Manuel P. Villatoro@abc_es / MADRID
Desde que un cronista hispano
vio como Moctezuma se tomaba varias tazas de chocolate antes de ir a su
harem, la bebida se convirtió en sinónimo de lujuria
El curioso afrodisíaco que ansiaban los conquistadores españoles
Archivo ABC/Tomado de abc.es
ELos conquistadores usaron el cacao como moneda de transacción comercial
Desde que Cristóbal Colón se
topó con él en uno de sus viajes, el chocolate se ha convertido en una
bebida dulce adorada, sobre todo, por los más pequeños. Sin embargo,
hubo una época (hace aproximadamente cinco siglos) en la que estaba
terminante prohibido que los niños tomasen cacao. No era para menos
pues, según contaban las crónicas de los conquistadores españoles, era
un potente afrodisíaco recién descubierto que permitía al emperador
Moctezuma «cumplir» con las múltiples mujeres de su harem. La leyenda le
fue propicia a este alimento, pues durante nada menos que tres siglos
se asoció su imagen a la lujuria y la depravación.
Este curioso uso del chocolate
durante la conquista (o colonización) española de América es una de las
tantas anécdotas que, el pasado 19 de mayo, explicó el historiador
Nikita Harwich –profesor de la Unverisdad de Paris Ouest Nanterre «La
Défense»- en la Casa de América de Madrid durante la conferencia
«Chocolate de Indias». En ella, el experto hizo un repaso a través de la
historia de esta actual golosina que, durante años, fue considerada una
medicina reconstituyente y que llegó a ser parte de las raciones de
combate de la Royal Navy en el S.XVIII y del Ejército de los Estados
Unidos en la Segunda Guerra Mundial.
Colón, el descubridor del chocolate
¿Cuándo conocieron los europeos
el chocolate? Para responder esta pregunta, es necesario retroceder en
el tiempo hasta el S.XVI, momento en que un marino bien conocido por
estos lares andaba haciendo su cuarto viaje hasta las Américas. «El
primer europeo que se topó con la almendra del cacao fue, según contó
posteriormente su propio hijo, Cristóbal Colón. Fue cerca de Honduras,
cuando se encontró con una piragua llena indígenas (presumiblemente
mayas) que llevaban un cargamento de este desconocido fruto», explica
Harwich en declaraciones a ABC.
Sin embargo, Colón (que andaba
más pendiente de encontrar Cipango que de otra cosa) no le hizo caso a
este alimento. Y más le hubiera valido prestarle atención, pues –por
entonces- las propiedades reconstituyentes de las almendras del cacao y
su valor hacían que fueses utilizadas por los nativos como una especie
de «moneda de curso legal» con la que adquirir todo tipo de bienes y
servicios y realizar intercambios comerciales.
El curioso afrodisíaco que ansiaban los conquistadores españoles
Mujer azteca espumando cacao
WIKIMEDIA
Por suerte, 20 años después el
conquistador español Hernán Cortés se volvió a topar con estas almendras
y supo apreciar su importancia. «Cortés se encontró en su camino a
Tenochtitlan con las almendras de cacao. Lo sabemos por las cartas que
escribía a Carlos V, en las que afirmó haber hallado este alimento. Le
llamó la atención que estas almendras eran utilizadas de dos formas. En
primer lugar, como elemento para elaborar una bebida reconstituyente que
permitía recuperar fuerzas tras largas caminatas y, en segundo, como
moneda de intercambios comerciales», determina Harwich.
Aun con todo, en un primer
momento los españoles no apreciaron demasiado el cacao como alimentos
(aunque sí como moneda) pues los indígenas elaboraban con él bebidas muy
amargas y picantes. De hecho, no fue hasta 1530 cuando a alguien se le
ocurrió añadirle azúcar, una sustancia que –aunque era sumamente cara-
hizo que los europeos empezasen a apreciar el cacao y entender que podía
ser agradable para el paladar. Medio siglo después, comenzaron a llegar
cargamentos y cargamentos del nuevo descubrimiento a España.
Oro negro
Mientras todo aquello sucedía en
la vieja Europa, los españoles pronto entendieron los beneficios que
les reportaría usar las almendras del cacao como moneda. Por ello,
siguieron con aquella tradición durante siglos. «La almendra del cacao
se siguió utilizando como moneda de cambio hasta el S.XIX en el Sur de
América. Esto era favorecido por los españoles ya que, de esa forma, se
evitaban tener que hacer las transacciones en oro y plata y podían
transportar estos materiales hasta España. El tributo que pagaban los
indígenas a la corona española también se hacía en almendras de cacao»,
completa Harwich.
Los servicios de una prostituta valían entre 8 y 9 almendras de cacao De hecho, en el Sur de América se creó una tabla de conversión entre las almendras del cacao y la moneda en uso para que ningún colono fuera estafado y pagase más chocolate del debido durante una transacción comercial. «En la crónica de Gonzalo Fernández de Oviedo (el primer cronista de indias que viajó al Nuevo Mundo) se nos dice –por ejemplo- que los servicios de una prostituta valían entre 8 y 9 almendras de cacao. También se podía utilizar para comprar en el mercado o adquirir un esclavo (algo que era bastante costoso). Tan importante eran las almendras del cacao, que se falsificaban como se hace hoy en día con el dinero», completa el experto.
El afrodisíaco de Moctezuma
A pesar de que, en principio, el
sabor amargo del cacao no gustó demasiado a los españoles, lo cierto es
que fueron muchos los que ansiaban tomarlo. La «culpa» (si es que se
puede llamar así) la tuvo un cronista del conquistador Hernán Cortés
quien, en uno de los libros que escribió, atribuyó a este alimento una
curiosa función: la de ser un potente afrodisíaco.
«Bernal Díaz del Castillo, uno
de los compañeros de Hernán Cortés, hizo que el chocolate se ganara una
curiosa reputación que le duró tres siglos. Este español escribió un
libro que fue una especie de “best seller” de la época en el que dijo
que, durante un banquete con el emperador nativo Montezuma, había visto
como éste se tomaba varias tazas de chocolate antes de marcharse a su
harem. Por ello, se pensó durante décadas que era un efectivo
afrodisíaco y, en los años posteriores, su uso se asoció a los ambientes
de lujuria. Además, sólo podían tomarlo los niños», determina Harwich.
Se desconoce si fue o no por esa
leyenda, pero lo cierto es que –en los años posteriores- Felipe II
envió a América a una serie de expertos para que analizaran las
propiedades del cacao y de otra serie de alimentos recién descubiertos
en el Nuevo Mundo. Entre ellos se hallaban, por ejemplo, la patata o el
tabaco. En el caso del chocolate, las conclusiones fueron sumamente
favorables.
«Llegaron a la conclusión de que
el chocolate podía tener propiedades terapéuticas y curativas. A su
vez, se estableció que, como bebida, tenía propiedades reconstituyentes y
euforizantes (algo que se confirmó después). Por ello, fue incorporado
muy rápidamente a las farmacias. Se consideraba una poción para
enfermos. Su sabor, originalmente amargo, predisponía a pensar que era
un medicamento», completa el historiador.
Parte de las raciones de combate
Tras aquellos análisis, la
reputación del cacao siguió mejorando. Tan bien se hablaba de él que, en
1750, la Marina Real Inglesa estableció que una taza de chocolate
diaria sería incluida en la ración de los marineros por su capacidad
reconstituyente.
«Esta tradición llegaría hasta
la Segunda Guerra Mundial, pues –al comenzar- el ejército de los EE.UU.
consideró que el chocolate debía formar parte de las raciones de
combate. Por ello, hizo buscar a sus expertos un chocolate que
resistiese el calor. Cómo respuesta, nació un chocolate con mucha
manteca de cacao que resistía temperaturas de hasta 40 grados. No creo
que fuera muy bueno por su consistencia grasienta, pero tuvo mucho
éxito», determina el historiador.