Por: Juan Francisco Matos
BARAHONA.- Si la privatización
de los ingenios azucarero del estado significó la debacle para los
burócratas y las “botellas” que pululaban en los centrales del Consejo
Estatal del Azúcar (CEA), para los obreros cañeros representaba de
alguna manera la esperanza de que al pasar a manos del sector privado
los bateyes podrían ser dignos para vivir.
Los sueños se han vuelto
pesadillas para los trabajadores del ingenio Barahona que aseguran que
el nivel de vida a desmejorado, cuya descripción técnica de la situación
ofrecen varios bateyeros y sacerdotes.
Aseguran que la pobreza se ha
agudizado porque los empresarios guatemaltecos solo invierten en la
modernización de su empresa, descuidando el factor social. Por su parte
los empresarios hablan de un plan integrar de desarrollo que han
delineado, el cual es desconocido en los bateyes. Anteriormente los
obreros trabajaban menos y ganaban más dinero, pero ahora no hay vida,
sino que todo es dolor y miseria, en una zona que la gran mayoría de la
gente no halla conque comer. Picadores de caña desconocen a como se les
paga la tonelada o uñadas del producto, debido a que no están presentes
cuando es pesado.
Con tanto tiempo metido en los
bateye de la zona cañera, los trabajadores agrícolas comparan las
épocas, llegando a la conclusión de que la actual es mucho peo que la
anterior. Antes de la privatización había muchas botellas, pero se
respetaban los derechos de los trabajadores, se les permitía formar
sindicatos, no se obligaba al personal a trabajar fuera de los horarios
establecidos, se les pagaban las horas extras y no se desalojaba a las
personas que tenían años en terrenos del CEA, que construyeron viviendas
y establecieron conucos para la manutención familiar. Tampoco se les
cancelaba cuando se manifestabsn por algo que los perjudicaba, ni eran
enviados a morir a sus casas cuando enfermedades o accidentes de trabajo
los incapacitaban, para seguir laborando en el ingenio, como acontece
en la actualidad. “USTED YA NO SIRVE PARA NADA, VAYASE A MORIR A SU
CASA”.
Tan pronto cayó en sus manos el
ingenio, los empresarios guatemaltecos iniciaron una jornada para
desalojar a unas 700 personas que siempre habían vivido de los conucos
desde hace años con la promesa de que serían reubicadas en otros
terrenos que no tenían agua. Esa vez se temió un levantamiento social en
la zona cañera, si los empresarios continuaban con los abusos y sin
tomar en cuenta el factor social de la zona; esto no sucedió gracias a
la intervención de la Iglesia Católica. Esa vez se desató una represión
tan brutal contra los bateyeros, que algunos de estos quemaron algunas
maquinarias de la empresa como venganza. Muchos conucos fueron
destruiidos y sus propietarios amenazados por guardacmpestres y muchos
“tumba polvo”. Actualmente, estos “tumba polvo” defienden a rajatablas a
los dueños del ingenio.
Los braceros no saben cuantas
toneladas pican al día, ni como se les pagan, porque el producto no es
pesado en presencia de estos. Anteriormente la caña picada era pesada en
presencia de los picadores en una de las once grúas diseminadas en los
diferentes bateyes, en cada una de las cuales laboraban 22 personas. El
pago por este concepto es computarizado, cosa que mucha gente
inteligente no comprende, pero mucho menos los picadores. Antes un
picador ganaba 200 pesos o más al día, hoy gana menos de 60.
Lo único que ha hecho el
Consorcio Central Azucarero (CAC) ha sido eliminar la usura que existía
antes. Anteriormente en cada colonia había un superintendente y un
mayordomo cada uno de los cuales contaba con cuatro ó cinco trabajadores
que tenían bajo su cargo la responsabilidad y el control de toda la
zona cañera. Hoy solo hay unos tres superintendentes que hacen todo el
trabajo. Cuando un trabajador del campo ve acercarse un celador o
gurdacampestre, tiembla de miedo, debido a que este es el cuerpo de
elite que el CAC utiliza para reprimir a los obreros agrícolas. En este
cuerpo de elite, según los informes, hay chivatos o soplones.