Las chances de Romney a menos de un mes de las elecciones
Por Luis Schenoni
Tomado de Infobae.com
¿Puede todavía el candidato republicano hacer olvidar su gaffe inicial y descontar la ventaja que le lleva Obama? ¿Qué factores favorecerían su competitividad en una campaña que será reñida hasta el final?
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El próximo 6 de noviembre, los Estados Unidos elegirán al presidente que liderará al país durante los siguientes cuatro años. Para los analistas, aún faltando menos tiempo, realizar predicciones se hace cada vez más difícil.
En las costas, especialmente en los centros urbanos, las victorias serán demócratas. En el centro del país, especialmente en las áreas más rurales, el voto será republicano. A lo largo y ancho de la nación, Obama lidera por cinco puntos las encuestas entre los votantes registrados. Pero esta información no ayuda a predecir mucho.
La contienda se definirá en los estados battleground o swing, aquellos que aún arrojan un empate técnico. Para alcanzar los 270 electores necesarios para ganar estas elecciones -a Obama le faltarían 33 y a Romney 79-, los candidatos deberán convencer, fundamentalmente, a los ciudadanos de New Hampshire (4), Iowa (6), Nevada (6), Colorado (9), Wisconsin (10), Virginia (13), Carolina del Norte (15), Ohio (18), y Florida (24). Aunque los estados con mayor cantidad de electores como Florida son centrales -para Romney este estado es indispensable-, cualquiera de ellos puede ser determinante. Pero ¿qué fenómeno definirá la elección de estos estados? No lo sabemos.
Por otro lado, muchos análisis han hecho hincapié en los asuntos importantes de esta campaña presidencial, como el futuro de Obamacare o la forma que adoptará una futura reforma fiscal y el impacto de estos temas en diferentes sectores del electorado. Sin embargo, a medida que los comicios se acercan, estos asuntos ya dividieron a los electores informados. La pregunta es ¿qué fenómenos pueden definir a los indecisos? Tampoco lo sabemos.
Responder a estas preguntas con certeza es imposible, en síntesis, no sabemos lo que pueda suceder en estas semanas. Pero algún análisis puede hacerse sobre las dimensiones estratégicas de esta campaña presidencial, aquellos factores estructurales o institucionales que pueden determinar que un cambio del equilibrio actual se produzca a favor de uno u otro candidato. Un análisis de estas dimensiones lleva a pensar que la campaña será reñida hasta el final y que, aunque Obama cuenta con mayor aprobación y 43 electores más al día de hoy, Romney tiene todavía mucho espacio por ganar y muy buenas chances de lograrlo.
En el terreno de los determinantes más estructurales, la dimensión económica es la que más preocupa a los demócratas. La cantidad de nuevos empleos que se generan por mes ha sido insuficiente para reducir una desocupación del 8% y el crecimiento de los Estados Unidos será de apenas 2,5% en 2012. Cualquier problema adicional en este delicado equilibrio económico podría empujar a una victoria de Romney como producto del hartazgo. Hasta el momento la campaña de Obama ha logrado disminuir el impacto de las críticas a la economía haciendo notar la inviabilidad de los planes alternativos, especialmente los perjuicios en materia de seguridad social y las inconsistencias presupuestarias detrás del plan fiscal republicano. Sin embargo, Romney ha negado muchos de los prejuicios que la prensa y la campaña demócrata tenían sobre su plan de reforma tributaria, desbaratando esta estrategia. Si el candidato republicano decidiera utilizar la carta de la economía con mayor determinación, muchos indecisos podrían volcarse por él. Después de todo, como le recordó Clinton a Bush padre hace dos décadas “es la economía, estúpido” lo que define el resultado de las elecciones.
La repercusión de la situación económica depende a su vez de la capacidad de comunicación de los dos candidatos. La campaña de Obama ha contado desde su comienzo con un perceptible apoyo en la prensa. A su vez, el manejo de coyunturas concretas, como el asesinato de los diplomáticos y funcionarios del consulado en Libia, ha sido mucho más profesional. En estos casos, si Obama no tiene el control de la agenda, casi siempre tiene una respuesta rápida e informada. Romney, del otro lado, pareciera inoportuno, falto de tacto y algo contradictorio cuando se lo ve a través de la prensa. Quizás por este motivo no haya podido instalar aún los temas que -como la situación de la economía- más lo favorecen.
Sin embargo, la situación parece haber cambiado a partir del debate presidencial del pasado miércoles. Romney resultó un mejor comunicador que Obama en ese contexto particular, que apela a la razón y las emociones del pueblo, sin intermediarios. Habrá que prestar especial atención a los dos debates restantes que enfrentarán a Obama y Romney los días 16 y 22 de este mismo mes.
Hilando más fino en este aspecto, la regulación de la comunicación de campaña es crucial. En los Estados Unidos la ley regula las elecciones, de modo que las campañas no son del partido, sino del candidato. Los comités nacionales de ambos partidos contribuyen con muy poco a sus candidatos, ellos “corren”' solos, con financiamiento privado, fundamentalmente de individuos que hacen donaciones limitadas a las campañas. Pero las campañas presidenciales del 2012 han adquirido una forma que pareciera generar ventajas estratégicas para los republicanos.
El financiamiento de las campañas es un punto fundamental. Desde el fallo ‘ciudadanos unidos’ de la Corte Suprema en el año 2010, los Comités de Acción Política (PACs) -entidades independientes de la campaña pero que apoyan expresamente a un candidato- pueden recabar fondos ilimitados de corporaciones e invertirlos masivamente en publicidades. El gasto en publicidades de los llamados ‘Super PACs’ se ha incrementado ostensiblemente este año y Romney -sus spots están en un 70% financiados por estas entidades- se ha beneficiado de esta situación mucho más que Obama -sólo un 30% de sus spots son financiados por comités.
Los demócratas, por su cuenta, también coordinan informalmente con sindicatos y grupos sin fines de lucro que abogan por un mayor ‘turnout’ o participación electoral de las minorías, especialmente en estados decisivos como Florida. En este sentido, también se benefician de la flexibilización del sistema de financiamiento posterior a ‘ciudadanos unidos’. Pero, en términos globales, estas elecciones presentan un sesgo a favor del financiamiento de publicidades republicanas.
El mayor financiamiento de las campañas las ha tornado más intensas y más largas -comenzaron en febrero en algunos estados-, pero el carácter descentralizado -a veces casi anónimo- de las publicidades a través de los ‘Super PACs’, sumado a la falta de cooperación entre los partidos en el congreso, también ha favorecido las campañas negativas en distintos medios. Los simpatizantes de Romney, por ejemplo, no han dudado en presentar imágenes de Obama arrodillado ante un jeque árabe y quién sabe qué tipo de publicidades puedan aparecer este último mes. Lo que sí se puede presumir es que las publicidades negativas sean más perjudiciales para el incumbent -el candidato que va por su reelección- y más aún en un contexto de alta desinformación. Sólo para tener una idea de este contexto, piénsese que el 18% de los norteamericanos cree que Obama es musulmán.
Otro aspecto es el carácter federal de las campañas. Cada candidato en cada rincón del país recauda su dinero y paga sus publicidades. A su vez, los candidatos a cargos nacionales, aunque pueden declarar su apoyo a los candidatos locales, no pueden hacer campaña juntos. Obama, por ejemplo, no sube a los escenarios de campaña con sus copartisanos en los estados y como producto del clima de polarización ya mencionado, muchos candidatos locales tampoco intentan vincularse al presidente de forma directa.
Esto genera una ventaja adicional para los republicanos, cuyos candidatos suelen poner el acento en la sacralidad de la décima enmienda -la autonomía estatal- lo que los hace más fuertes en este nivel. Romney, por no estar en funciones, puede a su vez vincular su campaña más directamente a las del nivel local y así, puede que se beneficie del arrastre republicano de las elecciones locales.
Así, el futuro de la economía, los debates presidenciales de octubre, el financiamiento y estilo de las publicidades de campaña y el aislamiento de las campañas presidenciales respecto de las locales, todo parece favorecer la competitividad de Romney en el mes decisivo de las elecciones. El candidato republicano parte de un piso bajo, fundamentalmente como consecuencia de su gaffe sobre “el 47% de la población”, pero aún así, tiene un buen auto y vía libre para correr esta carrera.
Luis Schenoni es docente en la UCA y becario de CONICET. Participó durante septiembre de un programa del Departamento de Estado sobre el sistema político y electoral estadounidense, entrevistando a miembros de ambos partidos, ONGs y oficinas públicas en cinco estados de los Estados Unidos