Tomado de Diario Libre
No
se sabe si es el calor, o el fin de la temporada electoral, o la falsa
impresión de que se acaba el gobierno, pero lo cierto es que las
comunidades están revolteadas, como si el mundo se fuera a acabar y
quieren sus obras ya.
Es
cierto que algunas obras se han quedado a medio terminar y eso irrita y
que nuestros políticos son muy alegres para prometer sin tener la
fuerza para cumplir, particularmente los políticos de pueblo con
limitada capacidad para influir en los que realmente tienen poder, pero
de ahí a que se desaten los infiernos a pocos días de instalarse el
nuevo Gobierno, da qué pensar.
Uno
de nuestros problemas más severos es la inmediatez. Todo lo queremos
pa’ seguida, pero así no hay forma de planificar nada. Del mismo modo,
ya no se pide decentemente. La forma de pedir es quemando gomas y
lanzando basura a la calle, afectando el propio ambiente en que moran
los protestantes.
La
falta de mecanismos de articulación de demandas y la incapacidad local
para suplir las necesidades obligan a una reforma del sistema político.