POR ALEJANDRO SANTANA
La expresión es de la autoria de mi difunta abuela materna cuando yo le hacia alguna pregunta de esas que hacen los muchachos ingenuos, como aquella de quien le cambiaba las pilas al sol.
Su respuesta era siempre la misma,!todavía viene Pedro y Jaya, y cuando yo le preguntaba que a quien era que Pedro “jayaba”, me respondía a un “pendejo como tu”.
Y lo peor era que yo reaccionaba con otra tontería, abría lo boca bien grande y exclamaba ¡ah!, eran los tiempos en que había razones para que los muchachos fuéramos tontos o tardíos en entender las cosas de los mayores.
Transcurrido el tiempo en que me fui haciendo adulto, comencé a entender las respuestas a mis preguntas tontas, aunque en ocasiones reacciono de manera tonta al enterarme que aun hay tontos en el mundo.
Frank Jiménez del digital El Biran de NY, nos recrea la mente con un trabajo de los tiempos en que en las esquinas de las arterias comerciales de nuestra provincia habían adivinadores, que vestidos de negro y con una culebra al cuello” adivinaban nuestras vidas y acciones pasadas”.
Yo era de los que se deleitaba viendo decirle cosas a supuestos clientes, hablarles de premios, de suertes y en ocasiones escucharlos a ellos dando testimonios de resultados gracias a esas adivinanzas.
Ya cuando, fui locutor en una estación de radio de mi pueblo vino un astrólogo llamado Jaralaniurka, e instalo un programa de “astrología” donde adivinaba cosas a clientes.
Para no cansarles el cuento, el director de la estación vivía vecino de una mujer cuyo marido se había ido para Puerto Rico, y el se entero del contenido de la carta y le dijo al astrólogo, todo lo concerniente a ella.
En el programa se leyó la carta, el astrólogo acertadamente le dijo lo relacionado a su marido, agregándole que si no andaba rápido una puertorriqueña se lo quitaría, invitándola a la consulta.
En dicho encuentro el astrólogo le dijo cosas, le dio un brebaje para que santiguara la carta que le enviaría, que cuando el la leyera volvería a ser el hombre bueno de antaño.
Sorpresa cuando recibe la respuesta, el esposo le envía dinero que hacia meses que no lo hacia, una buena cantidad de la cual disfrute junto al astrólogo y el director de algunas cervezas bien frías.
Esa experiencia me hizo conocer de muchas maneras que se emplean para engañar a los incautos, métodos que no fallan, palabras claves en fin códigos para el engaño que se usan aun.
Pero lo que me hizo activar mis recuerdos de antaño de cuando mi abuelita me decía,!a un pendejo como tu, es una nota fechada por el digital Ecos del Sur en Bani que da cuenta de un tumbe a dos comerciantes por un brujo haitiano.
Le llevaron una considerable suma de dinero para que la multiplicaran, recibiendo de manos del brujo una caja cerrada con la indicación de que no la abrieran hasta que no llegaran a sus casas.
Resultado, en las cajas habían trozos de papel sanitario, paja y una arana, pero lo tonto de todo fue que volvieron donde el brujo que había emprendido la huida tan pronto ellos salieron del lugar.
Me reí al ver la información, no por la noticia en si ,sino por la manera tonta con que todavía se manejan muchas personas en estos tiempos de modernidad y recordé la frase de antaño de mi abuela,!todavía viene Pedro y Jaya!.