miércoles, 25 de julio de 2012

ESTAMOS DE ACUERDO! Orlando Gil trata el tema de una administración más pequeña y menos costosa, a propósito de las reformas que vendrán

ORLANDO DICE
Hacer que la administración sea más pequeña y menos costosa

Orlando Gil
orlandogil@codetel.net.do/Tomado de Listin Diario
CON BIGOTE.- Las oportunidades pocas veces se pintan con cabellos y bigote, pero se da en ocasiones. Si una ley elimina los tantos cargos inútiles que existen en la administración pública y otra, todavía en curso, establece sueldos justos, pero controlados, el gobierno de Danilo Medina puede resultar más pequeño y barato. 


Y si además logra una reforma fiscal que no desborde los límites y provea los fondos ( por lo menos ) necesarios, podría verdaderamente hacer lo que nunca se hizo. Ahora se entiende la prudencia, la cautela, con que se maneja en la etapa de transición. Es mejor afinar los mecanismos, apretar los resortes, que estar creando expectativas, tal vez vanas, como si la campaña no hubiera pasado. Esa distancia con los suyos y con los aliados no solo se ajusta a su temperamento, sino que evita que contaminen sus planes y obligue a dar marcha atrás a sus mejores proyectos. Rubén Bichara no es tan locuaz como lo fue en su momento Roberto Rodríguez de Marchena, pero dejó entrever ese ánimo de esperar un poco más, de no adelantarse a los acontecimientos...

LOS LIMITES.- La paciencia que no tienen otros, Danilo Medina la suple cuando espera que ese movimiento de leyes y restricciones administrativas se establezca antes de posesionarse, de manera que pueda defenderse con el alegato de sus límites. No podrá nombrar m‡s de lo que permite la ley ni pagar por encima de lo consignado. No es lo mismo someterse que originar situaciones, como la de los controles de empleo y pago. Pues se habla del exceso en el gasto, y es una de las tantas denuncias de la oposición al gobierno, pero no se advierte que el mal se produce delante de los ojos de todos y que nadie protesta en el momento los tantos órganos y dependencias a que dan lugar las continuas reformas del Estado. Bill Clinton encontró una situación parecida cuando llegó al gobierno en Estados Unidos, y al darse de que era un problema, encargó al vicepresidente Al Gore de solucionarlo: Hacer que la administración fuera más pequeña, más manejable, pero sobre todo menos costosa. Los resultados podrían averiguarse, pero de seguro que algo se logró...

ADVERTENCIAS.- Danilo Medina hace bien en advertir la realidad de muchas cabezas y pocos sombreros o de muchos pacientes y pocas camas, pero debe decir más. Lo que recordó a los reformistas, obliga a otro tanto a los peledeístas. La caridad entra por casa dicen los transparentes, y si es verdad que los reformistas se fueron de la boca, la presión de adentro se siente hasta en la calle. Ese sentarlo en la cabeza de la mesa, junto al presidente del partido y del secretario general, lo ayuda, pues los compañeros se controlan. Si ocupara el lugar de antes a manera de chistes le saltaran al cuello. Con indirectas o con disimulos se las buscarían como los toros cuando las vacas andan sueltas y el instinto se aprovecha. El sábado, en la reunión del Comité Político, todos los presentes se acecharon unos a otros y estuvieron atentos a ver quiénes no se aguantaban y les giraban de primero. Nadie se acercó con esos fines, y cuando llegó el final, el presidente electo, ya entrenado, supo escurrirse con rapidez inusitada. Ese arranque de vehículos supera cualquier Fórmula Uno...

EL MARCO.- Las nuevas leyes, por tanto, crearían un marco adecuado para que Danilo Medina, al asumir el poder, empiece a corregir lo que está mal. Y no hay dudas: ese exceso de personal inútil o esos sueldos fuera de rigor deben estar entre las primeras correcciones. Ahora, no es que se vaya a extremo, y se hagan recortes sin ton ni son, solo para atender a sectores que olvidan las obligaciones del Estado o no toman en cuenta el factor humano. No. Simplemente que se vea el problema en su conjunto y se aplique un poco de justicia retributiva. La cual con solo eliminar el concepto de botín, o con evitar que el clientelismo se desborde, encuentra cauce. No es posible que la gobernabilidad interior, o la que aportan los aliados, solo pueda conseguirse con empleos. Nadie va a comer con principios, ya no se habla de ideales, pero tiene que haber alguna forma de contener las ansias. Las aspiraciones son legítimas, y es lógico que todos quieran entrar. Solo que el estadio tiene cupo y las taquillas están contadas. Son muchos los llamados y pocos los escogidos...