como usted sabrá, para muchos escritores, la humillación pública puede considerarse como una forma de tortura ya que busca menoscabar la dignidad del ser humano.

Es cierto que todos necesitamos trabajar para poder subsistir, pero cuando una persona es humillada públicamente por su jefe, siente vergüenza,pero tiene dos opciones;abandonar la empresa o plegarse sumisamente a ella y aguantar lo inaguantable.

Pero a tu alrededor se ha construido un castillo de moralidad pública que debes cuidar.

Desde nuestra época de dirigentes estudiantil tu persona siempre ha sido respetada y querida por muchos. Eres de los pocos dirigentes de la antigua izquierda que aún mantienen su espíritu combativo, ejemplar, honesto y con una personalidad incorruptible, por lo tanto, lo más que podemos esperar de tí es tu salida inmediata de un programa de radio que no aporta nada a tu brillante carrera política.

Cuando una persona como tu es humillada publicamente lo primero que podrá recibir de sus amigos será la solidaridad, pero también sentir pena al saber que quien te humilló no tiene tu misma capacidad intelectual. ¡Recuerda que no ofende quien quiere, sino quien puede!.

Sepa amigo mio que cuando jefe como el que tiene humillan públicamente a sus empleados y se sienten con poder, existe la posibilidad de que repitan su humillación, esta vez peor que la anterior, sencillamente al darse cuenta que sus empleados les son sumisos y serviles.

Las relaciones son una calle de doble vía, obedecer ciegamente es peligroso, si aceptaste la primera vez una humillación y volviste al programa de radio como si nada hubiese pasado y ese jefe no se disculpó públicamente ante los oyentes, es muy probable que en ti se haya perdido el respeto por tu persona.

Cuando ocurra una segunda humillación pública ya nadie se inmutará, nadie se solidarizará contigo porque tú como persona habrá perdido credibilidad. Para tus amigos el “cirquero” y “showero” no será tu jefe, también lo serás tu, ambos serán tal para cual.

Para cuando hayas recapacitado te darás cuenta que perdiste el respeto por tu persona y la credibilidad en tus amigos, te darás cuentas que habrás perdido dos veces.

Porque al que humillan y obedece… pierde dos veces

David Ramírez

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