Hedy Lamarr, considerada una de las actrices más bellas de la historia del cine
Se
cumplen cien años del nacimiento de la actriz que se desnudó por
primera vez en pantalla y rechazó «Casablanca» para profundizar en sus
investigaciones científicas e inventar las redes wifi
EDUARDO DE RIVAS/Tomado de abc.es
La
vida de Hedy Lamarr bien habría valido como guion de una gran película,
aunque fue ella quien las protagonizó. Considerada una de las grandes
bellezas de la historia del cine, la actriz, nacida en la Viena del
Imperio austrohúngaro, revolucionó el séptimo arte al protagonizar tanto
el primer desnudo que se vio en la gran pantalla como el primer orgasmo
en «Éxtasis».
Hedwing
Eva Maria Kiesler, conocida más tarde como Hedy Lamarr, llego al mundo
el 9 de noviembre de 1915 y este lunes se celebra el centenario de su
nacimiento. Pocos podían imaginar que esta chica judía marcaría un punto
de inflexión en el mundo del cine por culpa de un engaño. Con 16 años
protagonizó «Éxtasis» con Gustav Machaty como director. El director la
convenció para que rodase desnuda en lo alto de una colina, haciéndole
pensar que casi no se le vería al estar colocadas las cámaras demasiado
lejos, pero ella no contó con el zoom.
Aquella
película la puso en el foco del arte y también le cambió su vida por
completo. El filme, bastante polémico para la época, provocó que el
empresario Friedrich Mandl se obsesionara con ella y utilizara su
amistad con Hitler y Mussolini, a los que vendía armas, para obligar a
sus padres a darla en matrimonio. Tal fue la obsesión de su nuevo marido
-el primero de los seis que tendría Hedy Lamarr- que intentó retirar
todas las copias que se habían distribuido de la película en la que su
mujer salía desnuda. No lo consiguió, pero sí la obligó a llevar una
vida de clausura en la que el único contacto con el exterior lo hacía
cuando él la acompañaba.
Hedy
Lamarr tuvo que dejar de lado su carrera cinematográfica. Enclaustrada
en casa, como mera comparsa de un empresario que solo la permitía
desnudarse cuando él estaba delante, como ella mismo contaba tiempo
después, aunque el tiempo alejada del mundo exterior le permitió
desarrollar su vena científica. Produndizó en la ingeniería y se
aprovechó de los contactos de su marido para enterarse de los secretos
de la industria armamentística del III Reich, algo que utilizó años más
tarde cuando emigró a Estados Unidos para ganarse el apoyo de las
autoridades.
Fue
en 1937, después de conseguir huir de su marido. Durante meses estuvo
organizando un plan de fuga con la complicidad de su asistenta, con la
que mantenía una relación sentimental. Una compleja historia de amor que
terminó con la actriz escapándose por la ventana de un restaurante y
montándose en un coche con rumbo a París perseguida por los
guardaespaldas de su marido.
La
actriz dejaba atrás una vida casi de esclavitud y se abría ante sí una
nueva en la que se reencontraría con el cine de Hollywood, previo paso
por Londres y consiguiendo su billete a Estados Unidos vendiendo todas
sus joyas. Llegó allí con el aval que se había ganado con sus cuatro
películas en Alemania y con el apoyo de Louis B. Mayer, empresario de la
Metro Goldwyn Mayer, quien la bautizó como Hedy Lamarr.
Empezó
a destacar de nuevo en la gran pantalla, hizo cerca de 30 películas,
aunque no tuvo un gran ojo a la hora de elegir sus papeles. Fue Dalila
en «Sansón y Dalila», a las órdenes de Cecil B. DeMille, aunque rechazó
protagonizar «Casablanca» junto a Humphrey Bogart. Lo hizo, en realidad,
no porque el proyecto no le llamase la atención sino porque en esos
años estaba muy involucrada en sus investigaciones científicas.
Comunicaciones inalámbricas
Consciente
de los horrores del régimen nazi por su marido y por su condición de
judía, cuando llegó a Estados Unidos colaboró con los aliados en
facilitarles todos los secretos que conocía. Además, consideraba que su
privilegiada mente podía ayudar en la lucha contra Hitler y empezó a
trabajar en el desarrollo de tecnologías militares.
En
colaboración con el compositor George Antheil, creó un sistema de
comunicaciones secretas. Sabía que los gobiernos eran reacios a lanzar
misiles teledirigidos por miedo a que los rivales interceptasen las
señales, pero Hedy Lamarr encontró la forma de hacerlo posible. Se
trataba de una versión inicial del salto de frecuencia que mezclaba la
modulación de señales con el sistema de una pianola y que se utlilizó
tiempo después para construir torpedos aunque solo cuando la patente
había prescrito, por lo que la inventora no recibió un dólar por su
obra.
La
primera vez que se utilizó fue durante la crisis de los misiles de Cuba
y también contribuyó en algunos mecanismos de la guerra de Vietnam.
Años más tarde traspasaría las fronteras militares y con la irrupción
masiva de la tecnología digital, su invento permitió implantar las redes
Wifi.