César Medina
lobarnechea1@hotmail.com/Tomado de Listin Diario
Cuando
el PRD comenzó a desmoronarse en las manos de Miguel Vargas con la
estampida de una disidencia maliciosa que además se ocupó de montarle
una campaña de descrédito sin precedentes en el partidismo dominicano,
sólo una decisión drástica y valiente evitaba su aniquilamiento total en
muy poco tiempo.
El
error de Hipólito Mejía, Luis Abinader y el montón de corifeos que
alentaron la división fue pensar que Miguel no tenía consejeros y
adolecía de coraje para maniobrar hábilmente en la dirección correcta
propiciando una alianza histórica con Danilo Medina que le garantizara
oxígeno, supervivencia y futuro promisorio al PRD.
La
decisión lucía riesgosa, casi una ruleta rusa con probabilidades
invertidas: cinco balas en el tambor y un solo espacio vacío... Pero
Miguel no tenía alternativa: o batallaba como gladiador o perdía como
cobarde, sin tirar un tiro.
Para
algunos era un suicidio seguro si las cosas salían mal, si el PLD le
hacía una mala jugada, si Danilo desdeñaba su apoyo pensando que ganaba
como quiera cuando aún tenía como aliado al Partido Reformista.
Danilo,
en cambio, fue visionario y desde un principio valoró la gran
significación que tendría la alianza de dos partidos que llevaban 43
años de antagonismo, pero que en origen tenían como denominador común al
mismo creador y fundador, el profesor Juan Bosch...
La
idea inicial del presidente Medina era juntar en un mismo propósito
electoral a las tres grandes formaciones partidarias dominicanas del
último medio siglo, con el Partido Reformista que entonces era aliado
del PLD.
Coyuntura histórica
Es probable que la coyuntura histórica que hizo posible la alianza de
los dos principales partidos políticos del sistema no vuelva a
producirse en muchos años. Tenían que darse exactamente las coordenadas
electorales presentes para que ocurriese tal fenómeno...
...Primero,
que el PRD dejase de ser alternativa de cambio aún teniendo control de
la bancada decisiva en el Congreso para aprobar la reforma
constitucional, y que la fuerza emergente haya surgido precisamente
sobre sus escombros y a costa de su propia existencia, como ocurrió con
el PRM.
En
ese escenario, el partido más antiguo del sistema tenía que hacer un
esfuerzo extraordinario de supervivencia política para sobreponerse a la
adversidad y tomar la iniciativa de un pacto amplio con la fuerza
mayoritaria para garantizarse una cuota de poder que le retornara
vigencia y principalía.
Ningún
partido resiste fuera del poder sin resquebrajarse 26 de los últimos 30
años... o 30 de los últimos 34, como habrá ocurrido en 2020 con el PRD.
Aliarse o perecer
Desde 1986 cuando salió del poder --hace 30 años--, el PRD sólo pasó
por el gobierno entre el 2000 y el 2004 con Hipólito Mejía. Su erosión
acentuada es producto de tantos años de sequía, una situación que se
atenúa con su participación en la próxima administración de Medina.
Es
lo que explica que muchos dirigentes de todos los niveles que se
marcharon del PRD en la aventura de Hipólito y Abinader, hayan comenzado
a retornar ante la evidencia de que el PRM no tiene posibilidad alguna
de ganar las próximas elecciones.
Ese
fenómeno está ocurriendo casi de forma masiva en los pueblos y en los
barrios y es el mayor atractivo que tiene el PRD en la recomposición de
sus fuerzas internas...
¡... Su votación será masiva, lo repito!