jueves, 29 de marzo de 2018

SEMANA SANTA EN BARAHONA! El camino hacia la cruz acompañado por 15 hermosas pinturas de famosos pintores

Tomado de  https://catholic-link.com
La inquietud de visitar los lugares santos fue una cualidad distintiva de la Edad Media. La Cristiandad medieval era peregrina: Jerusalén, Roma y Santiago de Compostela fueron los tres destinos predilectos para una sociedad fundada sobre la Fe. Jerusalén, Tierra Santa, fue el lugar más popular donde convergían peregrinos de diversas localidades. Los lugares asociados a la vida y a la pasión de Cristo se fueron convirtiendo en locaciones de especial devoción. Así surgió la conocida Vía Dolorosa o Vía Crucis, recorrido por los sitios más representativos ligados a los relatos del martirio de Jesús.


Durante los siglos XV y XVI se fueron estableciendo réplicas de los lugares santos en diferentes regiones de Europa. Anterior a su muerte acontecida en 1420, el beato Álvarez construyó pequeñas capillas en el convento dominico de Córdoba, España, donde se pintaron escenas de la pasión de Cristo con estaciones separadas. A partir de allí, la costumbre se difundió hasta delinear la piedad actual asociada al Vía Crucis.
En este recurso te acercamos 15 pinturas de los maestros del arte occidental que, además de bellísimas, pueden ayudarnos a realizar esta peregrinación espiritual por las principales escenas de los padecimientos y muerte de Cristo.
El Vía Crucis se reza de pie y caminando entre cada estación. Si lo rezas en casa podrías utilizar algún dispositivo portátil para tener presentes las imágenes mientras caminas. También puedes idear paradas donde detenerte a rezar y meditar las imágenes. Tal vez sea conveniente que antes de empezar a rezar mires todas las pinturas y leas sus comentarios para, una vez que comiences a orar, no interrumpas la oración leyendo las descripciones y solo tengas que concentrarte en las representaciones y las palabras de la oración.
Para armar este recurso me ha sido útil consultar los siguientes sitios: Webcatolicodejavier, artehistoria y aciprensa.
Oraciones iniciales
Alma de Cristo, santifícame. Cuerpo de Cristo, sálvame. Sangre de Cristo, embriágame. Agua del costado de Cristo, lávame. Pasión de Cristo, confórtame. Oh buen Jesús, óyeme. Dentro de tus llagas, escóndeme. No permitas que me aparte de Ti. Del maligno enemigo, defiéndeme. En la hora de mi muerte, llámame y mándame ir a Ti, para que con tus santos te alabe, por los siglos de los siglos. Amén.
Por la señal, de la Santa Cruz de nuestros enemigos líbranos, Señor, Dios nuestro.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Acto de contrición
Señor mío Jesucristo, Dios y hombre verdadero, Creador, Padre y redentor mío; por ser Vos quien sois, Bondad infinita, y porque os amo sobre todas las cosas, me pesa de todo corazón de haberos ofendido; también me pesa porque podéis castigarme con las penas del infierno. Ayudado de vuestra divina gracia, propongo firmemente nunca más pecar, confesarme, y cumplir la penitencia que me fuere impuesta. Amén.

Primera estación: Jesús es condenado a muerte

Ecce Homo– Tiziano
Tiziano realiza esta obra en el año 1543, mostrándonos, con vestimentas de distintas épocas, el momento en que Cristo, ya flagelado y con la corona de espinas, es presentado al pueblo para ser juzgado. Poncio Pilatos lo señala y pregunta a la multitud si prefieren el sacrificio de Jesús o Barrabás. La obra se descompone en dos extremos que contrastan. A la izquierda, la imagen de un Cristo sufriente pero que no ofrece resistencia, y acepta su martirio con sumisión. Frente a su docilidad, la multitud reunida es retratada con luces y sombras, sujetos apiñados y en agitación, en una escena que trasluce la violencia y el oprobio del acto en que Jesús es condenado a morir.
Oración:  
Te adoramos, Señor, y te bendecimos, porque por tu santa cruz redimiste al mundo.
Sentenciado y no por un tribunal, sino por todos. Condenado por los mismos que le habían aclamado poco antes. Y El calla… Nosotros huimos de ser reprochados. Y saltamos inmediatamente… Dame, Señor, imitarte, uniéndome a Ti por el Silencio cuando alguien me haga sufrir. Yo lo merezco. ¡Ayúdame! Señor, pequé, ten piedad y misericordia de mí. 
Se reza a continuación un Padrenuestro.

Segunda esta: Jesús carga la cruz

Cristo abrazado a la cruz– El Greco
Esta pintura de El Greco muestra un Cristo que no tiene gestos de sufrimiento pese a estar cargando una pesada cruz. Sus manos sostienen el madero con suavidad, su rostro refleja la mansedumbre de su espíritu, la aceptación humilde de la voluntad del Padre que se reconoce en sus ojos lagrimosos que miran al cielo.
Oración:
Te adoramos, Señor, y te bendecimos, porque por tu santa cruz redimiste al mundo.
Que yo comprenda, Señor, el valor de la cruz, de mis pequeñas cruces de cada día, de mis achaques, de mis dolencias, de mi soledad. Dame convertir en ofrenda amorosa, en reparación por mi vida y en apostolado por mis hermanos, mi cruz de cada día. Señor, pequé, ten piedad y misericordia de mí.
Se reza a continuación un Padrenuestro.

Tercera estación: Jesús cae por primera vez

Subida al Calvario– El Bosco
Cristo se levanta cargando el peso de la cruz mientras la multitud reunida en torno a él lo mira con desprecio.  En el fondo se observa a la Virgen María consolada por quien podría ser el apóstol San Juan.
Oración:
Te adoramos, Señor, y te bendecimos, porque por tu santa cruz redimiste al mundo.
Tú caes, Señor, para redimirme. Para ayudarme a levantarme en mis caídas diarias, cuando después de haberme propuesto ser fiel, vuelvo a reincidir en mis defectos cotidianos. ¡Ayúdame a levantarme siempre y a seguir mi camino hacia Ti! Señor, pequé, ten piedad y misericordia de mí.
Se reza a continuación un Padrenuestro.

Cuarta estación: Jesús se encuentra con María

El pasmo de Sicilia– Rafael
El momento en que Cristo se encuentra con la Virgen María es representado con magistral habilidad en esta pintura de Rafael. Jesús carga la cruz casi de rodillas y se apoya pesadamente sobre una roca para ponerse de pie. En ese momento hace irrupción su madre quien le tiende los brazos mientras es sostenida por una de las mujeres que la acompañan. El rostro de María transmite aflicción y compasión por el sufrimiento de su hijo. Jesús la observa sin rastros de dolor, mostrándole la seguridad con la que abraza la voluntad del Padre. Sus miradas nos dan testimonio de la unión de sus corazones.
Oración:
Te adoramos, Señor, y te bendecimos, porque por tu santa cruz redimiste al mundo.
Haz Señor, que me encuentre al lado de tu Madre en todos los momentos de mi vida. Con ella, apoyándome en su cariño maternal, tengo la seguridad de llegar a Ti en el último día de mi existencia. ¡Ayúdame Madre! Señor, pequé, ten piedad y misericordia de mí.
Se reza a continuación un Padrenuestro.

Quinta estación: Simón de Cirene es obligado a cargar la cruz

Cristo y el Cireneo– Tiziano
El Cireneo ayuda a Cristo a cargar la cruz en su camino al Calvario. En esta obra de Tiziano, Jesús nos mira directamente y sus facciones nos transmiten dolor y cansancio. Mirar a Cristo a los ojos nos ayuda a penetrar en el sufrimiento su martirio salvífico.
Oración:
Te adoramos, Señor, y te bendecimos, porque por tu santa cruz redimiste al mundo.
Cada uno de nosotros tenemos nuestra vocación, hemos venido al mundo para algo concreto, para realizarnos de una manera particular. ¿Cuál es la mía y cómo la llevo a cabo? Pero hay algo, Señor, que es misión mía y de todos: la de ser Cirineo de los demás, la de ayudar a todos. ¿Cómo llevo adelante la realización de mi misión de Cirineo? Señor, pequé, ten piedad y misericordia de mí.
Se reza a continuación un Padrenuestro

Sexta estaciónVerónica limpia el rostro de Jesús

Cristo cargando la cruz– Rubens
Rubens representa el momento en que la Verónica enjuga el rostro de Cristo haciendo honor a la teatralidad típica del barroco. En la pintura entran en contraste dos dinámicas diferentes: la musculatura en acción de los hombres con el torso al descubierto que se esfuerzan por sostener la cruz y, por otro lado, la suavidad y la delicadeza con que la Verónica seca el rostro de Jesús con su paño. A la izquierda María intenta alcanzar a su hijo sufriente mientras un soldado interpone su arma.
Oración:
Te adoramos, Señor, y te bendecimos, porque por tu santa cruz redimiste al mundo.
Es la mujer valiente, decidida, que se acerca a Ti cuando todos te abandonan. Yo, Señor, te abandono cuando me dejo llevar por el “qué dirán”, del respeto humano, cuando no me atrevo a defender al prójimo ausente, cuando no me atrevo a replicar una broma que ridiculiza a los que tratan de acercarse a Ti. Y en tantas otras ocasiones. Ayúdame a no dejarme llevar por el respeto humano, por el “qué dirán”. Señor, pequé, ten piedad y misericordia de mí.
Se reza a continuación un Padrenuestro.

Séptima estación: Jesús cae por segunda vez

Cristo cargando la Cruz– Grünewald
Toda la expresividad que caracteriza al estilo de Grünewald está puesta al servicio de esta representación de la segunda caída de Jesús. El sufrimiento del suplicio de Cristo se traslada a su rostro mientras los hombres a su alrededor lo jalan de las vestiduras y elevan sus armas para descargar sus golpes en la humanidad del Salvador.
Oración
Te adoramos, Señor, y te bendecimos, porque por tu santa cruz redimiste al mundo.
Caes, Señor, por segunda vez. El Via Crucis nos señala tres caídas en tu caminar hacia el Calvario. Tal vez fueran más. Caes delante de todos… ¿Cuándo aprenderé yo a no temer el quedar mal ante los demás, por un error, por una equivocación?. ¿Cuándo aprenderé que también eso se puede convertir en ofrenda? Señor, pequé, ten piedad y misericordia de mí.
Se reza a continuación un Padrenuestro.

Octava estación: Jesús se encuentra con las mujeres de Jerusalén

Lamentación de las mujeres de Jerusalén– Rubens
En el camino al calvario Jesús se detiene a esperanzar a las mujeres que se lamentan por él. En medio de su agonía, Cristo les dirige palabras de consuelo.
Oración:
Te adoramos, Señor, y te bendecimos, porque por tu santa cruz redimiste al mundo.
Muchas veces, tendría yo que analizar la causa de mis lágrimas. Al menos, de mis pesares, de mis preocupaciones. Tal vez hay en ellos un fondo de orgullo, de amor propio mal entendido, de egoísmo, de envidia. Debería llorar por mi falta de correspondencia a tus innumerables beneficios de cada día, que me manifiestan, Señor, cuánto me quieres. Dame profunda gratitud y correspondencia a tu misericordia. Señor, pequé, ten piedad y misericordia de mí.
Se reza a continuación un Padrenuestro.

Novena estación: Jesús cae por tercera vez

Caída en el Calvario– Tiépolo
El Cristo retratado por Tiépolo es un Cristo sangrante, lacerado, pálido, al límite de su fuerza física. Un Cristo que se acerca al final de su agonía momentos antes de ser crucificado. En torno a él se agrupan los soldados romanos, las Santas Mujeres y Simón el Cireneo. En la parte superior izquierda, la cima del monte se revela como el lugar donde Jesús será clavado en ese mismo madero blanquecino que atesora las manchas de su preciosa sangre.
Oración:
Te adoramos, Señor, y te bendecimos, porque por tu santa cruz redimiste al mundo.
Tercera caída. Más cerca de la Cruz. Más agotado, más falto de fuerzas. Caes desfallecido, Señor. Yo digo que me pesan los años, que no soy el de antes, que me siento incapaz. Dame, Señor, imitarte en esta tercera caída y haz que mi desfallecimiento sea beneficioso para otros, porque te lo doy a Ti para ellos.
Señor, pequé, ten piedad y misericordia de mí.
Se reza a continuación un Padrenuestro

Décima estación: Jesús es despojado de sus vestiduras

Expolio de Cristo– El Greco
En esta obra de El Greco, la absoluta centralidad de un Cristo vestido de rojo ordena la escena. El color escarlata de la vestimenta, que está pronta a ser arrancada, representa el martirio que ha tenido que padecer. En la parte inferior derecha, un hombre prepara el madero donde Jesús será clavado. Hacia allí se dirige la mirada de las Marías, en tanto Cristo eleva su rostro al cielo en atención a la voluntad del Padre.
ORACIÓN:
Te adoramos, Señor, y te bendecimos, porque por tu santa cruz redimiste al mundo.
Arrancan tus vestiduras, adheridas a Ti por la sangre de tus heridas. A infinita distancia de tu dolor, yo he sentido, a veces, cómo algo se arrancaba dolorosamente de mí por la pérdida de mis seres queridos. Que yo sepa ofrecerte el recuerdo de las separaciones que me desgarraron, uniéndome a tu pasión y esforzándome en consolar a los que sufren, huyendo de mi propio egoísmo.
Señor, pequé, ten piedad y misericordia de mí.
Se reza a continuación un Padrenuestro.

Decimoprimera estación: Jesús es clavado en la cruz

Jesús es clavado a la Cruz– Fra Angelico
El Beato Fra Angélico ha elegido plasmar este episodio del Vía Crucis mediante una forma atípica de sujeción a la cruz: en vertical. Ello lleva a que todo el dramatismo se concentre en la parte superior del cuadro. El Jesús de Angélico no tiene un rostro sufriente  ni un cuerpo con marcas del castigo que antecedió a este momento. El semblante de Jesús muestra dulzura y compasión hacia sus victimarios y una pacífica adhesión a su sacrificio por la Humanidad.
Cobra notoriedad el excepcional trabajo del rostro de María, a través del cual se trasluce el agudo sufrimiento espiritual de una madre que ve morir a su hijo. A su lado, Santa Marta la consuela y sostiene mientras dirige una mirada angustiosa a Cristo.
Oración:
Te adoramos, Señor, y te bendecimos, porque por tu santa cruz redimiste al mundo.
Señor, que yo disminuya mis limitaciones con mi esfuerzo y así pueda ayudar a mis hermanos. Y que cuando mi esfuerzo no consiga disminuirlas, me esfuerce en ofrecértelas también por ellos.
Señor, pequé, ten piedad y misericordia de mí.
Se reza a continuación un Padrenuestro.

Decimosegunda estación: Jesús muere en la Cruz

Cristo crucificado– Murillo
La imagen de Cristo muerto en la cruz es un tema recurrente en el barroco español. Murillo toma este tópico clásico y elabora su escena. El cielo se revela absolutamente oscuro y el cuerpo del Salvador aparece iluminado intensamente, exhibiendo la herida causada por la lanza de Longinos. La anatomía aparece prácticamente intacta, como poniendo más atención en la realización de la promesa salvífica que acontece en ese momento en que Cristo deja este mundo,  que en el martirio padecido por Jesús.
Oración:
Te adoramos, Señor, y te bendecimos, porque por tu santa cruz redimiste al mundo.
Te adoro, mi Señor, muerto en la Cruz por Salvarme. Te adoro y beso tus llagas, las heridas de los clavos, la lanzada del costado… ¡Gracias, Señor, gracias! Has muerto por salvarme, por salvarnos. Dame responder a tu amor con amor, cumplir tu Voluntad, trabajar por mi salvación, ayudado de tu gracia. Y dame trabajar con ahínco por la salvación de mis hermanos.
Señor, pequé, ten piedad y misericordia de mí.
Se reza a continuación un Padrenuestro.

Decimotercera estación: Jesús es descendido de la cruz y puesto en brazos de María

El descendimiento– Van der Weyden
Roger Van der Weyden logra una pintura ricamente trabajada que, sin embargo, no resta atención al motivo principal de la representación: el momento en que Jesús es descendido de la cruz. El cuerpo de Cristo se muestra pálido y fláccido mientras comienza a ser cubierto con la sábana que lo acompañará al sepulcro.
ORACIÓN:
Te adoramos, Señor, y te bendecimos, porque por tu santa cruz redimiste al mundo.
Déjame estar a tu lado, Madre, especialmente en estos momentos de tu dolor incomparable. Déjame estar a tu lado. Más te pido: que hoy y siempre me tengas cerca de Ti y te compadezcas de mí.
¡Mírame con compasión, no me dejes, Madre mía!
Señor, pequé, ten piedad y misericordia de mí.
Se reza a continuación un Padrenuestro.

Decimocuarta estación: Jesús es sepultado

La deposición en el sepulcro. Rembrandt
Rembrandt logra crear una atmósfera de semipenumbra que realza el dramatismo del momento en que el cuerpo de Cristo es depositado en el sepulcro. Toda la atención recae en la anatomía de Jesús, iluminada con una luz que proviene de la izquierda. En la oscuridad, en la parte inferior derecha, se identifica a la Virgen María cuyo rostro apenas nítido evidencia signos de su profunda angustia.
Oración:
Te adoramos, Señor, y te bendecimos, porque por tu santa cruz redimiste al mundo.
Todo ha terminado. Pero no: después de la muerte, la Resurrección. Enséñame a ver lo transitorio y pasajero, a la luz de lo que perdura. Y que esa luz ilumine todos mis actos. Así sea.
Señor, pequé, ten piedad y misericordia de mí.
Se reza a continuación un Padrenuestro.

Decimoquinta estación: Jesús resucita

Resurrección– Giotto
La escena pintada por Giotto nos muestra el momento en que Cristo resucita tal como es narrada por el Evangelio de San Juan. La tumba está vacía, dos ángeles anuncian la resurrección del Salvador mientras los soldados romanos duermen ignorando el acontecimiento. Ante la aparición de Jesús glorificado Santa María Magdalena intenta tocarlo, Cristo la invita a desistir diciéndole que aún no había subido al cielo. En su mano lleva la bandera del triunfo sobre la muerte.
ORACIÓN:
Te adoramos, Señor, y te bendecimos, porque por tu santa cruz redimiste al mundo.
«¿Por qué buscáis entre los muertos al que está vivo? No está aquí, ha resucitado» (Lc 24,5-6).
Unas piadosas mujeres fueron al sepulcro de Jesús muy temprano.  El anuncio de la resurrección convierte su tristeza en alegría. Jesús está vivo y nosotros vivimos en Él para siempre. La resurrección de Cristo inaugura para la humanidad una renovada primavera de esperanza.
Jesús, enséñame a mantener siempre la esperanza. Señor, pequé, ten piedad y misericordia de mí.
Se reza a continuación un Padrenuestro.
Oración final
Te suplico, Señor, que me concedas, por intercesión de tu Madre la Virgen, que cada vez que medite tu Pasión, quede grabado en mí con marca de actualidad constante, lo que Tú has hecho por mí y tus constantes beneficios. Haz, Señor, que me acompañe, durante toda mi vida, un agradecimiento inmenso a tu Bondad. Amén.
Virgen Santísima de los Dolores, mírame cargando la cruz de mi sufrimiento; acompáñame como acompañaste a tu Hijo Jesús en el camino del Calvario; eres mi Madre y te necesito. Ayúdame a sufrir con amor y esperanza para que mi dolor sea dolor redentor que en las manos de Dios se convierta en un gran bien para la salvación de las almas. Amén.