martes, 9 de julio de 2013

LOPEZ YNOA TAMBIEN LE ENTRA! Estarán esperando que haya, por lo menos, un muerto?

R. A. López Ynoa
Barahona/Tomado de El Expreso del Sur

Tenía en carpeta un análisis sobre el impacto de las ejecutorias que actualmente realiza el gobierno en la región sur del país, particularmente, en la región Enriquillo, pero he  decidido dejarlo para otra ocasión para dedicar este espacio a una situación que a todos los barahoneros nos mantiene sumamente preocupados, y me refiero a las vacas realengas que a diario ponen en peligro la vida de quienes entran o salen de esta ciudad desde o hacia Santo Domingo.

Por no decir el riesgo de la vida de quienes transitan la zona nordeste, entiéndase, la barriada de Blanquizales, el de los Maestros, los solares de Milton, entre otros sectores de la ciudad.  Y lo mismo ocurre, aunque en menor medida, con el realenguismo vacuno en el centro de la ciudad.

Ese ganado vacuno parece no tener dueño, o dueños, y lo mismo da durante el día que durante las noches. Ellas, las vacas, son las dueñas  de las calles y de las carreteras de Barahona.

Esas vacas son las matatanas y no hay quién las recoja convirtiendo el tramo carretero Cruce de Cabral-Barahona y viceversa es un peligro público máxime cuando es la única entrada a la ciudad. 
El peligro es mayor debido a que los conductores van a velocidad de carretera.

Por suerte, a la fecha no ha habido desgracias personales aunque a diario  se reportan innúmeras situaciones en las que ciudadanos y ciudadanas, funcionarios y gente común,  han estado en riesgos de perder la vida, todo por un ganado, o por una persona, que pareciera doblegarles el pulso a las autoridades.

Y lo grave de la situación es el pleno conocimiento que tienen las autoridades municipales de este hecho y la indiferencia e indolencia que muestran dejando a la suerte la vida de todos cuando bien pudiera evitarse la ocurrencia de una desgracia.

La acción de la alcaldía local se limita a una cuña radial, pero nada más. Pareciera que se está a la espera de la ocurrencia de alguna desgracia, de una muerte,  para ponerle coto a la situación.

Ojalá no se llegue a eso.