Al
ver a Amable caminando por los pasillos del Palacio Nacional, sonriente
como en el mejor día de Pascuas, los curiosos recordaron “ Huele a
Peligro ”, la exitosa canción de la chilena Miriam Hernández.
Aunque
asiste a los actos de inauguración de obras en el Este, sean oficiales o
privados, donde se junta con el Presidente y hablan de manera informal,
hacía mucho que no se le veía por la Casa de Gobierno.
Aún
cuando se pensaba que existía desde hace tiempo acuerdo político entre
su partido, el PLR, antigua Estructura, y el PLD, y que el senador de
Higüey apoyaba la reelección con “ alma, corazón y vida ”.
La
visita, la conversación y su apremiante retorno confirman el
entendimiento, pero igual revela que faltaban detalles, y dicen los
perversos que de los detalles se ocupa el diablo.
Huele,
por tanto, a peligro, pues ahora que Quique se fue con su barco a otra
parte, el yate de Amable podría navegar más allá de Palmilla, e incluso
subir a bordo a muchos reformistas indocumentados que preferirían su
embarcación segura a una aventura en yola.
Amable, si no fuera por el color de las chacabanas...