Por FELIX BETANCES.
El
término heliogábalo, es ampliamente conocido por personas que han
tenido la oportunidad de leer durante mucho tiempo, aunque quizás no
tanto así, por los más jóvenes; se refiere específicamente a personas
dominadas por la gula, que a su vez, es un impulso incontrolado de
querer comerse todo lo que haya, sin pensar en que los demás también
merecen disfrutar.
La
política en nuestro País, nunca ha podido ser exitosa debido a las
condiciones en cómo se ha manejado en busca del poder y desde el mismo, y
es que los políticos dominicanos aprendieron la mala práctica de
procurar llegar a las posiciones incluyendo a la Presidencia de la
República, a base de zancadillas, mentiras entre otras diabluras, sin
importarles otra cosa que no sea llegar.
En
cada período electoral vemos una práctica que se ha hecho una constante
y que en un lenguaje un tanto eufemístico, se la ha llamado
“transfuguismo”, que no es más que el traslado a altas velocidades de
las Estrellas en el Firmamento.
Los
políticos en forma olímpica, se van de un Partido a otro como si se
tratara de un deporte cualquiera, dejando a la vista de todos que su
único interés es llegar a las posiciones para satisfacer sus necesidades
pecuniarias, donde no existen criterios personales ni familiares, sin
observar ningún principio ético. Es como se dice en el argot popular:
“Vendido al mejor postor”.
De
qué forma puede creerse ni seguirse a ningún político que con ese
comportamiento no se respeta a sí mismo y en el entendido de que quien
no se respeta a sí mismo, mucho menos puede respetar a los demás.
Con
mucha vergüenza ajena, vemos como los principales Partidos que tercian
en el Certamen político actual, se intercambian en una forma comercial, a
líderes que no se detienen a pensar ni siquiera en el tiempo que han
tenido de militancia ni mucho menos los cargos y méritos que hayan
tenido en los mismos; lo que importa es otra cosa.
Y
lo peor de todo es que ningún Partido al que se les vayan “esas cosas”
llamadas miembros o militantes, puede darse el lujo de decir que se ha
limpiado o librado de algo que no le convenía, ya que lo que se produce,
no es más que un reciclaje de individuos, que en ese ir y venir, pesan
menos que un copo de algodón y esto hay que definirlo como lo reza la
enseñanza popular que dice así: “Cuando se cambia un Tocino por otro,
hiede uno y hiede el otro”.
¡Qué futuro el nuestro!, donde los principios, están de viaje hacia el Planeta Marte, con solo pasaje de ida!.