lunes, 21 de octubre de 2013

BIENVENIDO HEREDIA! Escarmiento a los Traidores, artículo de opinión


Escarmiento a los Traidores

Por: Bienvenido Heredia
“Mientras no se escarmiente a los traidores como se debe, los buenos y verdaderos dominicanos seremos siempre víctimas de sus maquinaciones.” Juan Pablo Duarte, Padre de la Patria


Traidores es como debe calificarse a los dominicanos que han torpedeado la sentencia No.168-13 del Tribunal Constitucional, usando argumentos puramente antinacionalistas y en contra de nuestra soberanía. Conocedores del estado de derecho y de los textos constitucionales de la nación, han condenado esa sentencia con el supuesto de que se están violando derechos fundamentales a cientos de miles de dominicanos de origen haitiano, alegando que dicha sentencia los despoja de la nacionalidad y los convierte en apátridas.

Incluso hay quienes han solicitado la intervención de la Corte Interamericana de los Derechos Humanos, como si nuestro país no tuviese derecho a decidir sobre cuestiones de interés puramente nacionales e internos.

Ellos desconocen, o se hacen, que la Convención Interamericana sobre Derechos Humanos, establece que el Estado no está obligado a otorgar la nacionalidad a los nacidos en su territorio, si estos tienen derecho a adquirir otra nacionalidad. Y como la constitución haitiana establece en su artículo 11 que todo hijo de haitiano es haitiano sin importar el lugar donde nazca, entonces no se puede alegar que son apátridas.

No obstante, es bueno reiterar que la mayoría de los haitianos que viven en República Dominicana (cerca de 500 mil) están en condición irregular, sin documentos o con documentos falsamente registrados. Sólo 11 mil de estos están registrados regularmente.

Los nacionales haitianos y sus descedientes residentes en el país suman aproximadamente unos 750 mil, y como en Haití no hay un registro civil que funcione con eficiencia, casi ninguno tiene documentos legales que identifiquen.

Los supuestos abanderados de la constitucionalidad, del funcionamiento de un verdadero estado de derechos y de la supuesta defensa a los derechos humanos, han interpretado la sentencia como antihaitiana. Con ello, han promovido la intervención en nuestros asuntos domésticos de organizaciones internacionales como la ONU, Amnistía Internacional y hasta la afrenta del bloque de países del Caribe, conocido como CARICOM, el cual llamó a formar un bloque caribeño en contra de República Dominicana.

Es bueno precisar que Amnistía Internacional tiene su sede en Londres, capital de Inglaterra, un país superdesarrollado, distante a decenas de millas de la pobreza de nuestra región caribeña.

Atrevidos “dominicanos y dominicanas” buscan condenas internacionales contra nuestro país, porque un tribunal competente (el TC) ha decidido poner orden en la casa, aplicando las reglamentaciones jurídicas que nos rigen.

Atrevidas “dominicanas” lanzaron la antihistórica y racista consigna “Todas somos Haití”, negando con ello su propia nacionalidad y olvidando que los propios haitianos no quieren volver a su país. Con esa consigna le están diciendo a quienes reclaman la dominicanidad por haber nacido aquí, que no son dominicanos, que son tan haitianos como sus padres. Es decir, que por hacerse simpáticos ante los organismos internacionales que los patrocinan, le han metido el cuchillo a sus “defendidos”.

En Chile y Colombia se han registrado sentencias contra inmigrantes, similares al de Juliana Deguis, pero la prensa no recoge protestas en contra de esas decisiones. Los gitanos son deportados en masa de Francia y otros países europeos, sin que tribunal internacional alguno haya condenado al estado francés.

No se entiende por qué en nuestro país hay sectores, que por simple politiquería y el afán de garantizar los recursos que reciben desde el exterior, antes de proponer una discusión abierta y democrática de la sentencia del TC y otras decisiones futuras, se presten al juego de organismos y países que quieren que el Estado Dominicano asuma por completo las miserias del hermano pueblo haitiano.

Anualmente paren en nuestros hospitales más de 40 mil mujeres haitianas, las cuales cruzan la frontera a recibir esos servicios sin que al estado haitiano le cueste un centavo. Ningunas o muy pocas tienen documentos que las identifiquen.

Recientemente ha surgido un cantante haitiano que, sin importar que ingresó al país hace pocos meses de forma ilegal, está siendo promovido por un productor artístico dominicano, con el aplauso cómplice de muchos tantos dominicanos.

De todos es conocido, hasta por Francia, Canadá y Estados Unidos, que nuestro país ha acudido en auxilio del vecino haitiano cuando nos ha necesitado, al punto que allá se han hecho inversiones de nuestros recursos, muchas veces mayores que las inversiones hechas en la Región Enriquillo de República Dominicana. Muestra palpable de que aquí somos solidarios hasta el extremo.

Es cierto que miles de hijos de haitianos han nacido en este país y merecen se les reconozca su condición de dominicanos, pero es necesario que regularicen su situación cumpliendo los requisitos de la ley. No son perdonables, mucho menos plausibles, cientos de casos como los denunciados por el Presidente de Junta Central Electoral, Dr. Roberto Rosario:

1.-El pastor Anastacio Salobo declaró como hijos suyos a 6 personas que eran hijos de nacionales no residentes. Sus hijos biológicos desconocieron esa declaración.

2.-El migrante haitiano William Medina Ferreras, que demandó a la JCE ante la CIDH, obtuvo documento mediante una suplantaciòn, haciéndose pasar como hijo de dominicanos (barahoneros).

3.-Ana Felicia Rodríguez Joseph, quien solicitó una declaración tardía como hija del dominicano Fernando Rodríguez, ya había sido declarada como haitiana en 1995, con el nombre de Gulmas Exume.

4.-La JCE rechazó la solicitud de declaración tardía del inmigrante haitiano Leonardo Abad, porque falsificó los documentos que soportaron su petición. Y,

5.-Una ciudadana haitiana suplantó a la dominicana Carmela Corniell, quien murió en 1995 en Detroit, EEUU, y con esa identidad falsa declaró a cinco personas.

En Estados Unidos y otros países, esos fraudes son juzgados como crímen federal.

Conociendo muchos otros casos de nacionales de otros países, incluyendo checos, polacos, griegos, filipinos, etc. se concluye que la obtención de una inscripción fraudulenta y contraria a la Constitución, no le otorga derecho de nacionalidad ni de ninguna otra índole a ninguna persona. (Según informaciones de la JCE, a 6 personas de Checoslovaquia se les retiró la ciudadanía porque la obtuvieron de manera fraudulenta).

La sentencia del TC envía un mandato a la JCE para que regule el status de todos los inmigrantes, especialmente de nacionalidad haitiana y de los nacidos en territorio dominicano hijos de haitianos. Eso implica la creación de un registro de extranjeros que residen en el país de manera irregular para comenzar a regular su situación y obtenegan los documentos legales y puedan así normalizar su estadía en territorio dominicano.

Como los traidores de la patria no leyeron esa parte de la sentencia o sólo les interesó la negación de la nacionalidad a Juliana Deguis, reivindico patrióticamente al fundador de nuestra nacionalidad: “Mientras no se escarmiente a los traidores como se debe, los buenos y verdaderos dominicanos, seremos siempre víctimas de sus maquinaciones.”