ORLANDO DICE... El problema de Abinader
Orlando Gil/Tomado de Listin Diario
LAS
INFLUENCIAS.- En la campaña
de Luis Abinader surge ahora un problema
que era previsible: las influencias de la sociedad civil o del grupo
externo o de los notables, en contradicción con las del partido o los
colaboradores más cercanos del candidato. La lucha, evidentemente, es de
espacios o por espacios, pues al parecer se tiene la idea en unos y en
otros que conviene desde ahora asegurar posicionamientos, de manera que
después, si llegara el momento, asumir cargos en el gobierno. No se dice
a la franca, pero se intuye o se entiende en lectura de grupos. Esa
rivalidad se da por el momento en pareces o posturas o declaraciones,
que cada cual juzga más oportuna o correcta. Por ejemplo, el tema de la
homosexualidad. Espinoso, riesgoso, y sobre todo, de imposible consenso.
O a favor o en contra, con movilizaciones y cartelones incluidos. Los
políticamente correctos tienen su agenda, pero también los grupos
religiosos, que actuando de conjunto son mayoría aplastante…
EL
AMERICANO.- La sociedad civil cree y quiere hacer creer que Luis
Abinader es el candidato de los norteamericanos, y que producto de esa
preferencia está obligado a identificarse con la agenda del gobierno de
Estados Unidos, o de su embajador James – Wally – Brewster, un
reconocido militante del movimiento LBTG. Los perredeístas de nuevo cuño
o perremeístas se muestran cautelosos con el tema y quisieran que el
candidato fuera prudente, pues si por un lado complace a Brewster, por
el otro alborota las avispas de las iglesias. Entre ellas La Católica y
La Evangélica. Juan Luis Guerra, que no es predicador de oficio, da
justo testimonio en una de sus canciones: “… y también me dijo/ no te
mortifiques/ que yo le envío/ mis avispas pa´que lo piquen. Es verdad…
”. De manera que no es fácil quedarse fuera del debate, en el medio,
viendo sin tomar partido. Aunque, claro, es un golpe que avisa, es un
riesgo que se toma. O con Dios o con los demonios…
NO
PUEDE.- Un candidato tan débil como Luis Abinader no puede darse el
lujo del presidente de Kenia, Uhuru Kenyatta, quien le dijo al visitante
presidente norteamericano Barack Obama, que compartía mucho de los
valores de Estados Unidos, pero no la homosexualidad. Esto es, le peló
el guineo en su cara, y el mundo siguió girando como si cantara Jimmy
Fontana. Pero tampoco puede identificarse con la causa de LGTB, pues los
católicos y los evangélicos están peleando sus guerras con ardor
inusitado. Con la Biblia abierta, con panderetas u hostias, van marcando
su territorio: “Quien conmigo no recoge, desparrama”. “Los quiero fríos
o calientes, pues los tibios los vomitaré mi boca”. Y así, así. No
conozco la historia en detalles, pero parece que Abinader cruzó el
umbral, dijo algo sin decir diciendo, y como era de esperarse, fue mal
interpretado, y uno de sus voceros oficiosos de la radio o de la
televisión quiso arreglar la carga sobre la marcha. Lo malo es que el
fanatismo, cuando se desata, no atiende razones, y ni siquiera
circunstancia. Lo ideal sería colocarse equidistante, ni con unos ni con
otros, pues a su condición de candidato no le convienen las posiciones
absolutas…
LO
INTERESANTE.- Este podría ser un aspecto interesante de la campaña,
solo que la motivación no sería política, sino religiosa. Las iglesias
gobiernan desde siempre y de muchas maneras, pero ahora se encuentran
con una conspiración que atenta, no contra su existencia como entes
colectivos, sino contra su monopolio de la fe. La competencia era entre
ellas, y unas les comían los caramelos a las otras, y eso no cambiaba el
hecho principal: servían a un mismo Dios. Ahora les aparecen en el
camino unas mayorías que se originan en órganos del Estado y les cortan
el paso. De ahí que hayan salido de los templos, y se hayan lanzado a la
calle del medio, y usando medios políticos y mecanismos de Estado,
enfrenten sus emboscadas, y lo hagan de manera apresurada, apremiante,
como si temieran el asalto final. ¿Podrán el Gran Poder de los Estados
Unidos, el presidente Barack Obama y su comisionado James Brewster,
imponer en el país un derecho que repele por contranatura…