Por Orlando Gil/Tomado de Listin Diario
TRANQUILO,
DANILO.- Nadie sabe cuál es el cálculo del candidato presidente Danilo
Medina, o con qué fuerzas desconocidas y nuevas cuentas, o las
intimidades de campaña que no comparte con los demás compañeros de
partido o con la opinión pública en general.
No obstante, inquieta,
intriga, extraña su talante tranquilo, como si no le preocuparan los
hechos recientes de un Bloque Progresista que cada día es menos bloque, o
más pequeño. La impresión, que no la percepción, es que ninguno de sus
antiguos aliados es importante. Todo el que hasta ahora recoge ropa,
hace maleta y dice me voy, ni siquiera le dan el trago del estribo, y
mucho menos el abrazo de despedida. Solo buena suerte y que el mejor de
los vientos le guíe. Se fue la Fuerza Nacional Progresista, el partido
de los Vincho, y la reacción fue de ni para allá voy a mirar, a pesar de
que caminaban de la mano desde los tiempos de Juan Bosch. Después tomó
las de villa diego el Partido de la Unidad Nacional, y sacudieron la
alfombra por si quedaba algo del polvo de sus pies. El PUN no se fue, al
PUN lo echaron, y de mala manera. Al Quisqueyano Demócrata Cristiano le
abrieron la puerta, y lo encaminaron hasta la calle, antes de decir que
se iba…
CON
POCAS PALABRAS.- No debe sorprender, por tanto, la reacción ante la
decisión del Partido Reformista Social Cristiano de hacer causa común
con el Partido Revolucionario Moderno, después de una alianza de años y
cuyos términos estuvieron discutiendo hasta el pasado domingo. El trato a
los reformistas fue diferente a los otros aliados, y el Presidente se
tomó la molestia de escuchar de manera directa sus demandas, de
discutirlas, e incluso de someter por escrito su oferta. No se pudo, y
el mandatario sabía desde hace mucho lo que iba a pasar, de que ese
rompimiento era inevitable, y lo era, no porque él o el PLD lo quisiera,
sino porque conoce a Quique Antún y en el claro del ojo le vio la
intención de intentar otro albur. La comisión negociadora siguió
haciendo coro a los reformistas, y el mandatario consintió en que se les
diera ala y se les dejara cantar el quiquiriquí. Pero conocía de
antemano el propósito, y de que como Pedro a Jesús, lo negarían tres
veces. La respuesta fue lacónica, propia de un político de poco hablar:
“…a nadie se le puede obligar a que esté donde no se siente bien”…
CON
ACORDE DE SABINA.- Luis Abinader y la dirección del PRM andan jubilosos
con la adquisición en la agencia libre del Partido Reformista, viendo
lo que el presidente Medina ahora no quiere ver: que uno más uno da dos,
o que tres es más que dos, o cuatro más que tres. Tomando a Joaquín
Sabina de mampara se la cantó clarito. No siempre dos es igual a uno más
uno. ¿De dónde la confianza del mandatario y candidato, pues hasta
ahora no puede hablarse de arrogancia, que deja ir sin mucho afán, como
la cosa más natural del mundo, a las fuerzas políticas que fueron claves
para que el PLD con Leonel Fernández, y ahora con él, estableciera una
era que dura 16 años? Los reformistas y perremeístas se midieron, y con
los números en la mano y las demarcaciones marcadas a color, se dieron
cuenta de que se complementaban. Los peledeístas a su vez hicieron lo
mismo, y comprobaron que solos o con los aliados que se mantienen
fieles, pueden conservar el poder. Las encuestas propias y ajenas
presentan un panorama en que el PLD duplica a todos los demás juntos…
¿Y
QUÉ DE LOS OTROS? .- La historia, sin embargo, no termina, y no se sabe
si ese ánimo de dejar hacer, dejar pasar será igual con aliados que
todavía no se definen. Si se averigua bien, el candidato Medina no ha
sido proclamado por todos los partidos del Bloque Progresista, un hecho a
todas luces sospechoso. A los que faltan, y faltan, no se les ve en las
manos paracaídas ni en los ojos intenciones de tirarse del avión. Sin
embargo, no se conoce su juego, y no es el mejor. Algo están pensando, y
no están pensando bien, pues entre todos se perdió la categoría de los
imprescindibles. Necesarios, si quieren, pero no imprescindibles.