Los últimos diez días de la presente campaña
electoral han sido demoledores para la candidatura de Hipólito Mejía y
su tristemente célebre PPH.
La denuncia formal de los gobiernos de
Haití y República Dominicana de una conspiración para derrocar al
Presidente de Haití, Michell Martelli, y la divulgación de una cinta
magnetofónica autorizada formalmente por un juez de instrucción en la
que el Coronel (r) Pepe Goico, por instrucciones de Mejía, conversa con
un empresario haitiano para implementar acciones concretas en procura de
la caída del régimen legítimamente constituido, impactó a la opinión
pública poniendo de relieve y en primer plano a una de las figuras más
repudiadas y sombrías del país, a quien los asesores de Hipólito se
habían esmerado en mantenerlo fuera de la vista de la opinión pública.
No
bien el pepehachismo había salido del demoledor impacto de la trama
para tumbar a Martelli, cuando otra de sus figuras más señeras, el
doctor Guido Gómez Mazara, ex-Consultor Jurídico del Poder Ejecutivo en
el gobierno de Mejía, fuera acusado por un grupo de siete diputados del
PRD de tramar con otro dirigente pepehachista, Leo Adames, la muerte del
Presidente del PRD, ingeniero Miguel Vargas Maldonado, lo que ha puesto
en evidencia: a) la mentalidad truculenta y violenta del entorno de
Hipólito Mejía, aún en contra de sus propios compañeros; b) la grave
división con el sector Miguel Vargas Maldonado y el odio visceral que le
tienen a éste; c) el plan de desplazarlo de la presidencia del PRD, en
caso de llegar al poder, y desmiguelizar al partido blanco pasándole el
rodillo a los dirigentes locales y provinciales que durante los últimos
ocho años han crecido a la sombra del liderazgo del ingeniero Vargas
Maldonado.
La denuncia de la trama para matar a Miguel Vargas ha
agudizado, sin lugar a dudas, la crisis en el PRD a 30 días de las
elecciones. Como muestra de ello solo habría que apuntar la grave
confrontación ocurrida el pasado jueves cuando 19 vicepresidentes de la
JRD daban una rueda de prensa en el Hotel Santo Domingo en apoyo a
Miguel Vargas Maldonado y fueron interrumpidos violentamente por una
turba de enardecidos seguidores del pepehachismo.
Resulta un
razonamiento absurdo creer que faltando tan pocos días para las
elecciones presidenciales del próximo 20 de mayo un partido
profundamente dividido, lleno de odios y resentimientos, pueda ganarle
los comicios a un Danilo Medina y a una Margarita Cedeño de Fernández,
con un PLD monolíticamente unido, encabezado por Leonel Fernández; con
un Partido Reformista tirado a las calles en todo el país y con el
Bloque Progresista constituido por 12 partidos aliados, trabajando todos
como un solo hombre en procura de la victoria el próximo 20 de mayo.
Como
si todo esto fuera poco, la debacle pepehachista prosiguió con el
anuncio el pasado viernes de la Asociación Nacional de Jóvenes
Empresarios (ANJE), de que Hipólito Mejía se había huido del debate con
Danilo Medina, frustrando el deseo mayoritario de todos los ciudadanos
conscientes de este país que querían ver las capacidades, actitudes y
propuestas positivas de los dos hombres que se disputarán la presidencia
en 27 días.
Estimo que el solo hecho de rehuir el debate
propuesto por los Jóvenes Empresarios le costará a Hipólito Mejía no
menos de un 5% del porcentaje que le han dado las últimas encuestas que
lo sitúan entre un 43 y un 45%. Estimo que la llamada masa silente o
voto indeciso, que es el más consciente, ha visto en la huida de
Hipólito al debate una prueba palpable de que simplemente no está en
capacidad mínima de dirigir este país, en medio de una de las crisis
mundiales más grandes que recuerde la humanidad.
He conversado en
las últimas horas con muchos empresarios, profesionales de clase media y
jóvenes de diferentes universidades, a los cuales la declinación del
debate por parte del candidato pepehachista los ha inclinado de forma
definitiva a considerar a Danilo Medina como la persona con la
honestidad personal y capacidad necesarias para tomar el mando del
Estado Dominicano a partir del próximo 16 de agosto.
Concomitante
con estos graves errores de los últimos diez días del pepehachismo y sus
personeros más señeros, es evidente la orfandad de fortaleza de aliados
efectivos de esa alicaída candidatura. Es un secreto a voces en los
corrillos políticos los problemas con Hatuey Decamps, que prácticamente
ha desaparecido del escenario, a pesar de haber sido designado jefe de
campaña al momento de suscribir el pacto con Hipólito Mejía. Asímismo,
ha trascendido que Amable Aristy Castro no ha podido articular ninguna
fuerza significativa alrededor de la candidatura pepehachista, dando la
justificación y queja en privado de que no se le cumplió con los
recursos que le habían prometido.
La realidad objetiva es que
hemos entrado a la recta final de esta campaña con Hipólito Mejía en
picada, enmarañado en errores personales y de sus más cercanos
colaboradores, con un partido dividido y completamente a la defensiva,
lo que hace presagiar la debacle total de esa candidatura el próximo 20
de mayo.