De la Taza a las barajas
Por Yobany De León
Fue
a mediados del año 1981, cuando un equipo de fútbol infantil de Villa Central
(antiguo Batey Central), viajó a la ciudad de la Romana, a un intercambio
deportivo, conformado por más de 16 jugadores, dándonos un buen recibimiento
por parte de aquellos jugadores anfitriones, permitiéndonos tener una excelente estadía.
Ocurrió
durante nuestra permanencia un acontecimiento jocoso, el segundo día donde estábamos hospedados, recuerdo con
exactitud que dos de los muchachos decidieron guardar junto el poco dinero que les quedaba.
Al
parecer alguien pudo ver donde guardaron el dinero y luego lo sustrajo,
enterándose los dueños del dinero a los pocos minutos de lo ocurrido, llamaron
al manager del equipo y a otros de los muchachos, para expresarles que el
dinero que habían guardado, lo habían tomado, inmediatamente el manager reunió
al equipo completo dándole un plazo de 15 minutos, para que retornen el dinero en el lugar donde
fue sustraído.
Después
de cumplirse el plazo dado y sin aparecer el dinero, uno de los muchachos del
equipo de la Romana, enterado de lo sucedido, dijo conocer a una persona que
sabía leer la taza que nos podía decir y hacer que quien tenga el dinero pueda
retornarlo.
El
manager, que con interés de saber cuál
fue el que cometió ese hecho bochornoso accedió
a visitar con algunos de los jugadores a esa persona que vivía
aproximadamente a 100 metros del campo de futbol, se le explicó lo ocurrido, expresando que el
que cogió el dinero en la noche se va a caer de la cama y que sería esa la forma de saber quien fue el autor.
Esa
noche nadie durmió, no querían ni pegar un ojo, al fin amaneció y no pudimos
ver a nadie caer de la cama. Al llegar a Barahona alguien dijo que en el sector
Las Salinas, ahí si había un anciano llamado Sanó que sí sabía leer las barajas, después de explicarle, pidió
que fueran a cada cruce de calle, a
enterrar tres (3) pedacitos de
carbón y que antes de que pasara el día
sabríamos quien fue, nada de eso ocurrió.
Luego
de haber transcurrido más de 12 años, siendo todos ya mayores de edad, fue que
comenzaron a surgir hipótesis y algunos señalamientos lógicos sacando
conclusiones, para al fin saber ese secreto; ni el que leyó la taza, ni mucho
menos quien leyó las barajas, pudieron dar con el culpable de ese simple robo,
pues ya sabemos quién fue el autor y quizás este leyendo esta historia en estos
momentos.
El
desconocimiento y la ignorancia se hicieron cargo de unos muchachos que en ese
momento creían en cosas vanas, que ahora nos han servido de vivencias y
sabiduría, se gastó mucho más en la lectura de la taza y
barajas que el dinero perdido.