Las claves del milagro alemán
Los expertos debaten sobre la vertiginosa recuperación alemana. ¿Se debe a su modelo exportador?; ¿a la ausencia de burbujas y excesivo endeudamiento?; ¿a la evolución del tipo de cambio?; ¿o a la austeridad fiscal, la moderación salarial y la fortaleza competitiva?
Ángel Martín
Los excelentes datos del PIB de la economía alemanamuestran
un crecimiento del 2,2% en el segundo trimestre, una cifra sin
precedentes desde la reunificación. No es de extrañar que se haya
elevado el optimismo acerca de su pronta e intensa recuperación. También
parecen confirmar la buena gestión de política económica de la
Administración Merkel ante la crisis, en concreto, su mayor rigor
presupuestario -no exento de planes de estímulo "anti-crisis"-, frente a la política deficitaria de Obama y otros.
No obstante, no conviene precipitarse. En primer lugar, la banca alemana ha sufrido notables dificultades.
Recientemente se descubrió que 14 bancos alemanes no dieron todos los
datos sobre sus cuentas para la realización de los test de estrés, ya
que no detallaron su cartera de deuda soberana. Y como avanzó LD, la banca alemana presenta importantes necesidades de refinanciación a corto plazo.
Aunque en las últimas semanas se ha reducido considerablemente la atención sobre la crisis de deuda en Europa (PIGS), no se descarta que los temores resurjan, ya que los problemas de fondo persisten. Así, la banca alemana tendría otro frente de preocupaciones, ya que es el país con una mayor exposición a la deuda de los países europeos en problemas.
Con todo, las debilidades de su banca no deberían oscurecer lo
evidente: la mayor fortaleza de la economía alemana respecto a otras
economías europeas. Por ello, el lanzamiento de las cifras del PIB
ofrece un buen momento para el debate: ¿Qué explica la fortaleza de la
recuperación alemana?; ¿es sostenible?; ¿qué lecciones deberían aprender
otras naciones desarrolladas? Estas son las preguntas que plantea The Economist a diversos economistas.
Para Harold James, los buenos datos se deben, principalmente, al incremento de las exportaciones
como resultado del dinamismo de las economías emergentes. El riesgo de
esto es que la economía mundial entre de nuevo en recesión -la mayoría
de economistas descartan esta opción-, o bien que los vecinos de
Alemania sientan cierta envidia y traten de poner freno a sus
importaciones (proteccionismo comercial). Algo que no debería
descartarse, ya que países como Francia ya han criticado en alguna ocasión al país germano por su abultado superávit comercial. Sin embargo, James recomienda a los países europeos vecinos imitar el modelo exportador alemán, en lugar de criticarlo.
Por su parte, Carmen y Vincent Reinhart ponen el
acento en otro hecho: la excepción que representa Alemania en el
generalizado ciclo de auge y recesión basado en el crédito, la deuda
externa y las burbujas de activos (inmobiliarios, especialmente). Así,
el nivel de apalancamiento alemán se redujo en la década anterior
al estallido de la crisis, mientras que en otros países como Estados
Unidos, Irlanda o España se disparó. Por ello, Alemania no se enfrenta a
un escenario de un "largo y doloroso proceso de desapalancamiento",
como sí sucede en otras economías avanzadas.
Mientras, Alberto Alesina encuentra evidencias a favor de la ortodoxia fiscal en
la exitosa recuperación alemana, y en contra de la política de la
Administración norteamericana. Además, sostiene que la recuperación se
debe a factores estructurales y sostenibles -como las reformas laborales
pasadas y la moderación salarial, el avance del sector privado y los
incrementos en productividad-, en contraposición a los factores
temporales derivados del gasto público. Por tanto, recomienda a las
economías europeas llevar a cabo reformas estructurales pro-mercado.
Scott Sumner aporta un argumento adicional al debate: la evolución del tipo de cambio euro-dólar y la política monetaria. Dado que Alemania mantiene un modelo económico altamente competitivo
y basado en las exportaciones, éstas dependen en parte del tipo de
cambio del euro frente a otras monedas, en particular frente al dólar.
Sumner sostiene que la abrupta caída en el tipo de cambio a partir de
abril -debida a la crisis de deuda pública- es lo que explica en buena
parte la vertiginosa recuperación germana. Lo contrario habría ocurrido
para el caso estadounidense.
Beatrice Weder, sin embargo, contradice la tesis de
Scott Sumner, argumentando que alrededor del 40% del comercio alemán es
con Europa, donde los tipos de cambio (nominales) no juegan ningún
papel. Para ella, la clave no ha sido el tipo de cambio sino el dinamismo de la demanda extranjera de productos alemanes
y similares. Weder pone el caso de Suiza: sus exportaciones también
aumentaron notablemente, a pesar de que su tipo de cambio se apreció.
La clave no reside, pues, en las exportaciones netas, apunta, sino en el fuerte aumento de la demanda interna
en los dos últimos trimestres. Esto se debe a tres razones, según esta
analista. Primero, la política económica ha sido correcta, tanto en la
flexibilización del mercado laboral de años previos como en la respuesta
a la crisis. Segundo, los buenos fundamentales: elevada competitividad,
ausencia de burbujas y de excesivo apalancamiento. No obstante, señala
que el sector bancario permanece todavía en mal estado, lo que podría ser un "lastre" para los próximos años. Por último, la suerte también ha jugado su papel, al haber repuntado la demanda global de productos que produce Alemania.
Aunque Weder advierte: "La tasa de crecimiento potencial a medio-largo plazo se ha estimado entre un 1% y un 1,5%. Por tanto, no debería sorprender si dentro de unos meses la tasa de crecimiento de Alemania se desacelera".