Viernes Santo/Tomado de Wikipedia
El
Viernes Santo es una de las principales celebraciones de la religión
del Cristianismo, dentro de la denominada Semana Santa. Este día se
recuerda la Muerte de Jesús de Nazaret.
En este día, la Iglesia Católica manda a sus fieles guardar ayuno y abstinencia de carne como penitencia.
Cristo Crucificado, por Diego Velázquez (1599-1660).
El
Viernes Santo es una de las principales celebraciones de la religión
del Cristianismo, dentro de la denominada Semana Santa. Este día se
recuerda la Muerte de Jesús de Nazaret.
En este día, la Iglesia Católica manda a sus fieles guardar ayuno y abstinencia de carne como penitencia.
Índice
Liturgia de Viernes Santo
En la religión católica siguiendo una antiquísima tradición, en este día no se celebra la Eucaristía y se adora la Cruz.
En lugar de la Misa, se celebra la
“Liturgia de la Pasión del Señor” a media tarde del viernes, de ser
posible cerca de las tres de la tarde, hora en la que se ha situado la
muerte del Señor en la cruz.
Por razones pastorales puede celebrarse más
tarde, pero no después de las seis de la tarde.
El
sacerdote y el diácono visten ornamentos rojos, en recuerdo de la sangre
derramada por Jesucristo en la cruz. Los obispos participan en esta
celebración sin báculo y despojados de su anillo pastoral. Antes de
iniciar la celebración, el templo se presenta con las luces apagadas, y
de no ser posible, a media luz. El Altar (y los laterales) se encuentran
sin manteles ni adornos, mientras que a un costado de éste, ha de
disponerse un pedestal para colocar en él la santa cruz que será
ofrecida a veneración.
El
comienzo de esta celebración es en silencio. El sacerdote se postra
frente al altar, con el rostro en tierra, recordando la agonía de Jesús.
El diácono, los ministros y los fieles se arrodillan en silencio unos
instantes. El sacerdote, ya puesto de pie, se dirige a la sede donde
reza una oración (a modo de oración colecta).
En
seguida, estando los fieles sentados, se proclaman dos lecturas, la
primera del profeta Isaías (el siervo sufriente) y la segunda del
apóstol san Pablo, intercaladas por un salmo (“Padre, en tus manos
encomiendo mi espíritu”).
Después de
la segunda lectura, sin aclamación, se proclama el relato completo de
la “Pasión según san Juan”, en cuya lectura participan varias personas,
leyéndose los papeles de Jesús (por el diácono o el sacerdote), el
cronista por una persona y el Sanedrín (las personas que aparecen en el
relato) por otro, siendo un seglar el que informa de lo que se va a ir
realizando a lo largo de ésta celebración, al igual que en el día
anterior. La homilía es algo más breve de lo habitual debido a lo
extenso del Evangelio.
Luego
tienen lugar las peticiones, hechas hoy de manera solemne por la
Iglesia, el Papa, los clérigos, fieles, gobernantes e incluso por los no
católicos, los judíos y los ateos.
Después
tiene lugar la veneración del Árbol de la Cruz, en la cual se descubre
en tres etapas el crucifijo para la veneración de todos. El sacerdote
celebrante va a los pies de la iglesia junto con dos personas (diáconos o
monaguillos normalmente) que portan unos cirios y va avanzando con la
cruz tapada con una tela oscura o roja y la va destapando mientras canta
en cada etapa la siguiente aclamación: ” Mirad el árbol de la cruz,
donde estuvo clavada la Salvación del Mundo”, respondiendo los fieles y
el coro “Venid a adorarlo”, de modo que al llegar al Altar queda
totalmente descubierta.
A
continuación los sacerdotes besan la cruz y después todos los fieles.
Mientras, se suele cantar alguna canción, la única en toda la
celebración. Las que están mandadas en el Misal Romano son tres, que se
cantan a continuación una de otra: Los “Improperios” o reproches de
Jesús al pueblo, el “Crux Fidelis” (“Oh Cruz fiel”, alabanzas a la cruz
de Cristo), y el “Pange Lingua” (Canta Oh Lengua, himno eucarístico, que
se canta durante el traslado del Santísimo Sacramento desde el
Monumento al Altar).
Terminada
esta parte, se coloca un mantel en el Altar y el celebrante invita a los
fieles a rezar el Padre Nuestro como de costumbre. Se omite el saludo
de la paz, y luego de rezado el Cordero de Dios, se procede a distribuir
la Comunión a los fieles con las Sagradas Formas reservadas en el
monumento el día anterior, o sea, Jueves Santo. La celebración culmina
sin impartirse la bendición, al igual que en el día anterior ya que la
celebración culminará con la Vigilia Pascual, y se invita a esperar
junto a María la llegada de la Resurrección del Señor, pero mientras
tanto, se produce un profundo silencio y meditación sobre la Muerte del
Señor. A continuación los sacerdotes, diáconos y ministros se marchan en
silencio a la sacristía. En esta acción litúrgica se recoge una
colecta, destinada a financiar el mantenimiento de los Santos Lugares
donde vivió Jesucristo. Los encargados de mantener estos lugares son los
Franciscanos Custodios de Tierra Santa.
Junto a
las ceremonias que tienen lugar en los templos, en muchos lugares se
conmemora el Viernes Santo con el rezo del Vía Crucis literalmente el
camino de la cruz, donde a través de catorce estaciones se rememoran los
pasos de Jesús camino a su muerte. Este suele realizarse en el templo
(donde hay representaciones pictóricas o relieves de las estaciones) o
por las calles en torno al mismo. En algunos lugares existe la costumbre
de que algunos fieles, debidamente caracterizados, dramaticen las
distintas estaciones.
También es
costumbre en algunos lugares la meditación de las Siete Palabras que
Jesús pronunció en la Cruz. En otros sitios se celebra la procesión del
Santo Entierro y el turno de vela ante el sepulcro.
En muchos
lugares por la mañana del Viernes Santo, al igual que al día siguiente,
suelen predicarse retiros espirituales y se dispone de sacerdotes
atendiendo confesiones.
El Viernes
Santo es el único día del calendario litúrgico católico donde no se
celebra la Misa, como luto por la muerte del Señor. Las campanas
permanecen mudas, siendo sustituidas en algunos lugares por matracas de
madera. Tampoco el órgano suena, excepto para marcar el tono, y se evita
el canto polifónico.