Tomado de Diario Libre
La
fortaleza política o habilidades electorales del PLD eran del todo
conocidas, mucho más que sus dirigentes no ocultan su propósito, y todo
lo contrario, lo proclaman, de estarse en el poder hasta el 2044.
No
lo dicen y nadie sabe qué pasará en el bicentenario de la fundación de
la República para que el partido morado entregue el gobierno.
Sin
embargo, y eso es lo que importa por ahora, los grupos de oposición no
fueron capaces de discutir una estrategia común y organizar un frente
electoral que diera al traste con la hegemonía peledeísta.
En
ningún país, o en este tiempo, se hicieron más diligencias, todas
fallidas, para armonizar internamente o provocar cercanía entre sectores
que comulgaban con un mismo fin que no era otro que desplazar al PLD de
la dirección del Estado.
Ahora,
al acostarse las palomas, miran hacia atrás y se dan cuenta del error, y
del fracaso, y cada cual tiene una excusa a mano y un culpable
escogido.
La
unidad hace la fuerza, pero ellos decidieron dividirse, según algunos
“confiados en la segunda vuelta”, y por ahí anda Maquiavelo riéndose
como el más feliz de los malvados.