“La entrada a la ciudad de Barahona no puede seguir siendo un
peligro para la vida humana”
R. A. López
Ynoa/Tomado de El Expreso del Sur
Barahona, Rep. Dominicana
Hubo un tiempo en que las movilizaciones populares tuvieron
cierto grado de legitimidad siempre y cuando sus motivaciones partían de demandas
a situaciones carenciales reales y de insatisfacciones acumuladas por muchos
tiempos. Además de que constituían respuestas catársicas ante un gobierno de
fuerza, muchas veces ilegítimo.
Esos métodos fueron superándose a medida que las
circunstancias que los originaban fueron superándose y ciudadanía
misma fue adquiriendo conciencia de que
sus problemas se resolvían con el concurso de todos y se aprendieron mecanismos
más efectivos para que las autoridades atendieran sus reclamos.
Pero hay comunidades y barriadas en las ciudades que aún no
saben que esos métodos de luchas fueron sustituídos por los del diálogo y la
concertación, que el quemar gomas dañando la pavimentación, romper los
cristales de los vehículos, tirar escombros a las calles, destruir propiedades
privadas y enfrentar delincuencialmente a la Policía ya no son métodos
aceptados por la sociedad ni producen los resultados de otros tiempos.
Parecen no saber que son métodos desacreditados.
El barrio de Palmarito en la ciudad de Barahona es una de
esas barriadas. Se encuentra a la entrada de
la ciudad y las protestas, precisamente quizás por eso, tienen un efecto
perturbador puesto que obstruye la única vía de entrada a la ciudad y pone en
peligro la vida de todo el que entra o sale de la ciudad de Barahona.
La barriada de Palmarito empezó con protestas, que en el
ámbito de las exigencias sociales, la justificaban por las constantes y
extendidas tandas de apagones, pero en los actuales momentos, ni siquiera se
sabe por qué y para qué las hacen, y ahora las hacen mezcladas con actos de
vandalismo realengo.
Ya no importa que haya servicios de agua, de electricidad,
que recojan la basura, nada de eso ya importa, el asunto es interrumpir el tránsito,
romper cristales, tirar escombros a la vía pública, tratar de agredir a los
transeúntes, y si logran matar a alguien, mejor.
Algo que llama la atención es el hecho de que los actos
vandálicos no lo escenifican en el interior de la barriada, sino en sus
afueras, en la carretera, y la Policía se ha declarado impotente para
detenerlos.
Parece que Palmarito se ha tornado inmanejable, pero hay que
“meterle la mano” de una forma u otra. La entrada a la ciudad de Barahona no puede
seguir siendo un peligro para la vida humana y un atentado en contra de una
zona que no termina por definir su ruta
de desarrollo.
Una alternativa
Interesante sería crear otra entrada a la ciudad, como por
ejemplo, una circunvalación que conecte con la ciudad, o también podría
acondicionarse la entrada a Villa Central, o si no, construir una vía desde el
Cruce de Cabral.
No sería la primera vez que una ciudad cambia su entrada
principal, y consideramos pertinente que las autoridades competentes pongan en
su agenda esta posibilidad, porque no es sólo el peligro que representa
Palmarito, sino que existe otro que hoy luce aletargado, pero que puede en
cualquier momento explosionar.
En lo que esto se toma como alternativa y llega, la instalación
de un cuartel policial en las proximidades de la carretera podría ser un freno
para los actos delincuenciales en que se han convertido las llamadas protestas
de Palmarito.