Así reflejan los primeros datos oficiales, según indicó el
presidente de la comisión electoral. La agencia rusa Interfax señaló
que la participación fue superior al 80%. Serguei Axionov, primer
ministro de la península, celebró el resultado
De acuerdo a los primeros datos oficiales preliminares, más de 95% de los votantes de Crimea aprobaron este domingo la unión de la península separatista ucraniana a Rusia.
"Un "95,5% de los electores votaron en favor de la reunificación de Crimea a Rusia", indicó el presidente de la comisión electoral local Mikhailo Malychev.
Esos
datos se acercan a los arrojados minutos antes por el Instituto de
investigación política y sociológica de la República de Crimea, que indicaban que un 93% de los votantes habían dado el "sí" para la unificación de la península a Rusia.
De acuerdo a lo consignado por la agencia de noticias rusa
Interfax, la participación de los crimeos en el referéndum fue superior al 80%.
Una vez conocidos los datos, el primer ministro de la
península, Serguei Axionov, celebró la decisión "histórica" de unirse
a Rusia.
"Gracias a todos los que participaron en el referéndum
y expresaron su opción. Ahora hemos tomado una decisión muy importante que
entrará en la historia", declaró Axionov en su cuenta Twitter.
Un millón y medio de crimeos estaban llamados a las urnas,
aunque la minoría tártara, un 12% de la población, ha decidido no participar de
la consulta, que ha sido calificada como anticonstitucional por el Parlamento
ucraniano.
Rechazo de Estados Unidos
La Casa Blanca rechazó, sin sorpresa, los resultados del referéndum y criticó las acciones "peligrosas y desestabilizadoras" de Moscú en esta crisis.
"Este referéndum es contrario a la Constitución de Ucrania,
y la comunidad internacional no reconocerá los resultados de esta
votación realizada bajo amenazas de violencia e intimidación por parte
de la intervención militar rusa", señaló el portavoz de la Casa Blanca, Jay Carney.
Horas antes de conocerse los primeros resultados, la Unión Europea condenó oficialmente el referéndum, al que calificó de "ilegal e ilegítimo", y anunció que se decidirán sanciones el lunes.
Crimea fue históricamente parte de Rusia hasta que la Unión Soviética la cedió a Ucrania en 1954, por decisión de Nikita Jrushchov. Sin embargo, Moscú mantuvo en el puerto crimeo de Sebastopol la base de su flota en el Mar Negro.
La población es en su mayoría rusohablante y favorable a la incorporación a Rusia. Al contrario, las minorías ucraniana y tártara, que representan el 37% de la población, pidieron boicotear el referéndum.
Los
electores debían optar entre "la reunificación con Rusia como miembro
de la Federación Rusa" o la vuelta a un estatuto de 1992, que nunca fue
aplicado, que da una autonomía más amplia a la región.
La opción de mantener el estatus actual dentro de Ucrania no formaba parte de las opciones.
El camino al referendo
Los problemas territoriales de Ucrania dudosamente tienen
sus raíces en las protestas que llevaron al derrocamiento de Yanukovych, que
gozaba del respaldo del Kremlin y tenía su base de apoyo en el sureste de
población principalmente de etnia rusa. Las manifestaciones comenzaron en
noviembre cuando Yanukovych abruptamente se rehusó a firmar una muy esperada
asociación política y acuerdo comercial con la Unión Europea, optando en su
lugar por lazos más fuertes con Rusia.
Semanas de marchas pacíficas fueron interrumpidas por
estallidos de violencia que culminaron con la muerte de decenas de
manifestantes a finales de febrero.
Un acuerdo de paz entre el gobierno y la oposición fue
supervisado por diplomáticos de la UE, pero ese pacto fue sobrepasado a los pocos
días cuando los manifestantes tomaron el control de la capital, Kiev, y la
policía abandonó sus puestos. El Parlamento votó para sacar a Yanukovych del
poder y pronto nombró un reemplazo.
Una propuesta inicial en el nuevo Parlamento que
habría degradado el estatus del idioma ruso fue recibida con preocupación en
algunas partes del país. Rusia también ha manifestado abiertamente su
indignación sobre lo que aseguran es el inexorable aumento de la presencia de
grupos radicales nacionalistas, algo que los críticos sugieren es un ejercicio
de falsedad.