viernes, 12 de julio de 2013

YOBANY DE LEON! Se gastó mucho más en la lectura de la taza y barajas que el dinero perdid



De la Taza a las barajas
 Por Yobany De León
Fue a mediados del año 1981, cuando un equipo de fútbol infantil de Villa Central (antiguo Batey Central), viajó a la ciudad de la Romana, a un intercambio deportivo, conformado por más de 16 jugadores, dándonos un buen recibimiento por parte de aquellos jugadores anfitriones, permitiéndonos tener una  excelente estadía.  



Ocurrió durante nuestra permanencia un acontecimiento jocoso, el segundo día  donde estábamos hospedados, recuerdo con exactitud que dos de los muchachos decidieron  guardar junto el poco dinero que les quedaba.


Al parecer alguien pudo ver donde guardaron el dinero y luego lo sustrajo, enterándose los dueños del dinero a los pocos minutos de lo ocurrido, llamaron al manager del equipo y a otros de los muchachos, para expresarles que el dinero que habían guardado, lo habían tomado, inmediatamente el manager reunió al equipo completo dándole un plazo de 15 minutos,  para que retornen el dinero en el lugar donde fue sustraído.


Después de cumplirse el plazo dado y sin aparecer el dinero, uno de los muchachos del equipo de la Romana, enterado de lo sucedido, dijo conocer a una persona que sabía leer la taza que nos podía decir y  hacer que quien tenga el dinero pueda retornarlo.


El manager, que  con interés de saber cuál fue el que cometió ese hecho bochornoso accedió  a visitar con algunos de los jugadores a esa persona que vivía aproximadamente a 100 metros del campo de futbol,  se le explicó lo ocurrido, expresando que el que cogió el dinero en la noche se va a caer de la cama y que sería  esa la forma de saber quien fue el autor.


Esa noche nadie durmió, no querían ni pegar un ojo, al fin amaneció y no pudimos ver a nadie caer de la cama. Al llegar a Barahona alguien dijo que en el sector Las Salinas, ahí si había un anciano llamado Sanó que sí sabía leer las barajas, después de explicarle, pidió que fueran a cada cruce de calle, a  enterrar  tres (3) pedacitos de carbón y que antes de que pasara  el día sabríamos quien fue, nada de eso ocurrió.


Luego de haber transcurrido más de 12 años, siendo todos ya mayores de edad, fue que comenzaron a surgir hipótesis y algunos señalamientos lógicos sacando conclusiones, para al fin saber ese secreto; ni el que leyó la taza, ni mucho menos quien leyó las barajas, pudieron dar con el culpable de ese simple robo, pues ya sabemos quién fue el autor y quizás este leyendo esta historia en estos momentos.


El desconocimiento y la ignorancia se hicieron cargo de unos muchachos que en ese momento creían en cosas vanas, que ahora nos han servido de vivencias y sabiduría, se gastó mucho más en la lectura de la taza  y  barajas  que el  dinero perdido.