“¿Qué te pasó? Mami abre el ojo”, le dice su hija a Blanca Batista, completamente ajena a la situación que vive su progenitora.
Con apenas 21 años de edad,
Batista siente que le han arrancado la mitad de su vida. Contó a
elCaribe que Estil Espinal, su expareja, en horas de la madrugada del 16
del septiembre de 2013 entró a su casa (Villa María, Distrito
Nacional), tras romper la puerta, y ante su negativa de “vivir con él”
(tener relaciones sexuales), la golpeó hasta que perdió el conocimiento y
como consecuencia de los golpes perdió un ojo.
Sus lágrimas corrían por su
rostro al recordar lo ocurrido. “Primero me golpeó con un celular en el
ojo, me partió y me dio con la hebilla de una correa”, indicó.
Tras tener una relación de seis
meses con Espinal, dos semanas antes de que la agrediera, ella le había
comunicado que no quería estar más con él porque no se sentía a gusto.
Indicó también que su vida ha cambiado luego de la agresión. “No es lo
mismo, siempre tengo que andar con lentes porque no tengo recursos para
la prótesis, me dijeron que la operación sin la prótesis cuesta 15 mil
pesos”.
La joven está terminando el
cuarto de bachillerato y pretende estudiar psicología. Su madre, Joselyn
Báez, suspira, piensa en el momento y dice que “ella no es la misma
joven alegre que era”. Batista, quien tiene por abogado a Víctor Sierra,
aclaró que la niña que tiene no es hija de su agresor.
El imputado fue enviado a
prisión por un año. Ayer se le conocería la revisión de la medida de
coerción y fue aplazada para el 25 de febrero.
Otra versión
El abogado, Hitler Fatule y la madre de Espinal, María Espinal,
manejan otra versión sobre los hechos. María dijo que el conflicto
surgió en una discoteca y que la joven era quien “mantenía” a su hijo de
27 años. El caso se conoce en el Quinto Juzgado de Instrucción del
Distrito Nacional.
Imputado: “Ella sabe que eso es mentira”
Durante el conocimiento de la
audiencia donde se le dictó un año de prisión preventiva a Espinal, éste
dijo que “ella (Blanca) sabe que eso es mentira. Eso fue en una
discoteca que pasó, un amigo mío me llamó y me dijo que fuera, cuando
llegué la vi en las piernas de un marido o novio que ella tenía, me fajé
con él, y la verdad no sé si fue él o yo que le dio, después de ahí me
fui”.
(Edward Roustand)/Tomado de El Caribe