Tomado de https://catholic-link.com
La inquietud de visitar los lugares santos
fue una cualidad distintiva de la Edad Media. La Cristiandad medieval
era peregrina: Jerusalén, Roma y Santiago de Compostela fueron los tres
destinos predilectos para una sociedad fundada sobre la Fe. Jerusalén,
Tierra Santa, fue el lugar más popular donde convergían peregrinos de
diversas localidades. Los lugares asociados a la vida y a la pasión de
Cristo se fueron convirtiendo en locaciones de especial devoción. Así
surgió la conocida Vía Dolorosa o Vía Crucis, recorrido por los sitios
más representativos ligados a los relatos del martirio de Jesús.
Durante los siglos XV y XVI se fueron estableciendo réplicas de los lugares santos en
diferentes regiones de Europa. Anterior a su muerte acontecida en 1420,
el beato Álvarez construyó pequeñas capillas en el convento dominico de
Córdoba, España, donde se pintaron escenas de la pasión de Cristo con
estaciones separadas. A partir de allí, la costumbre se difundió hasta
delinear la piedad actual asociada al Vía Crucis.
En este recurso te acercamos 15 pinturas de los maestros del arte occidental
que, además de bellísimas, pueden ayudarnos a realizar esta
peregrinación espiritual por las principales escenas de los
padecimientos y muerte de Cristo.
El
Vía Crucis se reza de pie y caminando entre cada estación. Si lo rezas
en casa podrías utilizar algún dispositivo portátil para tener presentes
las imágenes mientras caminas. También puedes idear paradas donde
detenerte a rezar y meditar las imágenes. Tal vez sea conveniente que
antes de empezar a rezar mires todas las pinturas y leas sus comentarios
para, una vez que comiences a orar, no interrumpas la oración leyendo
las descripciones y solo tengas que concentrarte en las representaciones
y las palabras de la oración.
Para armar este recurso me ha sido útil consultar los siguientes sitios: Webcatolicodejavier, artehistoria y aciprensa.
Oraciones iniciales
Alma
de Cristo, santifícame. Cuerpo de Cristo, sálvame. Sangre de Cristo,
embriágame. Agua del costado de Cristo, lávame. Pasión de Cristo,
confórtame. Oh buen Jesús, óyeme. Dentro de tus llagas, escóndeme. No
permitas que me aparte de Ti. Del maligno enemigo, defiéndeme. En la
hora de mi muerte, llámame y mándame ir a Ti, para que con tus santos te
alabe, por los siglos de los siglos. Amén.
Por la señal, de la Santa Cruz de nuestros enemigos líbranos, Señor, Dios nuestro.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Acto de contrición
Señor
mío Jesucristo, Dios y hombre verdadero, Creador, Padre y redentor mío;
por ser Vos quien sois, Bondad infinita, y porque os amo sobre todas
las cosas, me pesa de todo corazón de haberos ofendido; también me pesa
porque podéis castigarme con las penas del infierno. Ayudado de vuestra
divina gracia, propongo firmemente nunca más pecar, confesarme, y
cumplir la penitencia que me fuere impuesta. Amén.
Primera estación: Jesús es condenado a muerte
Ecce Homo– Tiziano
Tiziano
realiza esta obra en el año 1543, mostrándonos, con vestimentas de
distintas épocas, el momento en que Cristo, ya flagelado y con la corona
de espinas, es presentado al pueblo para ser juzgado. Poncio Pilatos lo
señala y pregunta a la multitud si prefieren el sacrificio de Jesús o
Barrabás. La obra se descompone en dos extremos que contrastan. A la
izquierda, la imagen de un Cristo sufriente pero que no ofrece
resistencia, y acepta su martirio con sumisión. Frente a su docilidad,
la multitud reunida es retratada con luces y sombras, sujetos apiñados y
en agitación, en una escena que trasluce la violencia y el oprobio del
acto en que Jesús es condenado a morir.
Oración:
Te adoramos, Señor, y te bendecimos, porque por tu santa cruz redimiste al mundo.
Sentenciado
y no por un tribunal, sino por todos. Condenado por los mismos que le
habían aclamado poco antes. Y El calla… Nosotros huimos de ser
reprochados. Y saltamos inmediatamente… Dame, Señor, imitarte, uniéndome
a Ti por el Silencio cuando alguien me haga sufrir. Yo lo merezco.
¡Ayúdame! Señor, pequé, ten piedad y misericordia de mí.
Se reza a continuación un Padrenuestro.
Segunda esta: Jesús carga la cruz
Cristo abrazado a la cruz– El Greco
Esta
pintura de El Greco muestra un Cristo que no tiene gestos de
sufrimiento pese a estar cargando una pesada cruz. Sus manos sostienen
el madero con suavidad, su rostro refleja la mansedumbre de su espíritu,
la aceptación humilde de la voluntad del Padre que se reconoce en sus
ojos lagrimosos que miran al cielo.
Oración:
Te adoramos, Señor, y te bendecimos, porque por tu santa cruz redimiste al mundo.
Que
yo comprenda, Señor, el valor de la cruz, de mis pequeñas cruces de
cada día, de mis achaques, de mis dolencias, de mi soledad.
Dame convertir en ofrenda amorosa, en reparación por mi vida y en
apostolado por mis hermanos, mi cruz de cada día. Señor, pequé, ten
piedad y misericordia de mí.
Se reza a continuación un Padrenuestro.
Tercera estación: Jesús cae por primera vez
Subida al Calvario– El Bosco
Cristo
se levanta cargando el peso de la cruz mientras la multitud reunida en
torno a él lo mira con desprecio. En el fondo se observa a la Virgen
María consolada por quien podría ser el apóstol San Juan.
Oración:
Te adoramos, Señor, y te bendecimos, porque por tu santa cruz redimiste al mundo.
Tú
caes, Señor, para redimirme. Para ayudarme a levantarme en mis caídas
diarias, cuando después de haberme propuesto ser fiel, vuelvo a
reincidir en mis defectos cotidianos. ¡Ayúdame a levantarme siempre y a seguir mi camino hacia Ti! Señor, pequé, ten piedad y misericordia de mí.
Se reza a continuación un Padrenuestro.
Cuarta estación: Jesús se encuentra con María
El pasmo de Sicilia– Rafael
El
momento en que Cristo se encuentra con la Virgen María es representado
con magistral habilidad en esta pintura de Rafael. Jesús carga la cruz
casi de rodillas y se apoya pesadamente sobre una roca para ponerse de
pie. En ese momento hace irrupción su madre quien le tiende los brazos
mientras es sostenida por una de las mujeres que la acompañan. El rostro
de María transmite aflicción y compasión por el sufrimiento de su hijo.
Jesús la observa sin rastros de dolor, mostrándole la seguridad con la
que abraza la voluntad del Padre. Sus miradas nos dan testimonio de la
unión de sus corazones.
Oración:
Te adoramos, Señor, y te bendecimos, porque por tu santa cruz redimiste al mundo.
Haz
Señor, que me encuentre al lado de tu Madre en todos los momentos de mi
vida. Con ella, apoyándome en su cariño maternal, tengo la seguridad de
llegar a Ti en el último día de mi existencia. ¡Ayúdame Madre! Señor, pequé, ten piedad y misericordia de mí.
Se reza a continuación un Padrenuestro.
Quinta estación: Simón de Cirene es obligado a cargar la cruz
Cristo y el Cireneo– Tiziano
El
Cireneo ayuda a Cristo a cargar la cruz en su camino al Calvario. En
esta obra de Tiziano, Jesús nos mira directamente y sus facciones nos
transmiten dolor y cansancio. Mirar a Cristo a los ojos nos ayuda a
penetrar en el sufrimiento su martirio salvífico.
Oración:
Te adoramos, Señor, y te bendecimos, porque por tu santa cruz redimiste al mundo.
Cada
uno de nosotros tenemos nuestra vocación, hemos venido al mundo para
algo concreto, para realizarnos de una manera particular. ¿Cuál es la
mía y cómo la llevo a cabo? Pero hay algo, Señor, que es misión mía y de todos: la de ser Cirineo de los demás, la de ayudar a todos. ¿Cómo llevo adelante la realización de mi misión de Cirineo? Señor, pequé, ten piedad y misericordia de mí.
Se reza a continuación un Padrenuestro
Sexta estación: Verónica limpia el rostro de Jesús
Cristo cargando la cruz– Rubens
Rubens
representa el momento en que la Verónica enjuga el rostro de Cristo
haciendo honor a la teatralidad típica del barroco. En la pintura entran
en contraste dos dinámicas diferentes: la musculatura en acción de los
hombres con el torso al descubierto que se esfuerzan por sostener la
cruz y, por otro lado, la suavidad y la delicadeza con que la Verónica
seca el rostro de Jesús con su paño. A la izquierda María intenta
alcanzar a su hijo sufriente mientras un soldado interpone su arma.
Oración:
Te adoramos, Señor, y te bendecimos, porque por tu santa cruz redimiste al mundo.
Es
la mujer valiente, decidida, que se acerca a Ti cuando todos te
abandonan. Yo, Señor, te abandono cuando me dejo llevar por el “qué
dirán”, del respeto humano, cuando no me atrevo a defender al prójimo
ausente, cuando no me atrevo a replicar una broma que ridiculiza a los
que tratan de acercarse a Ti. Y en tantas otras ocasiones. Ayúdame a no
dejarme llevar por el respeto humano, por el “qué dirán”. Señor, pequé, ten piedad y misericordia de mí.
Se reza a continuación un Padrenuestro.
Séptima estación: Jesús cae por segunda vez
Cristo cargando la Cruz– Grünewald
Toda
la expresividad que caracteriza al estilo de Grünewald está puesta al
servicio de esta representación de la segunda caída de Jesús. El
sufrimiento del suplicio de Cristo se traslada a su rostro mientras los
hombres a su alrededor lo jalan de las vestiduras y elevan sus armas
para descargar sus golpes en la humanidad del Salvador.
Oración
Te adoramos, Señor, y te bendecimos, porque por tu santa cruz redimiste al mundo.
Caes, Señor, por segunda vez. El Via Crucis nos señala tres caídas en tu caminar hacia el Calvario. Tal vez fueran más.
Caes delante de todos… ¿Cuándo aprenderé yo a no temer el quedar mal
ante los demás, por un error, por una equivocación?. ¿Cuándo aprenderé
que también eso se puede convertir en ofrenda? Señor, pequé, ten piedad y
misericordia de mí.
Se reza a continuación un Padrenuestro.
Octava estación: Jesús se encuentra con las mujeres de Jerusalén
Lamentación de las mujeres de Jerusalén– Rubens
En
el camino al calvario Jesús se detiene a esperanzar a las mujeres que
se lamentan por él. En medio de su agonía, Cristo les dirige palabras de
consuelo.
Oración:
Te adoramos, Señor, y te bendecimos, porque por tu santa cruz redimiste al mundo.
Muchas
veces, tendría yo que analizar la causa de mis lágrimas. Al menos, de
mis pesares, de mis preocupaciones. Tal vez hay en ellos un fondo de
orgullo, de amor propio mal entendido, de egoísmo, de envidia.
Debería llorar por mi falta de correspondencia a tus innumerables
beneficios de cada día, que me manifiestan, Señor, cuánto me quieres. Dame profunda gratitud y correspondencia a tu misericordia. Señor, pequé, ten piedad y misericordia de mí.
Se reza a continuación un Padrenuestro.
Novena estación: Jesús cae por tercera vez
Caída en el Calvario– Tiépolo
El
Cristo retratado por Tiépolo es un Cristo sangrante, lacerado, pálido,
al límite de su fuerza física. Un Cristo que se acerca al final de su
agonía momentos antes de ser crucificado. En torno a él se agrupan los
soldados romanos, las Santas Mujeres y Simón el Cireneo. En la parte
superior izquierda, la cima del monte se revela como el lugar donde
Jesús será clavado en ese mismo madero blanquecino que atesora las
manchas de su preciosa sangre.
Oración:
Te adoramos, Señor, y te bendecimos, porque por tu santa cruz redimiste al mundo.
Tercera caída. Más cerca de la Cruz. Más agotado, más falto de fuerzas. Caes desfallecido, Señor. Yo digo que me pesan los años, que no soy el de antes, que me siento incapaz.
Dame, Señor, imitarte en esta tercera caída y haz que mi
desfallecimiento sea beneficioso para otros, porque te lo doy a Ti para
ellos.
Señor, pequé, ten piedad y misericordia de mí.
Se reza a continuación un Padrenuestro
Décima estación: Jesús es despojado de sus vestiduras
Expolio de Cristo– El Greco
En
esta obra de El Greco, la absoluta centralidad de un Cristo vestido de
rojo ordena la escena. El color escarlata de la vestimenta, que está
pronta a ser arrancada, representa el martirio que ha tenido que
padecer. En la parte inferior derecha, un hombre prepara el madero donde
Jesús será clavado. Hacia allí se dirige la mirada de las Marías, en
tanto Cristo eleva su rostro al cielo en atención a la voluntad del
Padre.
ORACIÓN:
Te adoramos, Señor, y te bendecimos, porque por tu santa cruz redimiste al mundo.
Arrancan tus vestiduras, adheridas a Ti por la sangre de tus heridas.
A infinita distancia de tu dolor, yo he sentido, a veces, cómo algo se
arrancaba dolorosamente de mí por la pérdida de mis seres queridos. Que
yo sepa ofrecerte el recuerdo de las separaciones que me desgarraron,
uniéndome a tu pasión y esforzándome en consolar a los que sufren,
huyendo de mi propio egoísmo.
Señor, pequé, ten piedad y misericordia de mí.
Se reza a continuación un Padrenuestro.
Decimoprimera estación: Jesús es clavado en la cruz
Jesús es clavado a la Cruz– Fra Angelico
El
Beato Fra Angélico ha elegido plasmar este episodio del Vía Crucis
mediante una forma atípica de sujeción a la cruz: en vertical. Ello
lleva a que todo el dramatismo se concentre en la parte superior del
cuadro. El Jesús de Angélico no tiene un rostro sufriente ni un cuerpo
con marcas del castigo que antecedió a este momento. El semblante de
Jesús muestra dulzura y compasión hacia sus victimarios y una pacífica
adhesión a su sacrificio por la Humanidad.
Cobra
notoriedad el excepcional trabajo del rostro de María, a través del
cual se trasluce el agudo sufrimiento espiritual de una madre que ve
morir a su hijo. A su lado, Santa Marta la consuela y sostiene mientras
dirige una mirada angustiosa a Cristo.
Oración:
Te adoramos, Señor, y te bendecimos, porque por tu santa cruz redimiste al mundo.
Señor,
que yo disminuya mis limitaciones con mi esfuerzo y así pueda ayudar a
mis hermanos. Y que cuando mi esfuerzo no consiga disminuirlas, me
esfuerce en ofrecértelas también por ellos.
Señor, pequé, ten piedad y misericordia de mí.
Se reza a continuación un Padrenuestro.
Decimosegunda estación: Jesús muere en la Cruz
Cristo crucificado– Murillo
La
imagen de Cristo muerto en la cruz es un tema recurrente en el barroco
español. Murillo toma este tópico clásico y elabora su escena. El cielo
se revela absolutamente oscuro y el cuerpo del Salvador aparece
iluminado intensamente, exhibiendo la herida causada por la lanza de
Longinos. La anatomía aparece prácticamente intacta, como poniendo más
atención en la realización de la promesa salvífica que acontece en ese
momento en que Cristo deja este mundo, que en el martirio padecido por
Jesús.
Oración:
Te adoramos, Señor, y te bendecimos, porque por tu santa cruz redimiste al mundo.
Te
adoro, mi Señor, muerto en la Cruz por Salvarme. Te adoro y beso tus
llagas, las heridas de los clavos, la lanzada del costado… ¡Gracias,
Señor, gracias! Has muerto por salvarme, por salvarnos.
Dame responder a tu amor con amor, cumplir tu Voluntad, trabajar por mi
salvación, ayudado de tu gracia. Y dame trabajar con ahínco por la
salvación de mis hermanos.
Señor, pequé, ten piedad y misericordia de mí.
Se reza a continuación un Padrenuestro.
Decimotercera estación: Jesús es descendido de la cruz y puesto en brazos de María
El descendimiento– Van der Weyden
Roger
Van der Weyden logra una pintura ricamente trabajada que, sin embargo,
no resta atención al motivo principal de la representación: el momento
en que Jesús es descendido de la cruz. El cuerpo de Cristo se muestra
pálido y fláccido mientras comienza a ser cubierto con la sábana que lo
acompañará al sepulcro.
ORACIÓN:
Te adoramos, Señor, y te bendecimos, porque por tu santa cruz redimiste al mundo.
Déjame
estar a tu lado, Madre, especialmente en estos momentos de tu dolor
incomparable. Déjame estar a tu lado. Más te pido: que hoy y siempre me
tengas cerca de Ti y te compadezcas de mí.
¡Mírame con compasión, no me dejes, Madre mía!
¡Mírame con compasión, no me dejes, Madre mía!
Señor, pequé, ten piedad y misericordia de mí.
Se reza a continuación un Padrenuestro.
Decimocuarta estación: Jesús es sepultado
La deposición en el sepulcro. Rembrandt
Rembrandt
logra crear una atmósfera de semipenumbra que realza el dramatismo del
momento en que el cuerpo de Cristo es depositado en el sepulcro. Toda la
atención recae en la anatomía de Jesús, iluminada con una luz que
proviene de la izquierda. En la oscuridad, en la parte inferior derecha,
se identifica a la Virgen María cuyo rostro apenas nítido evidencia
signos de su profunda angustia.
Oración:
Te adoramos, Señor, y te bendecimos, porque por tu santa cruz redimiste al mundo.
Todo
ha terminado. Pero no: después de la muerte, la Resurrección. Enséñame a
ver lo transitorio y pasajero, a la luz de lo que perdura. Y que esa
luz ilumine todos mis actos. Así sea.
Señor, pequé, ten piedad y misericordia de mí.
Se reza a continuación un Padrenuestro.
Decimoquinta estación: Jesús resucita
Resurrección– Giotto
La
escena pintada por Giotto nos muestra el momento en que Cristo resucita
tal como es narrada por el Evangelio de San Juan. La tumba está vacía,
dos ángeles anuncian la resurrección del Salvador mientras los soldados
romanos duermen ignorando el acontecimiento. Ante la aparición de Jesús
glorificado Santa María Magdalena intenta tocarlo, Cristo la invita a
desistir diciéndole que aún no había subido al cielo. En su mano lleva
la bandera del triunfo sobre la muerte.
ORACIÓN:
Te adoramos, Señor, y te bendecimos, porque por tu santa cruz redimiste al mundo.
«¿Por qué buscáis entre los muertos al que está vivo? No está aquí, ha resucitado» (Lc 24,5-6).
Unas
piadosas mujeres fueron al sepulcro de Jesús muy temprano. El anuncio
de la resurrección convierte su tristeza en alegría. Jesús está vivo y
nosotros vivimos en Él para siempre. La resurrección de Cristo inaugura
para la humanidad una renovada primavera de esperanza.
Jesús, enséñame a mantener siempre la esperanza. Señor, pequé, ten piedad y misericordia de mí.
Se reza a continuación un Padrenuestro.
Oración final
Te
suplico, Señor, que me concedas, por intercesión de tu Madre la Virgen,
que cada vez que medite tu Pasión, quede grabado en mí con marca de
actualidad constante, lo que Tú has hecho por mí y tus constantes
beneficios. Haz, Señor, que me acompañe, durante toda mi vida, un
agradecimiento inmenso a tu Bondad. Amén.
Virgen
Santísima de los Dolores, mírame cargando la cruz de mi sufrimiento;
acompáñame como acompañaste a tu Hijo Jesús en el camino del Calvario;
eres mi Madre y te necesito. Ayúdame a sufrir con amor y esperanza para
que mi dolor sea dolor redentor que en las manos de Dios se convierta en
un gran bien para la salvación de las almas. Amén.